Fotogenia de la Guerra Fría (XIII): Las guerras de Oriente Medio (II)

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Censored voices

Censored voices (2000)

La guerra de los Seis Días

En mayo de 1967, los egipcios trasladaron gran cantidad de tropas a la Península del Sinaí, mientras los palestinos de Al–Saika y Al–Fatah multiplicaban sus incursiones y ataques contra los asentamientos judíos. Luego, Egipto bloqueó el estrecho de Tiran y violó los acuerdos suscritos al término de la operación anglo–francesa–hebrea de 1956. El 5 de mayo la aviación judía lanzó un demoledor “ataque preventivo” contra los aeródromos militares egipcios, bombardeó los Altos del Golán que formaban parte de Siria y ocupó Cisjordania. Tras seis días de combates, la ONU consiguió que las partes firmaran un acuerdo de paz. Israel había vencido otra vez.

Algo de todo esto puede verse en la película egipcia Al–asfour (1972) de Youssef Chahine, un director de largo recorrido y de los mejores que ha tenido el mundo árabe, que transcurre poco antes de estallar este conflicto y contribuye a explicar porqué Egipto perdió aquel conflicto: existía demasiada corrupción que restó operatividad a las fuerzas armadas. La película narra el robo de material militar y la corrupción en torno al tráfico de armas organizada por un malvado todopoderoso. La película, realizada en un tono patriótico y nacionalista tiende a explicar que Egipto no podía ganar porque la corrupción y la dejadez se habían apoderado de su clase política. La película puede clasificarse como cine de propaganda; muestra al pueblo egipcio como un pueblo valiente y resuelto que recibió una “puñalada por la espalda”. Muestra los apoyos entusiastas a favor del presidente Gamal Abdel Nasser tras su dimisión después de la derrota… y cuando ya se estaba preparando la siguiente guerra que terminaría estallando menos de un lustro después. La película es muy interesante para conocer el punto de vista egipcio.

Así mismo, A Bahraini Tale (2006), una película que llegó de Bahreim, dirigida por Bassam Al–Thawadi, pretende expresar la sensación que experimentó el mundo árabe tras la contundente derrota de 1967. Sirve como muestra sociológica de las sociedades árabes en aquel momento: machismo, derrota, frustración, vergüenza… Cuando se proyectó la película en todo el mundo árabe recibió las calificaciones más altas y las mejores críticas. La película está ambientada en Bahreim, en el seno de una familia de clase media. La derrota árabe y, en especial, la dimisión del presidente Nasser supusieron el fin de las esperanzas de quienes lo veían como el apóstol del panarabismo.

The Jerusalem File (1972) de John Flynn es lo que habitualmente se conoce generosamente como una película frustrada. Otros la llamarían, simplemente, mala. Nos cuenta los prolegómenos de la Guerra de los Seis Días y el drama de los que asumen la imposible tarea de mediar entre árabes y judíos siendo manipulados por una u otra de las partes. La película aporta poco al tema pero si la mencionamos es porque ya en ese momento, el “terrorismo palestino” había pasado a la primera página de los diarios y era motivo de preocupación internacional.

Una película, Un été à La Goulette (1995, Un verano en La Goulette), dirigida por Férid Boughedir nos remite al Túnez de 1967. En el pequeño puerto de La Goulette no hay problemas. Conviven distendida y normalmente judíos, cristianos y musulmanes. La película nos muestra a tres padres de familia de cada una de estas religiones y a sus tres hijas que deciden dejar de ser vírgenes el día de la Virgen de Agosto, vulnerando las tradiciones de sus religiones. Para colmo, el estallido de la guerra en el mes de junio romperá irremediablemente la buena armonía entre las distintas comunidades.

