Amama (2015), de Asier Altuna – Crítica

Lo primero que llama la atención de ‘Amama’ es que es una película llena de referencias. Una de las más claras es ‘Vacas’ (1992), de Julio Meden, referencia que no debe sorprendernos ya que Michel Gaztambide, coguionista de ‘Vacas’, participa como asistente de guión en ‘Amama’. Ambas películas están ambientadas en el mundo rural vasco y poseen una atmósfera mágica y sobrenatural. En ambos casos existe una clara predilección por las imágenes con gran simbolismo, como el hacha/motosierra clavada en un árbol. Pero las referencias de esta película van más allá: guiños a ‘Una historia verdadera’ de David Lynch, al artista vasco Agustín Ibarrola y su obra ‘El bosque de Oma’ o el dripping de Jackson Pollock van apareciendo a lo largo de todo el largometraje, conformando un interesante collage.

Bosque de Oma

Bosque de Oma, de Agustín Ibarrola, situado en la Reserva de Urdaibai

Con todas estas referencias artísticas, no sorprende que ‘Amama’ sea un film con un alto componente estético. Un tempo pausado, que se recrea en el delicioso paisaje rural de los baserris, acompañado por una banda sonora llena de vida.

Una historia misteriosa sobre la familia, el matriarcado, la fuerza opresora del pasado, la predestinación o el tópico literario del Beatus Ille. Pero, ante la ingente cantidad de temas que se entremezclan, la película parece pasar por encima de todos ellos, sin emitir planteamiento concluyente sobre ninguno. La ambigüedad es derecho innegable (y de agradecer) de cualquier película a la hora de construir una historia que establezca un diálogo con el espectador. Existe, sin embargo, una peligrosa tendencia en el “cine de autor” a apostar por construir relatos tan sugeridos que terminan por no significar demasiado. También es deber de cualquier película seria tomar una posición ante el tema planteado, aunque esa posición no se formule de manera explícita.

Todos estos temas y la fuerza de sus imágenes parecen anunciar algún tipo de acontecimiento que provoque una catarsis en los personajes. Sin embargo, la manera en que se llega a esa revelación final no resulta muy justificada. El exceso de elipsis hace que los personajes lleguen desde el punto A al punto B sin que quede muy claro su trayecto.

Amama

Pero, lo más molesto de la película es la perspectiva desde la que se narra: la visión de la protagonista, una artista multidisciplinar obsesionada con su abuela, que elabora piezas de videoarte y fotomontajes sobre ella. Esta forzada manera de mostrar la vida de su abuela como algo mágico es innecesaria: la historia ya resulta mágica sin estos añadidos pretenciosos.

Así, tras el éxito cosechado por ‘Loreak’, estrenada en Nueva York y candidata a representar a España en los próximos premios Óscar, parece que se ha abierto una nueva vía para cine en euskera. Un cine que no teme expresarse en una lengua minoritaria, dirigido a un público acostumbrado a leer subtítulos. Un cine con medios modestos pero realizado con mucho mimo. Un cine que también tiene derecho a existir.

Amama

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Jon Iparraguirre

Graduado en Bellas Artes, con un posgrado en Cine y Televisión, músico aficionado y repostero en mis ratos libres. Amante del cine en el que lo visual juega un papel protagonista.

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