Entrevista con Alberto Marini, director de Summer Camp

Alberto Marini

Al finalizar el pase de la película Summer Camp, tuvimos la oportunidad de intercambiar unas palabras con su director, Alberto Marini.

Pregunta: ¿Cómo ha sido esa transformación de ser guionista, de estar tranquilamente ante un ordenador, a ponerse detrás de una cámara?

Respuesta: Para serte sincero, el cambio es bestial. De chaval quería ser director de películas de terror, y cuando te digo chaval pues debería tener unos diez años. Un día fui al cine, vi una película de Dario Argento y, al llegar a casa le dije a mi padre que ya no quería ser veterinario. Ha sido el sueño de toda mi vida profesional. He tenido la suerte de trabajar en el cine, soy un privilegiado, un afortunado, y he conocido tareas como la de guionista y la de productor que siempre me han llenado, vaya, que no me han dejado insatisfecho. Sin embargo ha surgido la posibilidad de ponerse detrás de la cámara, ha aflorado ese niño que tenía dentro y que por suerte seguía agazapado en el interior, pero sobre todo me apetecía poder controlar todo el proceso creativo de principio a fin. Como guionista estas muy metido en el proceso pero nunca entregas una obra, entregas un escrito inacabado que otras personas se encargaran en convertir en obra; como productor estás al pie del cañón durante todo el proceso pero no tienes la última palabra creativa sobre el proyecto, y lo que me apetecía al ponerme detrás de la cámara era poder liderar el proceso creativo. Es la verdadera razón para dirigir.

P. La película tiene mucha energía, una fuerza y un vigor muy marcado que se parecen a los síntomas que tienen los personajes ¿Cómo llegas a este desarrollo del proceso visual?

Veamos, desde el principio queríamos hacer una película gamberra, pero que fuera rabiosa. Yo tengo un amor incondicional a los infectados y a los hombres lobos, que parecen unas criaturas muy distintas pero que en la realidad lidian con el mismo elemento que es el control del instinto. No creo que una persona normal y corriente deje salir el animal que lleva dentro a causa de la luna. Hace locuras, como las hacemos todos, pero nunca se desinhibe totalmente, y el infectado, una persona normal y corriente, pierde todo control sobre sí mismo convirtiéndose en una criatura rabiosa. Por cierto, mi filosofía de la vida es que las personas tendemos al mal, somos pura maldad, y hacemos el bien casi por obligación, controlamos nuestros instintos. En el momento que lo dejamos suelto simplemente somos pura maldad, y esto es lo que deseaba reflejar en la película, una infección realista, salvaje, creíble dentro de la misma película fantástica y que todo respirara esa rabia en toda la duración del largometraje.

P. ¿Cómo ha sido tu experiencia con los actores?

Muy bien. Una cosa hice bien desde el principio: ser consciente que soy un director novel. Cierto, he vivido muchos rodajes en mi carrera profesional y he visto todos los problemas que han surgido, fueran o no técnicos; problemas que pueden surgir entre actores y con el mismo director, por eso a la hora de seleccionar a los intérpretes, no he buscado solo a los mejores, sino qué nivel de actitud y disposición tenían frente a un film. No podía permitirme un actor complicado en rodaje. Era mi primera película y teníamos muy poco tiempo para rodar. Fue cuando conocí a cuatro chicos encantadores, entregados y con unas ganas locas de dar lo mejor posible de ellos mismos. He acertado de lleno.

P. ¿Cuál ha sido la escena más difícil de rodar, incluso de plantearla sobre el papel?

Trabajamos muchísimo en la preparación. Había secuencias que nos daban muchísimo respeto, como la escena de la caravana, ya que se rueda en un espacio muy pequeño, claustrofóbico, donde las cámaras estaban muy limitadas en lo que al movimiento se refiere. Todo estaba milimetrado, y finalmente salió bien. Y por ejemplo, otra secuencia en la que no habíamos previsto ningún problema nos creo ciertos contratiempos, como las carreras en el bosque o la del jeep.

P. El género de terror tuvo su momento álgido hace unos años, y ahora parece que ha desaparecido por completo ¿Por qué crees que ha ocurrido esto?

