Fotogenia de la Guerra Fría (IV): «Caza de brujas”

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Wisconsin Joseph McCarthy

Wisconsin Joseph McCarthy

Llámase “macartismo” a la iniciativa anticomunista y conspiranoica emprendida por el senador de Wisconsin Joseph McCarthy entre 1950 y 1956. El macartismo desató una reacción de respuesta en los ambientes intelectuales y especialmente en sectores vinculados con la industria del cine que bautizaron esta iniciativa con el inquietante nombre de “caza de brujas”. McCarthy y el Comité de Actividades Anti Norteamericanas, oyeron a cientos de testigos y de imputados que debieron declarar sobre sus presuntas o reales actividades a favor del Partido Comunista. Los contrarios al senador alegaron que sus iniciativas vulneraban la Constitución de los EEUU y eran contrarias a la Primera Enmienda que prohibía cualquier ley o iniciativa legal que redujera la libertad de expresión o de prensa. Se organizaron en el Comité de la Primera Enmienda y contaron con el apoyo de periodistas, cineastas e intelectuales.

El momento álgido de la “caza de brujas” se alcanzó cuando el senador McCarthy elaboró unas “listas negras” que incluían, no solamente a sospechosos de haber colaborado con el Partido Comunista, sino a profesionales del cine que se habían negado a testificar amparándose en la Primera Enmienda y que, por tanto, no se habían desembarazado de la sospecha de quintacolumnistas del bolchevismo en la meca del capitalismo. Mala gente, al decir de McCarthy. Las principales productoras de Hollywood suscribieron la Declaración del Waldorf que establecía que quienes eran reconocidos culpables de favorecer al Partido Comunista, militar en él, simplemente ser miembros, o se habían negado a testificar, debían ser despedidos de sus puestos de trabajo.

El período dorado del macartismo se prolongó hasta 1956, momento en el que los abusos del senador lo desacreditaron completamente. Moriría al año siguiente cuando había sido internado en un hospital a causa de su alcoholismo que desembocó en una cirrosis y hepatitis cuando sólo contaba 48 años. Con razón se ha dicho que la única víctima mortal del macartismo fue el propio instigador de la “caza de brujas”. Algunos han insinuado que fue asesinado a la vista de que había implicado a altos cargos de la administración en la “conspiración comunista”.


 

Las brujas de Salem: macartismo en modo siglo XVII

El crisol

La oposición al macartismo encontró en Arthur Miller a su más acerada pluma. Miller hizo algo más que beneficiarse de la inspiración que le proporcionaba el haberse casado con Marilyn Monroe: compuso un drama teatral que, en clave alegórica, denunciaba la campaña del senador McCarthy y la comparaba con el episodio histórico que había tenido lugar a finales del siglo XVII cuando el terror se apoderó de una pequeña población de Massachussets: Salem. En apenas diez meses, 19 personas que no tenían nada que ver ni con la nigromancia ni con el comercio con el Maligno fueron llevadas ante los tribunales acusadas de brujería y ejecutadas sin más pruebas que testimonios falsos.

Miller había sido acusado por el director de cine Elia Kazan de “simpatías comunistas”. Se negó a declarar sobre los miembros de su círculo literario y sus relaciones con el Partido Comunista, tal como hiciera John Proctor –protagonista de la pieza teatral– en 1692. Visionar estas películas con la conciencia clara de que fueron escritas como protesta por la “caza de brujas” de mediados del siglo XX puede facilitar la comprensión de este atrabiliario momento americano.

El escritor, al parecer, había sido embarcado por miembros del Partido Comunista en reuniones a las que asistió sin tener conciencia exacta de dónde se metía. McCarthy se cebó en él aprovechando que en 1947 había denunciado a las empresas de armamento en su pieza teatral ‘Todos eran mis hijos‘ y luego, en ‘La muerte de un viajante‘, volvió a criticar lo ilusorio del estilo de vida americano. La obra fue llevada al cine por Laslo Benedek (‘Death of a Salesman‘, 1951). Miller no fue comunista, simplemente criticó a su época y a su país. El Tribunal de Apelación de los EEUU anuló la sentencia que lo condenaba a prisión.

