En defensa de El ejército de las tinieblas

El pasado 31 de Octubre se estrenó en el canal Starz ‘Ash vs Evil Dead’. Esta serie, creada por Sam Raimi y protagonizada por Bruce Campbell, resucita una de las franquicias más entrañables de la historia del cine de terror, que comenzó con el filme ‘The Evil Dead’ en el año 1981.

Ash vs Evil Dead

Ash vs Evil Dead

Es innegable que el remake de ‘Posesión Infernal’ de 2013 (dirigido por Fede Álvarez) fue un éxito de taquilla. Pero el gran público no parece recordar la existencia de aquella película, mientras los fans de la saga todavía ansiaban el regreso de Bruce Campbell al personaje que le dio la fama. Al fin, podemos disfrutar de ese regreso.

La serie hace uso de un formato de 30 minutos, más cercano a la sit-com que a los dramas que el «cable» americano nos tiene acostumbrados. No todo es perfecto, claro: hay una trama policiaca que sobra totalmente y las escenas de supuesto «terror» son menos interesantes que las de humor o la acción pura y dura. Pero sólo por oír las conversaciones Ashley J. Williams y el joven Pablo, ya merece la pena cada minuto de esta serie.

El propio Sam Raimi dirige el episodio piloto. Un episodio piloto que da exactamente lo que promete: sangre, monstruos, chistes malos y a un Bruce Campbell más Bruce Campbell que nunca. Tras esto, otros directores toman el relevo, entre los que destaca Michael J. Bassetts, cuyo excelente trabajo tras la cámara hace que nos olvidemos del creador de la franquicia.

El ejército de las tinieblas’, la tercera de las aventuras de Ash (y la más conocida), es ignorada en la serie, pues Universal conserva una participación en los derechos y Raimi ha preferido mantener el 100% del control creativo del proyecto. No se puede negar que, en su día, el filme fue muy criticado por los fans del original, debido a la falta de gore. Tampoco resultó un gran éxito de taquilla. Pero el personaje que vemos en ‘Ash vs Evil Dead’ es el de ‘El ejército de las tinieblas’. Un perdedor engreído y ridículo que, al mismo tiempo, nos resulta adorable. Un tipo que quiere ser James Bond pero que está más cercano a los desdichados personajes de Buster Keaton, incapaz de repetir una frase sencilla pero apto para destruir un demonio ancestral de un cañonazo. A mí esto me parece maravilloso.

El ejército de las tinieblas

El ejército de las tinieblas’ es una de esas películas habituales en nuestra sobremesa. A pesar de haberla visto cerca de un millón de veces, suele costarme mucho cambiar de canal cuando encuentro alguna de sus célebres escenas en televisión. Y sé que no estoy solo.

A mucha gente de mi generación, una película como ‘Cantando bajo la lluvia’ no nos dice nada… y no necesariamente por la antigüedad (soy culpable de disfrutar de lo lindo con el cine mudo que homenajea), sino, precisamente, porque esa estética, esa forma de hacer humor no «conecta» con nosotros. No despierta emociones ocultas, mientras que el delirio de aventuras de Sam Raimi sí que lo consigue.

Y es que estamos ante un título que funciona perfectamente como cine de acción y como parodia de cine de acción. Parecerá una tontería, pero este filme me recuerda los mejores momentos de mi infancia, mucho más que cualquier producción de Walt Disney. ¿Una apreciación subjetiva, cargada de nostalgia? Sí. Pero la nostalgia, amigos míos, no sale de ninguna parte. De pequeño vi cientos de películas y sólo unas pocas me han acompañado hasta hoy. Alguna incluso me da auténtica vergüenza ajena. Soy de la opinión de que, cuando un relato es capaz de funcionar con un infante y un adulto, es que tiene algo especial, independientemente de su género o de la situación personal de quién lo disfrute.

A principios de los 90 apenas existía cine de fantasía heroica, y menos de serie «A». Más allá de las excepciones obvias, como ‘Willow’, se trataba de una categoría bastante esquiva en el videoclub.

Hay que tener en cuenta que vender una película a un productor es extraordinariamente difícil puesto que estos suelen acudir a éxitos recientes como única referencia. ¡Imaginaos el problema cuando la única referencia útil para el género es ‘Star Wars’! Los cineastas que querían construir fantasía heroica no podían dormirse en los laureles, sino ser realmente imaginativos en su trabajo, para contentar a una audiencia muy, muy diversa. Tenían que ser ingeniosos en el planteamiento, pues no les bastaba con calcar el mundo de Tolkien, del mismo modo que los aficionados a un género «de nicho» teníamos que acostumbrarnos con cosas que sólo se parecían a lo buscábamos. Esto último tenía el curioso efecto de ampliar nuestros gustos y aficiones. Recuerdo buscar ansiosamente en la cartelera historias que se ajustaran a mi extraño paladar… y ser capaz de contentarme con producciones de lo más diversas. Ahora, agradezco esta carencia. Si hubieran existido los filmes de fantasía que existen hoy, es posible que no hubiera sido tan ecléctico en mis elecciones.

