Fotogenia de la Guerra Fría (X): Descolonización y dramas africanos (II)

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Los perros de la guerra

Los “perros de la guerra” en la África de las mil guerras

Un mercenario no combate, simplemente entrena y asume la dirección táctica de los combates. Las guerras que estallaron en África tras la descolonización supusieron el período áureo de los “perros de la guerra”. Procedían de muchas guerras anteriores: entre ellos estaban antiguos miembros de las SS, derrotados y en busca de alguna victoria que poder llevarse a la tumba; ex miembros de la legión extranjera francesa hartos de contabilizar heroísmo para terminar sumando derrotas y, finalmente, jóvenes con el cerebro caliente y el bolsillo vacío, en busca de aventuras con las que rebelarse al mundo de papá y mamá. Hubo de todo y el cine reflejó algo de esto.

Frederick Forsyth había investigado la aventura de los mercenarios de los años 60 y 70, que el vinculó con una aventura desarrollada en Guinea Ecuatorial que le proporcionaría precioso material para una novela que serviría como base para elaborar el guión de The Dogs of War (1980, Los perros de la guerra), protagonizada por unos juveniles Christopher Walken y Tom Berenger. Lo exhaustivo de la documentación utilizada por Forsyth hizo que la película tuviera mucho de documento histórico. A un lado está Zangaro, un país dirigido por un personaje brutal e inmisericorde, en el otro una multinacional que quiere apropiarse de sus riquezas minerales. Y es aquí en donde entran los “perros de la guerra” para forzar y desestabilizar cualquier régimen en beneficio de quién les paga.

Otra película que ilustra el conflicto congoleño y que, a pesar de una trama novelesca, encierra muchos elementos históricos reales es The Mercenaries (1968, Último tren a Katanga), que sitúa la acción en 1960 (poco antes de la independencia) en la provincia congoleña de Katanga, rica en minerales y, especialmente, en diamantes. Han empezado las masacres de los residentes blancos y un grupo de mercenarios ayuda a evacuar a los habitantes de un pueblo y a proteger un cargamento de diamantes. Rod Taylor, jefe del comando, da la talla como “perro de la guerra”, mientras que la rubicunda Yvette Mimieux aporta su delicadeza. Se trata de una película de aventuras pero casi todo lo que se describe sobre los mercenarios es rigurosamente cierto.

Los mercenarios se estrenaron en el Congo después de que este país obtuviera la independencia de Bélgica en 1960. Poco después empezó la violencia, los asesinatos de granjeros y residentes europeos y las tensiones entre las distintas regiones y tendencia políticas. La tensión se agudizó cuando llegaron los técnicos soviéticos. Poco después, el presidente Kasavubu destituyó al primer ministro Lumumba –considerado como comunista por la CIA- y éste se sublevó. Las tropas del gobierno dirigidas por el coronel Mobutu se hicieron con el poder y expulsaron a los asesores soviéticos. Lumumba fue asesinado. Toda esta historia que se prolongó de manera trepidante entre 1960 y 62 fue objeto de un documental belga: Spectres (2011), elaborado en el cincuentenario del asesinato de Lumumba.

Otro documental avanza un poco más en la historia de los mercenarios en África. En Terra de Ninguém (2012, En tierra de nadie) la directora portuguesa Salomé Lamas, nos relata la historia de un mercenario real, Paulo de Figueiredo, curtido en las aventuras africanas y que no se resignó a un retiro pacífico sino que pasó a trabajar para el GAL, asesinando a terroristas de ETA por cuenta del gobierno de Felipe González. El documental nos recuerda que con demasiada frecuencia la realidad excede a cualquier relato de ficción.

Tierra de nadie

El mercenario Paulo de Figueiredo en Terra de Ninguém (2012)


Sobre tiranos y tiranías africanas 

La historia africana desde la descolonización es una historia de tiranos y tiranías. Si hablamos aquí de ellas es simplemente porque casi todas ellas vieron la luz durante los años de la Guerra Fría y lograron encaramarse en el poder y permanecer más o menos tiempo en él, en la medida en que satisficieron a alguna de las dos superpotencias.

Empecemos con Guimba, un tyran une époque (1995), retrato del dictador africano medio y que servirá para entender el drama africano. Esta película, producida en Mali, uno de los países más pobres de África y, en estos momentos, zona de combates entre fundamentalistas y gubernamentales, pone el dedo en la llaga. Esta comedia dramática o drama con pizcas de sal nos habla de un tirano africano que es como todos los tiranos que ha dado aquel continente: cruel, antojadizo, primitivo, erotómano, infantil, opulento y supersticioso. Hay algo de historia en esta película, pues Guimba no es otro que la dramatización del coronel Moussa Traoré, presidente del Comité Militar de Liberación Nacional, quien encabezó en 1968 el golpe de Estado que depuso al presidente Keita. Traoré se mantendría en el poder hasta 1991, derrocado, a su vez, por otro militar. La película abarca este casi cuarto de siglo.