Un été à La Goulette

Un été à La Goulette (1995)

Como seguramente, estas películas habrán ayudado a conocer el clima y las repercusiones de la Guerra de los Seis Días, pero no habrán dicho gran cosa sobre cómo se sucedieron los hechos, resulta absolutamente imprescindible recurrir a un documental. Hay varios, pero, sin duda, el que ha causado más sensación en su momento fue Censored Voices (2015) de Mor Loushy, una película que puede calificarse de estremecedora. La Guerra de los Seis Días trastornó tanto a los árabes derrotados como a los judíos vencedores. Éstos pasaron de ser David a ser Goliat en apenas seis días (de hecho, a partir del segundo ya estaba clara la victoria judía). La publicidad oficial judía exaltó la invencibilidad de Israel e insertó la retórica triunfalista en el ADN del Estado hebreo. Sin embargo, el director, solamente una semana después de la guerra en la que él mismo combatió, empezó a recoger testimonios de soldados judíos que habían participado en el conflicto. Las grabaciones fueron censuradas en su momento y el director debió esperar 50 años para poder montar con ellas una película, volviendo a ver a los soldados de entonces que ya tenían entre 68 y 75 años y recordar aquellos momentos. Las descripciones de lo que vieron aquellos jóvenes soldados son, simplemente, aterradoras. La cinta alcanza en algún momento, el tono visionario: “Somos una generación maldecida con vivir en las pausas entre guerras”, “El 5 de junio luchábamos por nuestras vidas, el 11 de junio no tenían sentido nuestras reclamaciones”.

Otro documental que muestra con bastante fidelidad cómo se desarrolló la Guerra de los Seis Días se emitió en el cuarenta aniversario de los hechos. Se trató de Six days in June (1967, Seis Días en Junio) de Ilan Ziv cuyo metraje obligó a que se fraccionara en dos entregas. El documental destaca el hecho de que aquella guerra echó por tierra el proyecto panarabista de Nasser y pone el énfasis en las repercusiones internacionales del conflicto. Nasser aspiraba a que la URSS entrara en guerra contra Israel. El presidente Johnson expresó en conversación con el premier ruso Alekséi Kosygin que la única posibilidad para que la guerra no se generalizase era un “alto el fuego”, punto de vista que éste terminó aceptando. Este documental nos parece todavía más ilustrativo porque muestra cómo influyó un conflicto regional en la marcha de la Guerra Fría.


 

1973: la guerra del Yom Kippur

Kippur

Kippur (2000)

Los árabes y, particularmente, Egipto, habían experimentado la derrota de 1967 como algo traumático y apenas tardaron seis años en rearmarse y tratar de pasar a la ofensiva. Se trató de un conflicto breve pero de una intensidad inusual. Apenas duró diecinueve días, del 6 al 25 de octubre de 1973. Básicamente, los egipcios cruzaron masivamente el canal de Suez y penetraron por la Península del Sinaí, mientras los sirios iniciaban el bombardeo de los Altos del Golán. Naser nunca se recuperó de la derrota de 1967 y murió tres años después siendo sustituido por Anwar El-Sadat en un Egipto en crisis moral y bancarrota económica. La guerra era una salida. En Siria ocurría algo parecido. La diferencia era que El-Sadat pretendía obtener una primera victoria militar que obligara a Israel a negociar, mientras que Jafet El–Asad, presidente sirio, quería, simplemente reconquistar la zona perdida. En cuanto a Jordania se abstuvo de participar: en 1970 el gobierno había mantenido una breve pero cruel guerra con la Organización de Liberación de Palestina (el “septiembre negro”) y ésta había contado con el apoyo de Siria. En un primer momento, las unidades blindadas egipcias atravesaron el canal y avanzaron por la península del Sinaí, pero tras contenerlos, los judíos contraatacaron por el sur cruzando el canal y aislando a las unidades avanzadas egipcias. Nueva derrota árabe. Lo que ocurrió en las décadas posteriores y hasta nuestros días fue el resultado de este conflicto.

