El nombre del bambino (2015), de Francesca Archibugi – Crítica

El nombre del bambino

«El nombre del bambino, una de esas películas que uno recordará con cariño, es la versión italiana de la producción francesa Le prenom (2012).»

Hay películas baratas pero muy bien aprovechadas. La fórmula consiste en elegir buenos actores (no divos que reventarían presupuestos), un guión de éxito asegurado, un director buen conocedor del oficio y, finalmente, reducir al máximo los costes de producción y las localizaciones. Así se obtiene la máxima relación inversión-beneficios (porque el cine es y ha sido siempre industria más que arte). Y a veces esta fórmula sale bien. O incluso, como es el caso de ‘El nombre del bambino‘, excelente.

Así pues, si a usted le gustan películas en las que la sonrisa sea continua, sin ser nunca una carcajada estridente, si es usted exigente con los guiños y las bromas y le repele el humor de sal gruesa de la comedia de baja cota, si aun teniendo opiniones de derechas, de centro o de izquierdas, no las convierte en criterios excluyentes y es capaz de reírse de sí mismo tanto como de los que no piensan como usted, si se cumplen todas estas condiciones, esta película le entretendrá, la recomendará a sus amigos y, probablemente, dentro de unos meses, la volverá a disfrutar en DVD.

El nombre del bambino‘ es de esas películas que uno recordará con cariño y que le hará pasar unos buenos 94 minutos. Inmediatamente, se reconoce en esta película la versión italiana de una producción francesa, ‘Le prenom‘ (2012), dirigida por Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte que, al mismo tiempo fueron los guionistas y autores, de la obra de teatro del mismo título. La película fue un éxito en Francia y recibió varios premios, pero la directora italiana Francesca Archibugi consideró que el público italiano podría apreciar mejor el mismo guión ambientado en Italia. Y es así como nos ha llegado la versión italiana de una película francesa que era, a fin de cuentas, una muy buena obra de teatro.

La trama arranca con la discusión entre un grupo de amigos sobre el nombre que un padre quiere poner a su hijo y que da título a la película. Pero se trata solo del arranque, luego las discusiones se trasladan a otros temas y, al final, nadie queda indemne y todos sufren “daños colaterales”. Ir más allá seria desvelar los giros inesperados que toma la película cada cuarto de hora y que hacen que, en ningún momento, la proyección se vuelva pesada, pierda vitalidad o simplemente sea claustrofóbica.

Después de asistir a la proyección de ‘El nombre del bambino‘, visionamos de nuevo la versión francesa. Las pequeñas variaciones para “nacionalizar” la película no afectan en absoluto a lo esencial de la trama. Los cinco protagonistas esenciales son tratados con los mismos rasgos (caricaturescos, por supuesto) en ambas versiones. La versión italiana –como el pueblo italiano– es quizás más movida, más rápida, con personajes más agitados, compulsivos y gesticulantes. Alguno de ellos, a fuerza de estar conectado con el mundo a través del móvil, parece olvidar su círculo familiar y de amigos. Este elemento, ausente de la versión francesa filmada tres años antes, es indicativo de lo mucho que han cambiado para algunos las relaciones personales en apenas tres años. En cuanto a la técnica de filmación es diferente, la versión italiana tiene más movilidad de cámara. Eso es todo.

Cuando estaba viendo la película, hubo un momento en el que me recordó la obra de teatro de Jean Paul Sartre ‘A puerta cerrada‘ (aquella en la que tres personajes recién muertos se ven obligados a convivir en el interior de una habitación: han sido destinados al infierno y están empezando a entender que el infierno de cada uno de ellos son los otros dos). Pero fue sólo una impresión pasajera: la película es “positiva” en el sentido de que la amistad está por encima de todo y, por intensas que sean las discusiones, el vínculo termina manteniéndose.