Idi Amín Dadá fue otro dictador africano de paladar exquisito (a ratos caníbal) que, por algún motivo, ha llamado mucho más la atención de Hollywood que otros dictadores de la misma época, del mismo continente y de las mismas aficiones gastronómicas. No hay películas sobre el dictador guineano Macías y sólo un par de documentales sobre Bokassa, emperador de pacotilla, arropado por los franceses, cuyo presidente Giscard, no desdeñó sus exóticos manjares de dudoso origen. Vayamos por partes, que diría el cocinero de estos dictadores.

Del gobierno de Idi Amin se recuerda sobre todo la operación desarrollada por un comando israelí para liberar a un avión secuestrado en el aeropuerto de Entebbe (Uganda). Hay que ir con cuidado con este tipo de películas que, siempre, son pura propaganda política. Históricamente, la primera que apareció fue Victory at Entebbe (1976, Victoria en Entebbe). La película es casi una crónica idealizada de las idas y venidas de unos y de otros, así como del estado de ánimo de los secuestrados. La TV-movie Raid on Entebbe (1977, Brigada antisecuestro) es más de lo mismo y pocas cosas varían en relación a la primera. En cuanto a Mivtsa Yonatan (1977, Operación Relámpago), película israelita, abunda en el tratamiento épico de la actuación del comando judío que liberó a los rehenes. Sorprenden dos cosas: que Idi Amín ya en esas cintas fuera tratado como una bestia sanguinaria y que todas ellas se estrenaran en un tiempo récord después de los acontecimientos que ocurrieron el 4 de julio de 1976.

Mayor arco histórico nos ofrece una muy correcta película inglesa, The Last King of Scotland (2006, El último rey de Escocia), en donde vemos a un Forest Whitaker asumiendo el papel de Idi Amin. Nos narra la historia de Amin Dadá al frente de Uganda, sus crueldades, abusos y su carácter excéntrico, desde el punto de vista de un médico escocés que por pura casualidad va a parar a aquel país. Sin embargo, fue Joseph Olita el actor que ha representado más ocasiones al dictador ugandés para la gran pantalla: en Rise and Fall of Idi Amin (1981), película kenyata, la trama se centra en reconstruir el golpe que llevó a Amín Dadá al poder, las expectativas que suscitó y como se disiparon con sus primeras atrocidades. Cine verité a la africana. Olita repite otra vez en este papel en una trama completamente diferente. En efecto, Mississippi Masala (1991), melodrama de toma Klínex y llora, se desarrolla en los EEUU a donde ha ido a parar una pareja india que resultó expulsada de Uganda junto con miles de ciudadanos de la misma nacionalidad en otro de los episodios imprevistos del gobierno del imprevisible Amín Dadá.

El último Rey de Escocia

Y por si alguien quiere redondear el drama de Uganda, puede recurrir a dos documentales extremadamente fiables. General Idi Amin Dada (1974), elaborado durante su período de gobierno. El director, Barbet Schroeder consiguió que Amín Dadá le permitiera acudir con su cámara a un safari y a una competición de natación en las que el mismo participó para demostrar su popularidad. Lo que logro, en realidad, era mostrar su carácter de niño grande cruel y psicopatón. El otro documental lo citamos aquí, a pesar de que solamente dedica unos minutos al gigantón ugandés, pero menciona a otros dictadores que (Ceaucescu, Kim Yong-il) ejercieron durante la Guerra Fría. Se trata de Dictateur: un boulot de dingue (2012, Dictador, un trabajo de locos) de Alain Charlot, que incurre en algunas exageraciones con un guión demasiado apresurado y sabedor de que los dictadores muertos no van a presentarle ninguna denuncia por calumnia y libelo; a pesar de todo, la cinta sirve, en cualquier caso como indicativo y para que el espectador eduque su sentido crítico y su percepción de dónde una denuncia puede pasarse de vueltas.

Otro dictador africano que daba mucho juego pero que se implicó mucho con Francia y EEU, fue Jean-Bedel Bokassa, dictador inmisericorde de la República Centroafricana. Sin embargo, si se han filmado películas con él como protagonista, no se han estrenado en el ámbito latino. Si se ha hecho, en cambio, un documental, firmado además por la más que notable mano de Werner Herzog: Echos aus einem düsteren Reich (1990, Ecos de un emperador sombrío). Sí, porque Bokassa no se limito a usurpar la presidencia del país, ni a ejercerla entre 1966 y 1976, sino que además se proclamó “emperador”, intentando emular en la ceremonia de coronación a Napoleón. Herzog elaboró el guión partiendo del relato de un periodista norteamericano encarcelado en aquel país.

