El desconocido (2015), de Dani de la Torre – Crítica

El desconocido

Dejemos clara una cosa desde el principio. Existe un claro problema a la hora de juzgar el cine español. Unos defenderán que carece de una personalidad propia, una «tradición cinematográfica» que permita no sólo identificar un producto como “cine español”, sino que además permita su desarrollo dentro de la industria para que deje de ser devorado por las producciones extranjeras; otros hablarán de la falta de trabajo de género, amén de títulos como ‘Rec’ y cuatro más, que es el que permite despertar el interés del público hacia el producto que se hace en casa. De esta especie de prejuicio hacia el cine español deriva una exigencia doble a todo lo que sale de aquí, lo que desemboca en dos posturas opuestas: o que al cine español se le sobreproteja o se le desprecie sin ningún miramiento.

Por eso cuando, movidos por este complejo existente hacia el cine nacional, directores noveles como Dani de la Torre presentan una película con una marcada intención de género, el debate se lleva a si es demasiado parecida o no a productos hollywoodienses. Quien se anima a ir a ver ‘El desconocido’ sabe que se encuentra ante un thriller de acción. Sin más. Quien entienda del tema se puede poner a examinarle los aspectos técnicos y visuales, pero tiene la misma clara pretensión que toda película de este género. No tiene demasiado sentido ponerse quisquilloso en cosas por las que a otras películas no se las juzgaría. Así que nos centraremos sencillamente en lo que es ‘El desconocido’.

Nos encontramos con el protagonista, Carlos, un banquero gris, con una vida y una familia gris. Una mañana, después de desayunar con el teléfono pegado a la oreja y algún que otro gesto de menosprecio conyugal, rutinario, al parecer, decide llevar a sus hijos al colegio en coche. Allí recibe una llamada de un (igual no tan, a juzgar por los carteles promocionales) desconocido que le anuncia que su vehículo está plagado de bombas que les harán reventar a él y a sus hijos si no consigue ingresar la desorbitada suma de dinero que le pide. El 80% de la película se desarrollará dentro del claustrofóbico coche, donde Carlos pondrá a prueba su propio sentido de la responsabilidad y moralidad laboral mientras mantiene a salvo a sus insoportables hijos, que lejos de alterarse por la delicada situación parecen más dispuestos a comenzar una serie de reproches hacia su padre, para que éste acabe dándose cuenta de que por su avaricia y sus actos inconscientes, por ser un “mandado” dentro de su propio mundillo, una marioneta que ni pregunta ni juzga, sólo actúa, es el culpable de la situación en que se ven envueltos.

El desconocido

Con estos antecedentes, y sin olvidar nunca de qué hablamos cuando hablamos de ‘El desconocido’, cabe esperar que ni el guión va a ser un alarde de originalidad ni las actuaciones van a sobrepasar la mera corrección. Sí podríamos insistir una y otra vez en la maravillosa credibilidad que transmite el señor Luis Tosar frente a una cámara, quien con su sola presencia consigue que ni Goya Toledo sea una esposa tan afectada ni Javier Gutiérrez, tan convincente. Pero incluso redundar en esta idea sería actuar en contra de su trabajo: recurrir siempre a Luis Tosar para este tipo de personajes acabará por convertir el acierto en sobreexplotación. Y que nadie malinterprete esto, pues haber alcanzado este reconocimiento dentro de una industria de por sí poco valorada es un auténtico mérito. Como lo es, para bien y para mal, que como debut en largometraje Dani de la Torre presente una película a la que muchos comparan con cine de acción “del de toda la vida”. Muchos otros tardan más en conseguir el mismo efecto, el de mantener la tensión adrenalítica a flor de piel, poniendo a más de uno de los nervios en la butaca.

Cine de palomitas y refrescos que no olvida una cosa: debemos contar algo más que persecuciones imposibles en carretera. En este país, en este momento, el tema es evidente: la estafa bancaria de las preferentes es una suerte de McGuffin sobre el que girará todo el argumento, excusa perfecta para buscar la empatía del público y difuminar el esquema arquetípico de ‘el bueno y el malo’ de esta clase de trabajos. El factor humano, si bien discreto, es el que cobrará más sentido cuando la luz se apague y uno salga de la sala con la sensación de haber pagado por exactamente lo que pretendía ver. Y sí, hay soluciones de guión cogidas por los pelos y salidas de tono muy evidentes. Pero no busquemos en ‘El desconocido’ aquello que pasaríamos por alto en títulos como ‘Última llamada’.

El desconocido

Etiquetas películas intriga

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