Filmadrid – Día 6: Beduino, Afternoon Clouds, Casa Roshell, Protokolle

Sin aceptación previa no somos capaces de observar a las personas. Necesitamos seguridad para poder transmitir nuestros miedos, fantasías y sentimientos. La necesidad de confianza, tema que ha prevalecido en la sexta jornada de FILMADRID. En la primera sesión, Beduino (2016) de Júlio Bressane ha plasmado la escenografía de lo oculto; mientras que la joven Payal Kapadia soñaba con el amor perdido en Afternoon Clouds (2016). Dos intentos de recuperar un sentimiento soterrado, contrapuesto con las proyecciones finales, sobre sacar a la luz identidades marginales. En un hogar para la transexualidad, Casa Roshell (2017) de Camila José Donoso logra transmitir el respeto y solidaridad generadas. Mientras que las dos últimas películas de Jan Soldat, Happy Happy Baby (2017) y Protokolle (2017), dan voz a las fantasías más excepcionales. Cine para romper prejuicios y limpiar miradas. Un día para recobrar la vista.


‘BEDUINO’ (2016), DE JÚLIO BRESSANE – COMPETICIÓN OFICIAL

Beduino

La cámara acaba de transformarse en una mirilla. Una mutación que deviene en una mirada voyeurista. Vamos a ser espectadores de lo escenografía de lo no dicho. Un escenario donde el deseo y los instintos se expanden silenciosamente. Porque Beduino (2016), del mito brasileño Júlio Bressane, es una obra contracorriente. Como el director califica: “una sala de metamorfosis”. Dentro de la habitación de una pareja, las temperaturas son extremas. La luz es irreal, el imaginario es infinito. Entre una niebla de reproches, la arrolladora presencia de los intérpretes Fernando Eiras y Alessandra Negrini reformulará una relación moribunda. Para revivir la llama, el guión del propio Bressane y Rosa Dias traduce a imágenes textos de la literatura tradicional portuguesa. Representaciones maleables y oníricas. Con cada sueño, las piezas del ajedrez de ficciones están más cerca del jaque mate. El rescate de un barco a punto de hundirse. Hace tiempo que los cabos asfixian a los amantes. Falta de aire originada por la costumbre y la extinción de la pasión. Para sentir, el texto propone realizar un sacrificio, abandonarse a la fantasía. Un sensual estado construido por los cuerpos y la suave dicción. En la representación de la vida íntima sí se pueden salvar. Pues Bressane explicaba que vivimos en la época sin transparencia ni imaginación. Convirtiendo a Beduino en un documento escapado de la actualidad. La esencia de otro tiempo, de otro lenguaje cinematográfico. Una forma de vivir revelada con la introducción de un pasaje de su clásico Memórias de un Estrangulador de Loiras (1971). Un cine heroico que prevalece contra el mar y el viento. Y junto a la pareja, sanamos gracias a la imaginación.


‘AFTERNOON CLOUDS’ (2016), DE PAYAL KAPADIA – COMPETICIÓN OFICIAL

Un rayo de sol incide en una flor, le quedan dos días de vida. Sus colores enérgicos se alimentan de la luminosidad que entra por dos ventanas. Una estampa pictórica duplicada. Pues la sensibilidad que rezuma Afternoon Clouds (2016) de Payal Kapadia es compartida. Aferrándose a un haz de esperanza, la joven directora hindú exprime con sencillez el tiempo en el que la planta se marchita. Una premisa influenciada, como refleja el título, por Floating Clouds (1955) del maestro Mikio Naruse. Al igual que las falsas ilusiones de la obra nipona, dos mujeres contemplan su pasado en el mar y el cielo. Desde las alturas, una anciana recuerda a su difunto marido. Para ella, la planta le retrotrae a los intentos de su compañero por conseguir que las flores floreciesen durante todo el año. Por el contrario, a su lado se encuentra su doncella. Una joven que baja la vista, meciéndose por el oleaje. A parte de la luz, el agua es el otro elemento nutritivo. Al igual que la ausencia del marido, su amante navega por los mares. Dos miradas hacia el infinito, hacia los días que pasaron juntos. En el presente de la obra, cuando se alejan del exterior, cada una de ellas afronta su futuro con una actitud antagónica. Vemos como la mujer mayor no se cuida, mientras que la joven se mima a la espera de un regreso. El amor muerto y el vivo. Un delicado suspiro plasmado por Payal Kapadia, mas no debemos confundir la apropiación de una referencia con el talento. Más lejos que el mar, espera un reencuentro soñado. Es más fácil cerrar los ojos que sentir la triste realidad. En otra dimensión, el tiempo se congela y las nubes tapan las ventanas. Como plasmó Naruse: “la vida de la flor es muy corta”. La planta se ha quedado sin luz.