La tensión había ido creciendo en las semanas previas a la guerra. Israel estaba preparado para un nuevo enfrentamiento. La presión árabe se había producido en la ONU y nadie dudaba que aquella escalada de exigencias para que se cumpliera la resolución del alto organismo internacional e Israel se retirara de los territorios conquistados en 1967, conduciría a un nuevo choque. Tal es el clima que describe la película israelita Tzomet volkan (1999, Volcano Junction) de Eran Riklis. La película está ambientada solamente unas semanas antes del estallido del conflicto y nos muestra la vida de varios personajes que ven como se acerca irremediablemente el conflicto en el que van a tener que combatir a la fuerza.

Por su parte, la película Kippur (2000) hace gala a su nombre: dirigida por Amos Gitai es una película bélica que se desarrolla durante esa guerra. Narra la peripecia de dos amigos que reciben la orden de unirse a una unidad militar israelita que opera en los Altos del Golán. La película tiene algo de autobiográfica porque Gitai participó como soldado en este conflicto. A pesar del título, la cinta nos sirve sobre todo para comprobar la moral, la operatividad y el clima de este conflicto, pero no aporta gran cosa a la visión general del conflicto.

Lo mismo puede decirse de El abrazo partido (2004) película argentina de Daniel Burman en la que el protagonista se pregunta por qué su padre lo abandonó cuando era muy pequeño para ir a luchar con el ejército judío en este conflicto. Película que es casi una anécdota y que reseñamos a título de curiosidad. De hecho, esta guerra no ha sido objeto de grandes películas, por parte de las cinematografías árabes. En cuanto a las películas israelitas, salvo la de Gitai, el resto son de bajo perfil. Así pues, una vez más hay que recurrir a documentales. Hay varios.

Uno de los episodios de la notable serie británica Twentieth Century Battlefields (2007) está dedicado íntegramente a este conflicto. Vale la pena verlo para tener una perspectiva general. Otro igualmente interesante es La guerra del Yom Kippur, incluido en la serie Greatets Tank Battles (2010, La gran batalla de los tanques), una serie inglesa que describe las batallas entre blindados del siglo XX. El segundo episodio de la Primera Temporada está dedicado a la batalla de los Altos del Golán y el octavo de la Segunda Temporada a la batalla del Sinaí. En ambos casos, los asesores militares de la serie realizaron unos comentarios excepcionalmente descriptivos y objetivos que introducen al espectador en lo que fueron aquellos episodios bélicos.


 

Tras las Guerras de Oriente Medio, el terrorismo

Munich

Munich (2005)

El conflicto del Yom Kippur pareció demostrar definitivamente que la victoria árabe sobre Israel era imposible. Nunca los árabes habían movilizado tantos efectivos y un arsenal armamentístico tan completo y, si bien es cierto, que en este último conflicto habían rozado momentáneamente la victoria, era evidente también que no iban a tener ocasión de volver a hacerlo en los próximos años. A partir de ese momento, Egipto replanteó su alianza con la Unión Soviética y en las décadas siguientes afrontaría problemas internos que parecieron superados durante el nasserismo: especialmente el recrudecimiento de la actividad islamista en su territorio. El hecho de que los países árabes fueran aceptando, mal que bien, el statu–quo que derivó del conflicto de 1973, generó todavía más desesperación y frustración entre los palestinos. El terrorismo se convertiría para ellos en una opción. A partir de ese momento, el conflicto árabe–israelí pasó a ser una sucesión de golpes de unos y represalias de otros, una especie de guerra permanente de baja cota, pero no por ello menos sangrienta. El episodio que resume lo que iba a ser ese período se desarrolló en Múnich durante las Olimpiadas de 1972.