La cinta, en sí misma, indica el ridículo en el que han caído las posiciones políticas tanto en Francia como en Italia (los tres personajes masculinos encarnan, en la práctica, los valores conservadores, progresistas y centristas, esto es, la derecha, la izquierda y la equidistancia). No se habla de política, pero sí de arquetipos humanos y de actitudes ante la vida. En ocasiones un factor está presente en una película justo por su notoria ausencia. En este caso es la política: como si la política ya no interesara y los valores políticos de cada tendencia fueran solamente caracterizaciones grotescas, sin interés alguno. En esta película, a fin de cuentas, lo que se salva es la amistad.

Digamos algo sobre la directora, Francesca Archibugi. Se entiende porque le interesó el guión. Ella misma es hija de una familia intelectual romana en la que aparecieron disputas similares a las que lleva a la pantalla. Por lo demás, su apellido “Archibugi”, traducido al castellano, sería algo así como “Archimentira” (del término italiano bugia-bugiardo, mentira-mentiroso). De hecho, algunas de sus películas (‘Mignon vino a quedarse‘, 1988) son, apenas, retratos familiares irónicos. Esta fue, por otra parte, su primera película y ya en ella contó con la presencia protagonista de Stefania Sandrelli, en aquel momento en la cúspide de su fama. Dirigió luego a un otoñal Mastroiani en ‘El Anochecer‘ (1990), película difícil sobre los “años de plomo” (en los que Italia estuvo asolada por el terrorismo), de la que salió airosa y recibió buenas críticas. Lleva filmadas una quincena de películas, la mayoría de las cuales han sido proyectadas en España en un momento en el que el cine italiano parece haberse eclipsado fuera de su país. En el cine de la Archibugi, los sentimientos siempre andan a flor de piel.

Los actores, poco o nada conocidos en España, cumplen airosamente con sus roles. La esposa embarazada, encarnada por Micaela Ramazzotti, sobresale, y al igual que Valeria Golino, son actrices conocidas en la escena italiana con decenas de películas en su haber. En cuanto a los papeles masculinos, el papel de provocador es encarnado por Alessandro Gassman, hijo del famoso actor Vittorio Gassman y de la actriz francesa Juliette Mayniel. Gassman alterna dirección cinematográfica con actuación (recordamos la última película en la que aparecía en un papel secundario que llegó a España, ‘Todo es culpa de Freud‘, 2014, y que dejó un buen sabor de boca).

Quizás el único problema que le encontramos a esta cinta es la banda sonora, muy desigual, llegando a extremos irritantes en algún momento y ser el nexo imprescindible de unión entre los cinco protagonistas, en otros momentos: “a pesar de que estamos enfadados y dolidos, la música nos une”…

No es una comedia “dramática”, es simplemente una comedia en la que, en algún momento, alcanza tonos dramáticos… puestos al servicio y subordinado al carácter grotesco y divertido de todos los personajes. ¿Habrá versión española? Sería una buena comparativa, no solo de las sociedades latinas, sino también del nivel de cada cine nacional.

El nombre del bambino

Sinopsis Betta y Sandro, un profesor universitario adicto a Twitter, invitan a cenar a Paolo, hermano de Betta, a la bella Simona y a un amigo de la infancia. Paolo hace una broma que supone un ataque a la corrección política imperante en el elegante apartamento: el niño que espera su mujer se llamará Benito, como Mussolini. El chascarrillo provoca una disputa que sacará a la luz viejos rencores y secretos.
País Italia
Director Francesca Archibugi
Guión Francesca Archibugi, Francesco Piccolo (Obra: Matthieu Delaporte, Alexandre de La Patellière)
Fotografía Fabio Cianchetti
Reparto Micaela Ramazzotti, Valeria Golino, Alessandro Gassman, Luigi Lo Cascio, Rocco Papaleo
Productora Indiana Production Company / Lucky Red / Motorino Amaranto
Género Comedia
Duración 94 min.
Título original Il nome del figlio
Estreno 18/02/2015

Trailer

Calificación7
7

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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