‘CASA ROSHELL’ (2017), DE CAMILA JOSÉ DONOSO – COMPETICIÓN OFICIAL

Suena el teléfono en Casa Roshell. Tras descolgar, se le ofrece al cliente el pack completo de transformación: maquillaje, vestido, zapatos, etc. Entonces, contemplamos la calle desde las cámaras de seguridad. En el exterior, una persona llama y accede. Acaba a entrar en su refugio, pues siempre se es bienvenido a Casa Roshell. Un club donde la sexualidad es libre, convirtiendo a sus visitantes en familia. Un selecto grupo al que se accede por invitación, como llegó la directora chilena Camila José Donoso. Conocedora de estos lugares debido a su activismo feminista, el club de Ciudad de México le asombro por su atmósfera cálida. Con este impacto, empezó el proyecto materializado con la estupenda película Casa Roshell (2017). Por la inseguridad ante los foráneos, la directora pasó un año investigando sobre sus dinámicas y las historias de cada mujer. Implicada en la causa, estableció una relación horizontal con este colectivo. A partir de todos los diálogos recopilados durante su estancia, escribió un guión grabado en sólo 6 días de rodaje. Porque hay que destacar que Casa Roshell no es un documental, como se aprecia en su cuidada puesta en escena. En cada plano, los omnipresentes espejos crean múltiples ángulos, fortaleciendo el halo de la feminidad. Un sentimiento común donde cohabitan múltiples biografías bajo las luces tenues del club. Una atmósfera nubosa, en la que Camila José Donoso buscó la suciedad. Con esta intención, ella intercala fragmentos grabados de la rutina de la Casa con el digital, al que vincula “una plasticidad frustrante”. Pues la fraternidad y amabilidad de las integrantes de la Casa Roshell se oculta del exterior. Lugar extraño donde sí deben fingir sus personalidades. Para algunas de ellas, la película de la joven directora es la primera vez que se han visibilizado. Y que mejor espacio para reafirmarse que la convivencia en su hogar. Pues a lo lejos, atrona el ruido de los aviones. Un sonido desafiante que cubre la Casa Roshell. No obstante, está presente el mandamiento fundamental de esa familia: “Prometerás volver la próxima semana”.


‘HAPPY HAPPY BABY’ (2017), DE JAN SOLDAT – COMPETICIÓN OFICIAL

Luces de neón verdes iluminan las escaleras hacia un sótano. Bajo la perspectiva de Jan Soldat, un sórdido subsuelo sexual nos espera. No obstante, al entrar nos encontramos a tres adultos en pañales. Mientras juegan con piezas de construcción, su “padre” les preparará sus potitos. Una sacudida aceptada gracias a la notable Happy Happy Baby (2017) del prolífico director germano. La primera parte de la película transcurre escondida de la sociedad. Una incuestionable falta de comprensión a sus deseos infantiles. Pero Sven, Mike y Thomas transmiten más humanidad que la mayoría. Para registrarlo, Soldat se acerca a la vida íntima de Thomas, de 63 años. Este bebé reside junto a su pareja, un afectuoso joven. Durante la entrevista, la seguridad emanada por el realizador descubre la forma de vida de estos dos personajes marginales. Comentan su entendimiento y felicidad, así como la cercanía con su familia. Si hay una imagen que cala en nuestra mente, esa es la manera de cuidarse el uno al otro. Una ternura y solidaridad desbordante. El compañero de Thomas declara que su sueño era ser cuidador de animales, muchas veces desatendidos. Una visión personal sin hueco para el dolor y el sufrimiento. Honesta fortuna que acaba saliendo a la calle. A pleno luz del día, los tres bebés reclaman un abrazo de su falso progenitor. No hay violencia en su mundo, sólo afecto.


‘PROTOKOLLE’ (2017), DE JAN SOLDAT – COMPETICIÓN OFICIAL

La noche del 10 de marzo de 2001, Arimn Meiwes se comió al ingeniero Bernd Jürgen empezando por su pene. Un acto de canibalismo acordado para alcanzar la experiencia de su vida. Pretendida eternidad aludida por los tres protagonistas de Protokolle (2017) de Jan Soldat. En contraste con el luminoso fondo, se suceden los testimonios en la penumbra estática. Todos ellos reproducidos por actores. El primero de ellos, asocia el origen de su fetichismo por ser devorado en dos sucesos de su pubertad. La humillación sentida cuando estaba desnudo y la matanza de un cerdo. Desde entonces, los únicos límites impuestos a los rituales de dominación son la muerte y las marcas incurables. Una excitación incomprendida, especialmente por su mujer; sin soportar el sufrimiento generado y los secretos conyugales. Un discurso conectado con el último hombre anónimo, quien encuentra en su fantasía el último y más puro acto amoroso. Después de un divorcio, se halla en una etapa de su vida marcada por la incesante búsqueda de un matarife. Un propósito difícil, pues la libertad acabaría para los perpetradores. Un acuerdo personal, mas fuera de los límites de la legalidad. Una cuestión filmada sin provocación alguna por Jan Soldat. Poniendo en balance los daños colaterales y la angustia propia, Protokolle remueve el estómago. Porque como declaró el abogado del “caníbal de Rotemburgo”: “su móvil no era obtener sexo y placer, sino seguridad y recogimiento”.

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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