El secuestro de once miembros del equipo olímpico israelí por parte de un comando surgido de Septiembre Negro, una de las fracciones de la Organización para la Liberación de Palestina tuvo lugar un año antes de la Guerra del Yom Kippur pero vale la pena mencionarlo como resumen de lo que seguiría después. Aprovechando que la seguridad de las instalaciones olímpicas era muy relajada, un grupo de terroristas penetraron en la zona residencial de los atletas y, tras secuestrarlos, exigieron la puesta en libertad de 234 presos palestinos detenidos en Israel así como de los fundadores de la Fracción del Ejército Rojo, Andres Baader y Ulrike Meinhof.

Las negociaciones que siguieron se prolongaron mucho más de lo que los cinco terroristas palestinos habían previsto. Israel se negó a negociar. En los días siguientes y después de conversaciones interminables, tretas por parte de la policía y reiteradas amenazas de los terroristas, con medios de comunicación que involuntariamente ofrecieron información a los terroristas del despliegue policial, todos los atletas judíos resultaron muertos, así como cinco de los ocho terroristas de Septiembre Negro. El tema fue tratado con más o menos rigor en la discreta película de William A. Graham, 21 Hours at Munch (1976, 21 horas en Múnich) que se limita a ser una descripción de aquel episodio. Vale la pena verlo para introducirnos en la realidad de aquel terrorismo que prefiguraba dramáticamente el yihadismo que vendría después. Mucho más interesante y fiel a los hechos es Munich (2005) de Steven Spielberg que recibió una lluvia de premios después de su estreno y ante la que ensombrece cualquier otro producto menor sobre el mismo tema. La película de Spielberg alude al atentado pero mucho más a las represalias judías que tuvieron lugar posteriormente y que acabaron con la vida de media docena de dirigentes palestinos en Europa, parte de los cuales no tenían nada que ver ni con el atentado de Munich, ni con Septiembre Negro. A pesar de ser judío norteamericano, Spielberg reparte leña hacia todas las partes: el conflicto no puede examinarse como un tablero de ajedrez: poblado por casillas blancas y negras, o es una lucha de “buenos” contra “malos”, ni siquiera de héroes contra villanos, ni mucho menos de “grandes” contra “pequeños”, es simplemente una sinrazón poblada de matices y claroscuros en el que las dos partes tienen mucho más que avergonzarse que alardear de sus triunfos. Las buenas intenciones (defender a la población israelita, construir la paz, evitar muertes de civiles), se enfrenta a las necesidades (derrotar al adversario, sembrar el terror en sus filas). Cada asesinato de terroristas palestinos hace que el puesto vacante sea ocupado por alguien todavía más duro y sanguinario. A medio camino entre un documental, una película de espionaje y un thriller, Munich es la muestra de que ya en 1972 resultaba imposible establecer nítidamente de quién era la culpa y quién tenía razón en aquel conflicto que puede ser definido como “el más viejo del mundo”.

En tanto que pueblo expulsado de su territorio a causa de la creación del Estado de Israel, los palestinos, estaban mucho más interesados que cualquier otro país árabe por la derrota hebrea. La guerra de 1973 concluyó con la primera crisis mundial del petróleo organizada por el embargo de los países de la entonces poderosa OPEP y con la inhibición efectiva de los Estados árabes del conflicto palestino: podía decirse que “apoyaban” a la causa palestina, pero preferían “no estar” junto a la causa palestina, so pena de generar una nueva derrota. Los palestinos, desalojados de Transjordania tras el Septiembre Negro pasaron al Líbano. Desde allí realizaron sus incursiones en territorio judío y tras cada atentado los judíos respondían bombardeando las posiciones palestinas en el Sur del Líbano. En 1975, las tensiones en este país fueron en aumento: los palestinos eran musulmanes como una parte de los habitantes del Líbano, pero el resto de libaneses eran cristianos maronitas o drusos y no estaban dispuestos a que sus hogares fueran destruidos por las represalias judías. Las milicias maronitas, armadas por Israel, se enfrentaron durante cuatro años de guerra civil a los grupos palestinos. Cuando la situación se había estabilizado, las fuerzas sirias invadieron el norte del Líbano y ocuparon el valle de la Bekáa en enero de 1981. Luego, como producto de la revolución islámica de Jomeini en Irán irrumpieron también los grupos chiitas, Hezbollah y Hamas. El país tardó en pacificarse pero dio lugar a algunas películas relevantes.