El público español pudo ver en televisión la obra de Miller dentro del programa Estudio 1 en 1965. Las dos horas de duración de la pieza teatral fueron magistralmente interpretadas por el cuadro de actores de TVE (Irene Gutiérrez Cava, Gemma Cuervo, Antonio Ferrandis, Tina Sáinz, Lola Gaos, Conchita Goyanes) dirigidos por Pedro Amalio López. Por su parte, la televisión canadiense volvió a tratar el tema en un telefilm de 240 minutos de duración en ‘Salem Witch Trials‘ (2002, Las brujas de Salem). Joseph Sargent trabajó sobre un guión elaborado por Maria Nation, que tenía poco de Miller y que contó con la participación destacada de Alan Bates, Rebecca De Mornay, Shirley MacLaine, Peter Ustinov y tantos otros. La pieza aspiraba a ser histórica, pero se quedó en mera anécdota. Igualmente mediocre es la TV movie ‘Salem‘ (2014) interpretada por actores habituales de los telefilms de Serie B además de la actuación estelar de Marlyn Manson como siniestro cirujano–barbero del siglo XVII.

La obra de Miller se había estrenado el 22 de enero de 1953 en Broadway y todos entendieron la perífrasis simbólica que encerraba y su denuncia con lo que estaba sucediendo en el Comité de Actividades Anti Norteamericanas en aquel momento. Cuando un año después se quiso estrenar en Bruselas, la administración norteamericana, resentida por la denuncia, no se dignó a expedir el pasaporte a Miller para que pudiera asistir al estreno. Simone Signoret e Yves Montand asumieron los papeles protagonistas en el teatro Sarah Bernhardt de Paris. Laurence Olivier la dirigió en el Old Vic de Londres y Lucchino Visconti en Roma. Luego vinieron las realizaciones cinematográficas. Jean Paul Sartre adaptó el texto de Miller para Raymond Rouleau en 1957 y les correspondió a Montand y señora (la Signoret) volver a representarlos. En 1959 se estrenó en la BBC con Sean Connery como productor.

En el 67, se llevó por primera vez a la TV norteamericana con George C. Scott y la Twentieth realizó otra versión para la gran pantalla tardíamente adaptada por el propio Miller en ‘The Crucible‘ (1996, El crisol) con Day–Lewis y Winona Ryder en los papeles estelares.


 

Lo que va del siglo XVII a 1950

Buenas noches y buena suerte

La presión psicológica creada por la llegada de los comunistas chinos al poder en 1950, el estallido de la primera bomba atómica soviética el año anterior y el inicio de la Guerra de Corea, aterrorizaron a los estadounidenses. Ya fuera por oportunismo, por convicciones fanáticas o porque realmente existían redes comunistas de espionaje, el hecho es que el senador McCarthy utilizó sistemas parecidos a los empleados en el siglo XVII para combatir la brujería en Salem: generó histeria colectiva, acusaciones falsas, delaciones motivadas por la envidia, el resentimiento o el miedo, malos tratos y torturas, irregularidades en el procedimiento. La cacareada “presunción de inocencia” se evaporó. Las culpas de quienes reconocían ser comunistas solamente podían lavarse –como en la vieja Salem– delatando a otros cómplices.

Es posible que en algunos casos McCarthy tuviera razón (eran los años en los que la URSS fabricaba sus bombas atómicas gracias a secretos robados por sus redes de espionaje), pero poco a poco, sus acusaciones se volvieron más y más excéntricas, increíbles y peor fundamentadas. McCarthy siempre estuvo poseído por un desmesurado afán de protagonismo, pero resulta indudable que a partir de cierto momento (quizás en 1952) su deseo por descubrir las ramificaciones de la conspiración comunista se convirtieran en pura paranoia. El alcohol debió ayudarle en el tránsito.

Justo cuando Eisenhower fue elegido presidente de los EEUU (1952), McCarthy gozaba del máximo de poder e influencia. Al año siguiente, la representación de la obra de Miller hizo que aumentaran las críticas contra el senador y, con ellas, su vocación etílica y su obsesión anticomunista. En 1954, el periodista Edward R. Murrow se interesó por el “método de trabajo” del senador, le horrorizó lo que vio y consideró una obligación moral denunciarlo. Tal es el tema central de la muy notable película ‘Good Night, and Good Luck‘ (2005, Buenas noches y buena suerte). Viendo esta película se intuye con exactitud lo que fue aquel episodio y sus ramificaciones. El 9 de marzo de 1954, Murrow asestó un golpe mortal al prestigio de McCarthy incluyendo en su programa «See it now» un reportaje titulado «A report on senator Joseph R. McCarthy».

La película, dirigida por George Clooney, es de visionado obligatorio si se quiere entender lo que fue al macarthismo. ‘Good Night, and Good Luck‘ nos sirve para ver hasta qué punto el senador anticomunista tenía un método de trabajo desaprensivo y fraudulento. Hollywood cayó durante los años del macartismo y muchos de sus prohombres testificaron contra sus amigos y compañeros de trabajo ante el Comité de Actividades Anti Norteamericanas, sabiendo que, simplemente, les arruinaban la vida (eso o, como en Salem, era su vida la que quedaba arruinada).

