Si Dios quiere (2015), Edoardo Maria Falcone – Crítica

Si Dios Quiere

«Si Dios quiere plantea el enfrentamiento entre ciencia y religión. No se trata de una película irrespetuosa para el catolicismo, sino que se confrontan distintas opiniones y actitudes incluida la fe superficial y las modas espiritualistas.»

A pesar de la aparente banalidad y frivolidad de los tiempos que corren, incluso a pesar de que la Iglesia sea una institución cada vez más empequeñecida en Europa, las discusiones sobre la fe o en torno a la existencia de Dios, reaparecen de tanto en tanto. Tiene cierta lógica que estas discusiones se reproduzcan en la medida en que, hasta no hace mucho, la religión cristiana que, a fin de cuentas, ha sido la religión tradicional del continente. Esta película tiene como leit–motiv la religión, tratada en clave de comedia.

No se trata de una película irrespetuosa para el catolicismo, algo en lo que se podía caer fácilmente al tratarse de una comedia, sino en la que se confrontan distintas opiniones y actitudes incluida la fe superficial y las modas espiritualistas, tan intensas como sagaces. El equívoco –en toda comedia debe de aparecer algún tipo de equívoco– tiene que ver con el hecho de que aquel de quien todos temían que fuera gay, resulta que se abstenía de mujeres (en esa Italia que considera el ligar pegajoso como un hábito nacional) era porque quería ingresar en el seminario.

Este es el enfoque inicial y, a partir de aquí, el lector verá si el argumento puede sintonizar con lo que aspira a ver en una tarde o noche concreta, o si prefiere una película de aventuras, un thriller o la enésima película de zombis o de vampiros de instituto. Vayamos ahora a redondear un poco más el valor y la calidad de lo que nos muestra Si Dios quiere (Se Dio vuole).

Uno de los problemas que plantea es el enfrentamiento entre ciencia y religión. El padre del aspirante al seminario es un reputado cirujano que esperaba que su hijo, estudiante, siguiera sus pasos. Pero ciencia y religión siguen caminos opuestos por mucho que el padre Teilhard de Chardin quisiera demostrar lo contrario, o por mucho que el bosón de Higgs haya sido llamado, casi a modo de provocación, la “partícula de Dios”. El tema da mucho juego y dista mucho de estar agotado, pero en esta película, diálogos que podían ser creativos e ilustrativos acerca del estado de la cuestión, están ausentes. Ni siquiera la contradicción entre un padre científico y un hijo sacerdote, da pie para exponer un conflicto generacional que hoy es completamente diferente a cómo se hubiera planteado en los años sesenta (en los que, habitualmente, los padres eran los devotos católicos y los hijos tendían a ser descreídos).

La película se queda a medio camino. Tiene un buen planteamiento de partida y se hace extremadamente agradable en la primera parte. Luego todo se tuerce y queda en el capítulo de las buenas intenciones frustradas, como si a Edoardo María Falcone, en su vertiente de director o en la elaboración del guión, sufriera un colapso de ideas y no hubiera sabido por donde salir. Así pues, primera parte (planteamiento y nudo) buena; segunda parte (desenlace) floja.

En lugar de discusiones ingeniosas, el director–guionista deriva progresivamente hacia el ejercicio de la sensiblería. La película se convierte en la negación de lo que se prometía en un principio (donde aparecen momentos en los que brillan destellos de ingenio). La veta humorística se pierde y es sustituida por una seriedad propia de funeral y una frialdad no–frost. Da la sensación, incluso, de que el director ha creído que podría ofender a alguien y ha pisado bruscamente el freno. El resultado ha sido la pérdida de vigor y comicidad, pero sin penetrar en los terrenos de una discusión entre ciencia y fe, en la que, sin duda, siempre, se puede aportar algo nuevo. La segunda parte de la película anula, pues, a la primera. Cuando se encienden las luces y termina la proyección, nos queda en la memoria algún sketch y poco más. Es el precio a la corrección política: se queda bien con todos pero no deja huella.

Digamos algo sobre el director, Edoardo Maria Falcone. Quinta del 68, ésta es su ópera prima como director, pero desde 2010 ha participado en una decena de películas italianas en calidad de guionista. La mayoría de proyectos en los que ha sido embarcado son comedias. Con Alessandro Gassman había trabajado previamente en Viva l’Italia (2012). Falcone, a la primera película en la que se ha sentado en la silla del director, ha demostrado ser profeta en su tierra natal. En efecto, Si Dios quiere se ha beneficiado de críticas muy favorables en Italia e incluso ha recibido el Premio al Mejor Director Novel. Sin olvidar que recibió también el Nastro d’argento al Mejor Director Novel y la nominación al Mejor Productor. La película también fue proyectada en el Tokyo International Film Festival, siendo galardonada por el Premio del Público para su director.

En cuanto al trabajo de los actores, resulta impecable y sin objeciones. Merece destacarse la representación que realiza Marco Giallini encarnando al cirujano “Tommaso De Luca”. En lo que respecta al papel de Alessandro Gassman –el cura que embarca al joven estudiante en la vía de la religión– falla, no por sus capacidades interpretativas, sino porque hay algo en el guión que lo limita.

Si recuerdan aquella serie de televisión italiana Don Matteo (que va por su décima temporada), les será fácil tener presente el papel de Terence Hill encarnando al sacerdote que da nombre a la serie provisto de una doble vertiente: resolver crímenes y ayudar a las familias en sus problemas cotidianos. Aquí, en Si Dios quiere, el papel del “Padre Pietro” encarnado por Gassman parece inspirado en esta segunda tarea que encarnó Terence Hill. Una fugaz evocación de esta serie, aparece en forma de guiño, en las primeras escenas de la película. Por cierto, para los que hayan visto Don Matteo, la actriz que encarnaba a la primera novia del “capitán Giulio Tommassi”, Ilaria Spada, asume aquí el papel de “Bianca De Luca”, hija del cirujano y hermana del aspirante a entrar en el clero. Su papel proporciona algunos de los gags más hilarantes de la película, además de ser el personaje más frívolo e influenciable que veremos en la pantalla.

El principal problema de la película es que los personajes están apenas diseñados, tan solo esbozados. Falta desbastarlos y pulirlos. De haberse trabajado algo más el guión, la película habría rozado la categoría de memorable, hubiera conseguido que, una vez capturado el interés inicial del espectador, éste se mantuviera. Demasiados condicionales. Y esto es justamente lo que no ocurre: el duelo entre Giallini y Gassman, entre la ciencia y la fe, parece un duelo a primera sangre, que pierde intensidad y se difumina en el capítulo de las buenas intenciones frustradas.

Si Dios Quiere

Sinopsis Tommaso, un cardiólogo de fama, es un hombre de firmes creencias ateas y liberales. Está casado y tiene dos hijos. Uno de ellos, Andrea, prometedor estudiante de medicina, revoluciona a la familia cuando les anuncia que quiere hacerse cura.
País Italia
Director Edoardo Maria Falcone
Guión Edoardo Maria Falcone, Marco Martani
Música Carlo Virzì
Fotografía Tommaso Borgstrom
Reparto Marco Giallini, Alessandro Gassman, Laura Morante, Ilaria Spada, Edoardo Pesce, Enrico Oetiker, Carlo De Ruggeri, Giuseppina Cervizzi, Alex Cendron, Fabrizio Giannini, Silvia Munguia
Productora Wildside / Rai Cinema
Género Comedia
Duración 87 min.
Título original Se Dio vuole
Estreno 10/06/2016

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Calificación4
4

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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