Está claro que ‘El ejército de las tinieblas’ no es exactamente fantasía heroica ni es exactamente serie A… pero el hecho es que se acerca bastante.

El argumento es una adaptación demente del clásico de Mark TwainUn yanqui en la corte del Rey Arturo’, aderezado con todos los tópicos imaginables del cine de terror, agitados y servidos, eso sí, de formas la mar de inesperadas. Todos intuimos qué va a ocurrir en la siguiente escena, pero la audaz dirección de Raimi logra que ese «qué» nos resulte extraño, novedoso y exótico. El guión (del propio Sam y su hermano Ivan), es una lección magistral de ritmo que incluye guiños a Lovecraft, ‘Ultimatum a la Tierra’ o el universo de ‘Dragones y mazmorras’. El trabajo de fotografía de Bill Pope nos retrotrae al mundo de las viejas revistas «pulp» e incluso el título es deliciosamente obvio.

El filme no se corta en utilizar un humor claramente inspirado en los ‘Looney tunes’, mientras demuestra un sentido de la maravilla propio de una peripecia de Ray Harryhausen. Conoce bien sus referentes y nunca los olvida, pero tampoco los «copia» sin aportar algo propio. También merece la pena mencionar la banda sonora, tanto el tema central compuesto por Danny Elfman como el resto del «score», obra de Joe LoDuca.

Esos esqueletos respondones, esa violencia de teatrillo de guiñol, esos horrorosos engendros del averno, esos duelos dignos de Errol Flynn, esos diálogos tan absurdos como icónicos, esas batallas llenas de energía, esos efectos especiales de apariencia claramente artesanal… elementos muy dispares que, sin embargo, encajan como piezas de un puzzle. Sí, temáticamente, el título tiene muy poco que aportar, más allá de un homenaje al propio cine y el trasnochado enfrentamiento entre el bien y el mal. Pero no todos los relatos necesitan una profundidad impostada para tener éxito. El arco de personaje de Ash es perfectamente funcional y sus andanzas se sostienen por sí solas.

El ejército de las tinieblas

El ejército de las tinieblas’ recibió muy buenas críticas en su día. La prensa especializada pilló el chiste a la primera y sólo unos pocos dijeron que se trataba de un producto olvidable. También ganó el premio Saturn a mejor película de fantasía de 1993, así como el International Fantasy Film Award de ese mismo año. Tras esto, hemos visto varias series de comics, videojuegos y juegos de mesa que tratan (con distinta fortuna) de recuperar el espíritu de la cinta.

Este título convirtió al anodino protagonista de una peliculilla de bajísimo presupuesto en un auténtico icono generacional. Ash electrodomésticos: el jefe. Bruce Campbell por duplicado, como un héroe increíblemente malhablado y un supervillano sin ningún tipo de sutileza. Y es que el actor hace la película completamente suya, en cada escena. Queremos verle recibir tortazos pero también queremos verle victorioso.

Es cierto: existen otras dos películas que incluyen a susodicho personaje. Pero no los considero importantes. Para empezar, porque, en las ocasiones previas, carece de la arrolladora personalidad de la que hace gala en esta entrega. Y para seguir, por los propios valores cinematográficos de cada cinta: la primera es más una curiosidad que otra cosa, una de esas historias tan estadounidenses que demuestra que incluso una producción diminuta completada con grandes dificultades puede catapultar a su director a la fama. La segunda tiene buenos momentos pero sólo eso, momentos, pues, estructuralmente, es un desastre y no parece tratar de absolutamente nada hasta su último tercio. En mi opinión, la «trilogía Evil Dead» no existe. Sólo existe ‘El ejército de las tinieblas’ y otros dos largometrajes que se hicieron antes de hallar el concepto adecuado. El filme que hoy nos ocupa es totalmente independiente, válido en sí mismo.

Quiero aclarar que ésta no es mi película favorita. Ni siquiera creo que se encuentre entre las cinco primeras (siempre que me he visto obligado a elaborar una lista he escogido otros clásicos). Pero merece ser reivindicada, pues es muy fácil no fijarse en los valores de una cinta que, sin pretensión alguna, nos hace reír y vibrar. Evasión en su forma más pura e inocente.

El final original de la cinta era bastante deprimente, cercano al «terror» que ofrecían los dos títulos anteriores. En él, Ash despertaba en el futuro, viendo como el mundo había sido conquistado por las fuerzas del mal. Sin embargo, los productores exigieron cambiarlo y, gracias a esto, disfrutamos de un desenlace muy superior: Raimi construye una secuencia totalmente disparatada, pero que encaja perfectamente con el espíritu del resto del film. Un final insuperable, tan triunfante como exageradamente paródico.

Estamos pues ante una aventura colosal, divertidísima, que no se toma en serio a sí misma, ni falta que hace, con cientos de referencias a la cultura «pop» y que supo convertirse, ella misma, en una referencia para muchos otros. Ideal para niños que quieren hacerse grandes y grandes que quieren volver a ser niños. Puro cine de entretenimiento.

El ejército de las tinieblas

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Enrique Dueñas

Enrique Dueñas , escritor y guionista, aficionado al género fantástico y la tarta de queso.

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