Cuando McCarthy la emprendió contra el entorno del presidente Eisenhower y, mucho más especialmente, cuando decidió denunciar la “infiltración comunista” en ¡el Pentágono! cruzó la delgada línea roja que separaba al patriotismo de la molestia cojonera. Tardó poco en ser expulsado del comité por una moción de censura en el Senado acusado de “conducta impropia”. Murió dos años después aislado, desacreditado y embalsamado en alcohol.


 

Acusaciones cruzadas en Hollywood

Dalton Trumbo

Dalton Trumbo

Algunos de los cerebros mejor amueblados de Hollywood no tuvieron empacho en colaborar en las campañas anticomunistas de McCarthy. Hemos citado a Elia Kazan. No fue el único. Figuras como Walt Disney, Adolphe Menjou, Robert Rosen o Budd Schulberg, denunciaron a muchos otros de sus compañeros de profesión como “simpatizantes comunistas”. Más adelante, cuando las cosas se pusieron aún más negras, Cecil B. de Mille, Gary Cooper, Ronald Reagan y Robert Taylor machacaron bajo juramento a otros compañeros y elevaron el tono patriótico de sus declaraciones.

Otros, en cambio, también en Hollywood, consideraban que las acusaciones del Comité McCarthy no eran más que una conspiración para liquidar derechos y libertades constitucionales. Nombres como los de Humphrey Bogart, Gregory Peck, Lauren Bacall, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Gene Kelly, Frank Sinatra, Orson Welles o John Huston, tomaron partido junto a los acusados y contra el senador McCarthy. No declarar y acogerse a la Primera Enmienda suponía prisión por “desacato al congreso”. Además, las “listas negras” suponían un artículo no incluido en el código penal que impedía de hecho trabajar en cualquier medio de comunicación. De hacerlo, ese medio o productora eran considerados como partícipes en la “conspiración comunista”.

En medio de este fragor, diez cineastas citados a declarar por el Comité se negaron a hacerlo alegando la Primera Enmienda. Fueron acusados de desacato y encarcelados. Dalton Trumbo era, sin duda, el más conocido de todos ellos y quien ha dado pie a más versiones cinematográficas sobre aquellos sucesos. Obligado a exiliarse a México para evitar la cárcel, escribió guiones con seudónimo.


 

Trumbo, de guionista a protagonista

Trumbo

La película ‘The front‘ (1976, La Tapadera) de Martin Ritt, nos muestra a un Woody Allen que recibe dinero a cambio de firmar los guiones que ha escrito un antiguo compañero de clase, incluido en las “listas negras” de Hollywood. Es de esas películas de las que se suele decir que “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” pero que, a fin de cuentas, sintetiza distintas historias muy reales en clave de comedia dramática. El recuerdo de Dalton Trumbo planea en todo momento. Martin Ritt, director de la película, Walter Bernstein, el guionista, y los actores Zero Mostel, Lloud Gough o Herschel Bernardi, se sienten como en casa protagonizando un episodio que vivieron directamente. Todos ellos, en efecto, habían sido incluidos en las “listas negras”. La película tiene el aliciente de mostrarnos a un Woody Allen en el primer papel dramático de su carrera. En cuanto a la productora, la Columbia Pictures, fue la primera en romper en Acuerdo del Waldorf. El título en castellano era muy adecuado: Woody Allen era “la tapadera” que encubría al escritor perseguido… que era, por supuesto, Dalton Trumbo.

One of the Hollywood Ten‘ (2000, Punto de mira) está más directamente basada en hechos reales. Nos muestra el episodio de los Diez de Hollywood tal como lo vivió uno de ellos, el director Herbert J. Biberman. Había ingresado con todos los honores en las “listas negras” a partir de su película ‘Salt of the Earth‘ (1954, La sal de la tierra) sobre la huelga protagonizada por los mineros de Nuevo México con el apoyo de sus mujeres. La administración prohibió su difusión hasta 1965. Biberman se arruinó y solamente volvió a rodar en 1969 ‘Slaves‘ (1961), mala traslación al cine de la novela sentimentaloide ‘La Cabaña del Tío Tom‘. En ‘One of the Hollywood Ten‘ muestra la tensión emocional de quienes debieron declarar ante el Comité de Actividades Anti Norteamericanas. Fue uno de los mejores papeles de Jeff Goldblum (secundado por Greta Scacchi y Ángela Molina) que lo liberó definitivamente de la losa que había supuesto para él haber interpretado a “la mosca” en el arranque de su carrera y deber al insecto su fama posterior. Nuevamente la figura de Trumbo se insinúa entre bambalinas.