Echos aus einem düsteren Reich

Echos aus einem düsteren Reich (1990)


Portugal y sus guerras coloniales

Cuando el 25 de abril de 1973, la radio portuguesa emitió los acordes del Grándola vila morena, el movimiento de los “capitanes de abril” se puso en marcha. No tenían muy claro lo que iban a hacer: simplemente sabían que la guerra en África no podía acabar bien y que era preciso cortar la inercia política del presidente Marcelo Caetano. Por entonces, ya tenían prácticamente perdida la colonia de Guinea Bissau, mayoritariamente en manos de los guerrilleros del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde, y mantenían un equilibrio de fuerzas en Angola, conteniendo, mal que bien, a los tres grupos guerrilleros (el MPLA de obediencia soviética, el FNLA de obediencia pro-china y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola con buenas relaciones con la CIA primero y más tarde, ya descolonizado el país, con el régimen sudafricano y la antigua metrópoli colonial). En Mozambique, el FRELIMO también hostigaba a los soldados portugueses.

Frentes demasiado amplios como para que el ejército pudiera hacer algo. Líneas excesivamente dilatadas para que llegaran los suministros de la metrópoli a las unidades de primera línea. Guerras imposibles de vencer. De nada había servido que Portugal tratara a aquellos territorios como “provincias” y que les otorgara los mismos derechos que al Alentejo o a Oporto, Madeira y Braga. Simplemente, querían la independencia y ser dueños de su propio destino, después de pagar lo convenido a quienes les facilitaban esa misma independencia.

Hay películas que reflejan algo de todo esto. La censura del gobierno portugués hasta 1974 cortó la posibilidad de que hubiera en aquel país un cine que relatara, como había ocurrido en Francia con Argelia y Vietnam, las particularidades de aquellos conflictos, en caliente, justo cuando estaban sucediendo. Mientras, las guerrillas que operaban en los territorios portugueses habían filmado documentales de propaganda que se exhibieron profusamente en las “zonas liberadas” y en los países democráticos europeos para popularizar los conflictos.

En el Portugal anterior al 25 de abril de 1974 tan solo hemos podido localizar un documental oficialista producido por el ejército, Angola en la guerra y en el progreso (1971), que no hemos podido localizar. Levantada la censura con la llegada del nuevo régimen, se empezaron a filmar documentales y películas sobre aquellos conflictos olvidados. Este cine, reflejaba especialmente los dramas personales de los soldados de leva que tuvieron que ir allí a luchar. No han quedado muchas huellas de este cine en el que, por lo demás, encontramos alguna co-producción luso-soviética, versión nuevamente “oficialista”, pero desde el punto de vista del nuevo régimen. Los tiempos no estaban maduros para un cine histórico, objetivo y veraz sobre las guerras coloniales portuguesas. Las pocas películas que tocaron este tema, fueron producidas para la televisión nacional. Hubo que esperar a que se apaciguaran los ánimos para que pudiera proyectarse una coproducción luso-franco-española: Non, ou a vã glória de mandar (1990, No, o la vanagloria de mandar) de Manoel de Oliveira, que repasa, con un  argumento dramático intenso, la historia de Portugal desde los descubrimientos de los territorios de ultramar a las guerras coloniales de los años 60-70. Los diálogos y las citas son esenciales en esta película que puede calificarse como de vocación historicista.

El conflicto de Angola está retratado en el documental La guerra en Angola (1976). La cinta tiene dos hándicaps casi insuperables: en primer lugar es un retrato “en caliente” cuando la guerra todavía proseguía, ya no contra los portugueses, sino entre fracciones angoleñas rivales (MPLA apoyada por soviéticos y cubanos, FNLA apoyado por chinos y UNITA apoyada por norteamericanos y sudafricanos); en segundo lugar el documental está producido en Cuba y, por tanto, tiende a mitificar al MPLA y presentar a las otras fracciones como “infames imperialistas”. Algo había de eso, pero siempre, en todos los conflictos, incluso en la vida misma, no todo es blanco ni negro, sino sometido a un pantone excepcionalmente diversificado que aquí brilla por su ausencia. De todas formas, sirve como documento para un análisis y una comprensión de cómo se veían las cosas desde uno de los lados posibles del conflicto.

Una película rodada en Guinea Bissau, Mortu Nega (1988), ambientada en 1973, nos da la versión indígena del conflicto colonial. La película puede llegar a aburrir en varios tramos –y, de hecho, lo logra- pero nos aporta una versión interesante desde dos puntos de vista: el de la lucha por la independencia y el de la mujer africana (esa mártir). Esto por lo que se refiere a Guinea. También sobre el conflicto mozambiqueño encontramos una cinta que, bajo la forma de documental y al menos tangencialmente, toca el tema de la independencia y de los sufrimientos de quienes se comprometieron con esa lucha. Tal fue el caso del pintor Malangantana que, a partir de 1964, militó en el movimiento independentista, siendo encarcelado por ello. El documental sobre su vida se titula Pensar alto (1990).