Estas cosas ocurren y es un hecho que en España se sigue haciendo terror que tiene muy buena reputación en el extranjero, pero también es cierto que en los últimos cinco años ese terror no funciona muy bien en nuestro país. Hay películas que consiguen cautivar al espectador pero… para ser sincero, son títulos muy limitados. Creo que se debe a que hace cinco o diez años nuestro mercado sufrió una avalancha de muy buenos films como los de Jaume Balagueró, Alejandro Amenábar o Juan Antonio Bayona, y sin quererlo, se formó una especie de sinergia. El público empezó a creerse que, en España, podía hacerse cine de alta calidad, en pocas palabras, que valía la pena pagar por ir al cine y ver las películas españolas que se proyectaban. Estas películas se vendían muy bien fuera, por lo que todos los chavales de la escuela de cine tenían referentes cercanos que triunfaban en la gran pantalla y podían soñar con ser el nuevo Alex de la Iglesia, Balagueró, Amenábar etc. También es un hecho que últimamente parece que han abandonado, momentáneamente espero, el género puro y duro y entonces no hay un referente, un faro, en lo que al cine de terror se refiere. Todos necesitamos referentes, hasta el público y los espectadores. Cuando se encuentre volverá la confianza, pienso que es cuestión de tiempo.

P. Para terminar, me gustaría hacerte una pregunta que no tiene nada que ver con tu última película Summer Camp ¿Qué destacarías de tu experiencia como guionista en el film Mientras duermes?

Mientras duermes fue un guion que escribí en mi tiempo libre, no me lo encargaron, y era un proyecto muy personal que no significa autobiográfico. Era un guion pensado para dirigirlo yo, y se lo presenté a una persona que tiene mucho criterio, que es Balagueró, para saber su opinión. A él le gustó mucho, claro que primero pensé (y así se lo dije) que lo decía porque era su amigo, y él que no, que lo decía porque era cierto, y con un tira y afloja irrisorio, que si no fuera tuya la dirigiría yo, que si esto no es verdad, a que sí, a que no y PAF en media hora dejé de ser el director. Te puedes reír pero es cierto. Ni yo me lo creo pero te prometo que fue así.

P. ¿Puedes contarme algo de tus próximos proyectos?

No hay ningún secreto, seguiré trabajando de guionista que, al fin y al cabo, es lo mío. Actualmente estoy metido de lleno en un guion para Daniel de la Torre, ya sabes, el director de El Desconocido. Seguramente no se convertirá en su próxima película, tal vez la tercera o cuarta, ya veremos. También estoy trabajando con un director novel que se llama Pedro Alonso Corredoira y es una producción entre Vaca Films y la productora de Jaume Collet Serra. Será una película hablada en inglés y es un thriller bastante angustioso, en despachos cerrados, ya sabes a lo que me refiero. Y sobre dirigir, hay un proyecto que está por ahí pero ya veremos si cuaja. ¿Me explico?

Asiento y aprovecho para hacer la última pregunta:

P. El final ha sido fantástico, y sin ningún ánimo de desvelarlo, ¿cómo llegaste a esta idea? Los finales de las películas de terror son más convencionales, no lo neguemos. Yo creo que los he visto todos, y sin embargo el tuyo me ha sorprendido.

Me alegro. El final estuvo siempre ahí, desde el principio. En la primera versión del tratamiento ya estaba, y siempre nos gustó. Hasta Balagueró me dijo: hay cosas que deberemos cambiar, pero este final es la razón para hacer esta película. Vaya, que lo acerté a la primera. Algunas cosas son así.

Muchísimas gracias, sé que tienes prisa pero estoy seguro que habrá más oportunidades, y más películas.

R. Esperemos que tengas razón.

Summer Camp

Jaume Balagueró, Alberto Marini y Andrés Velencoso

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Josep Lluis Mestres

Josep Lluis Mestres, nacido en Barcelona (1960), ha sido director de la revista literaria Vians Literature, y sus narraciones, poemas y artículos han aparecido en distintas revistas especializadas. Es autor de variados libros de poesía y narraciones, y le han sido concedidos diversos premios literarios.

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