Guilty by Suspicion‘ (1991, Bajo sospecha) de Irwin Winkler, genera una atmósfera claustrofóbica repleta de sospechas de traición. Robert Niro y Annette Bening dan todo lo que se espera de ellos. De Niro no es otro que David Merrill, director de cine que encabeza la “lista negra”. La única forma de eludir la mazmorra fría radica en denunciar a sus amigos. También aquí el argumento y las actitudes psicológicas son creíbles y debieron ser las que experimentaron los “diez de Hollywood”. Pero será en la película que lleva su nombre, ‘Trumbo‘ (2015, Trumbo, la lista negra de Hollywood), la que mejor relata las peripecias del guionista de ‘Spartacus‘ (1960, Espartaco) y ‘Papillón‘ (1973) y director de ‘Dalton Trumbo’s Johnny Got his Gun‘ (1971, Johnny cogió su fusil). La meca del cine, si conoce bien algo es precisamente el calvario que padecieron algunos de sus miembros durante aquella ominosa época.


 

Películas menores sobre la “caza de brujas”

The majestic

Hasta aquí hemos contemplado películas que tienen que ver con la historia real de los “diez de Hollywood”, pero hay otras muchas películas menores cuya trama se sitúa en el contexto histórico de la “caza de brujas” y muestran cómo vivió aquella época la sociedad americana.

Storm Center‘ (1956) dirigida por Daniel Taradash, nos muestra a una Bette Davis en el papel de bibliotecaria que resulta expulsada de su puesto de trabajo por no retirar un libro elogioso con el comunismo. Sus vecinos la aíslan. Es una de las primeras críticas al Comité de Actividades Anti Americanas y a sus exageraciones. En el extremo opuesto figura ‘I Was a Communist for the FBI‘ (1951) de Gordon Douglas, discreta cinta que no resalta por nada salvo por su tema: la vida de un agente del FBI infiltrado dentro del Partido Comunista. Los comunistas son presentados con todos los tintes luciferinos preceptivos, mientras que el sufrido agente del FBI ejerce su trabajo modesta y diligentemente, en silencio y a espaldas de su propia familia. Al año siguiente, otra cinta dirigida por Edward Ludwig, ‘Big Jim McLain‘ (1952, El gran Jim McLain) nos mostraba a un John Wayne muy en su papel –imaginen– de miembro del Comité de Actividades Anti Americanas en Hawai a la caza de comunistas locales. Lo único que demuestra la película es que la “caza de brujas” llegó hasta aquellas paradisiacas islas.

Mucho más dramática, aunque igualmente imaginativa en su segunda parte, es ‘The Majestic‘ (2001), una película en la que Jim Carrey asume el papel de Peter Appletom, un guionista que huye de EEUU a causa de la “caza de brujas” para sufrir un choque y quedar amnésico. Los que estaban acostumbrados al Carrey de las mil caras y de la sobreactuación histriónica quedaron, sin duda, decepcionados, pero el cine ganó una película aceptable y el saber que Carrey valía para algo más que para parodias descoyuntadas.

El protagonista de ‘Advise & Consent‘ (1962, Tempestad sobre Washington) es nada menos que el candidato del presidente de los EEUU para ocupar la secretaría de Estado. Una investigación demostrará que tiene un pasado rojo como miembro del Partido Comunista. Otto Preminger engarzará una entretenida película en la que el eje de la trama son los escrúpulos de conciencia y las dudas del muy idealista presidente del Comité de Investigación. La película es interesante porque está filmada en un momento en el que las actividades del Comité de Actividades Anti Norteamericanas y el recuerdo del macartismo estaban todavía vivos en la sociedad y recomendaban prudencia en los estudios.

Esto fue la “caza de brujas”, sin duda uno de los momentos más dramáticos de la Guerra Fría. Dividió a Hollywood, enfrentó a amigos, unos creyeron que las redes comunistas estaban agazapados esperando lanzarse, con los ojos inyectados en sangre, sobre los desprevenidos ciudadanos en las noches de Halloween, cuando se disponían a cortar el pavo el 4 de julio o en las luces de Hanukkah; otros intuían que había en todo aquello demasiada exageración y un intento de sembrar el miedo entre la población. No era algo privativo de los EEUU. En el mismo momento, antes incluso, en el otro país que se disputaba la hegemonía mundial, en la URSS, tenían lugar episodios similares y, acaso, mucho más dramáticos: las purgas estalinistas. El cine también se preocupó de ellas.


 

Películas citadas para conocer el tema de la CIA y el KGB durante la Guerra Fría:

Películas sobre la Caza de Brujas

Ir a Fotogenia de la Guerra Fría (V): Purgas estalinistas y Gulag siberiano

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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