La mayoría de la películas mencionadas en este parágrafo no han sido estrenadas en España, o lo han sido en festivales y ciclos dedicados a la cinematografía africana que, todavía, está fuera de las preferencias (y del alcance) de la mayoría del público.

Mortu Nega

Mortu Nega (1988)


Sudáfrica: fin del apartheid – fin de la Guerra Fría

Damos por sentado que la situación en Sudáfrica es relativamente conocida por parte del lector. Existía en aquel país un régimen que practicaba el “apartheid” (segregación racial entre blancos y negros). A nadie parecía importarle mucho aquella situación porque el régimen sudafricano era estable y anticomunista. Su estabilidad se basaba en una prosperidad económica a causa de las enormes riquezas de diamante y de su posición geoestratégica en la “ruta del petróleo”. Sin embargo, el régimen sudafricano tenía un adversario en el Congreso Nacional Africano que inició sus actividades como cualquier otro grupo guerrillero, siendo por ello acusados sus dirigentes de terrorismo. Nelson Mandela era uno de ellos y pagó con buena parte de su vida entre rejas. La prisión atenuó las posiciones de Mandela que, terminó recibiendo el Premio Nobel de la Paz, a pesar de que su mujer (de la que terminó separándose) estuviera implicada en varios asesinatos de disidentes políticos del ANC. Más o menos el final del régimen “apartheid” coincidió con el final de la Guerra Fría. Le han sido dedicadas varias películas, TV movies y series, más o menos hagiográficas.

Mandela: Long Walk to Freedom (2013, Mandela: del mito al hombre), es un biopic sobre su vida que abarca desde su niñez hasta el tiempo en el que fue elegido como presidente de la República concluyendo definitivamente al final del régimen blanco en Sudáfrica.

Mandela: Long Walk to Freedom

Aquello de que detrás de todo gran hombre existe una gran mujer, no siempre resulta cierto. A veces ocurre que, tras un gran hombre, se encuentra una mujer oportunista, cruel y desalmada. Winnie Mandela lo era y su figura hoy es criticada. A pesar de que carecía de titulación adecuada (algo habitual entre los ministros encargados de áreas estratégicas, no sólo en África, sino especialmente en Europa), Winnie fue nombrada por su exmarido ministra de Arte, Cultura, Ciencia y Tecnología en el primer gobierno multirracial. El cargo le venía grande y unos meses después su ex la destituyó. La película sudafricana Winnie (2011) es un biopic en la que la ex de Mandela sale embellecida, eludiéndose cualquier aspecto conflictivo de los muchos que tuvo (y que sitúan la cinta en el límite de lo creíble). Para curarse en salud, el director –Darrel James Roodt- se limita al tiempo en el que Winnie era joven, conoció a Mandala, se comprometió en su lucha, soportó su encarcelamiento y aguardó su liberación. Biopic, pues, que se queda a medias, como si de Stalin se contara únicamente los años en los que su abuelito le regalaba caramelos o cuando ingresó en el seminario. Tomar la parte por el todo es la peor forma de hacer biopics. Éste, al menos, ayuda a conocer algo sobre el ANC de los primeros tiempos y los debates entre Mandela y sus camaradas.

Documentales hay varios sobre este tema y dejamos a los lectores la satisfacción de juzgarlos: citamos uno porque nos pone en la recta del capítulo siguiente. En 1991, Mandela visitó a Fidel Castro en Cuba. No se conocían y allí empezó una tierna amistad entre los dos abuelos. El documental cubano Mandela y Fidel (2013) expone la familiaridad con la que se trataban ambos políticos y la proximidad de sus convicciones.

Tal ha sido el cine más recomendable para entender la descolonización y en que circunstancias se produjo. Eran, lo hemos recordado, frentes “secundarios” de la Guerra Fría, en los que la temperatura tendía a subir constantemente en Asia y África, pero falta ahora ver lo que ocurrió en esa misma época en América y, más en concreto, en Iberoamérica. Las independencias del subcontinente se habían adelantado un siglo, pero sin embargo, se produjeron distintas convulsiones políticas que permitieron hablar de “luchas de liberación nacional”. Fueron las experiencias guerrilleras del castrismo y del guevarismo.


Películas citadas para conocer la descolonización y dramas africanos: 

Descolonización y dramas africanos

Ir a Fotogenia de la Guerra Fría (XI): Guerrilleros y guerrillas en la América de los mil golpes

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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