Durante la guerra civil libanesa, unidades armadas del Kataeb, la milicia de las Falanges Libanesas, grupo maronita, atacaron el 16 de septiembre de 1982 los campamentos palestinos de Sabra y Chatila ocasionando una masacre que empequeñeció a la de Deir-Yassin. Todavía hoy se discute el número de muertos que fluctúa entre 350 y 3.500. Una inesperada película judía de dibujos animados se basa en aquel ominoso episodio: Waltz with Bashir (2008, Vals con Bashir), ideada y dirigida por Ari Forman. “Bashir” es Bashir Gemayel el jefe de las milicias del Kataeb. Se trata de una animación para adultos en la que dos hombres discuten una pesadilla recurrente que procede de cuando sirvieron en la Primera Guerra del Líbano a principios de los 80. Película muy notable en su concepción y en su técnica de animación.

Vals con Bashir

Vals con Bashir (2008)

La película libanesa West Beyrouth (1998) de Ziad Doueiri, está ambientada también en los años de la guerra civil. A pesar de ser una historia intrascendente en apariencia, nos muestra muy bien el ambiente de aquel conflicto, especialmente odioso para quienes no querían tomar partido. La historia trata de las relaciones entre dos jóvenes musulmanes enamorados de una muchacha cristiana en el peor momento para hacerlo: justo cuando las dos comunidades han iniciado la guerra civil.

Del terrorismo de aquellos años va también Rosebud (1975, Desafío al mundo), dirigida por Otto Preminger, habituado a las superproducciones con presencia de galanes otoñales y estrellas de Hollywood ya en declive o incluso fuera de órbita. Raf Vallone, Peter Lawford, Peter O’Toole, Richard Attenborough, son algunos de los grandes nombres del cine que aparecen en esta película en la que un yate de superlujo es secuestrado por terroristas palestinos. Con menos medios y análogos resultados, Black Sunday (1977, Domingo negro), de John Frankenheimer, circula por los mismos derroteros: un grupo palestino prepara un atentado en Miami que solamente podrá ser detenido por la inteligencia israelí. Una tercera –y última– muestra de esta temática: Safe Passage (1995, Tensa Espera) de Robert Alan Ackerman con Susan Sarandon en el papel de prolífica madre de siete hijos el mayor de los cuales, militar, ha desaparecido en Oriente Medio durante una misión de paz. Tema: madre busca hijo. Las tres películas, muy accesibles, tienen como denominador común el terrorismo palestino. Deben verse como subproductos de una historia desgraciada e inacabada, más que como historia en sí misma. Ayudan a que conozcamos el clima del conflicto y los rasgos que tuvo entre 1975 y 1985.

De mucha más calidad y que nos muestra algunos detalles inquietantes de la época, especialmente, sobre los intereses de las compañías petroleras, es Syriana (2005), dirigida por Stephen Gaghan y protagonizada por George Clooney, Matt Damon, Christopher Plummer, William Hurt, etc. La historia está basada en la peripecia de Robert Baer, agente de la CIA, especialista en terrorismo de Oriente Medio y destacado en Beirut en los años 80. Ficción pero sobre una base real: los intereses petroleros en la zona.

Pero si se quiere recurrir a un documental para entender algo mejor desde el punto de vista del rigor histórico toda esta problemática quizás el más recomendable sea Persona Non Grata (2002), dirigido por Oliver Stone que trata sobre la vida de Yaser Arafat. Arafat fue el impulsor de Al–Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina, luego dirigió la Autoridad Nacional Palestina antes de morir. Repasar su vida implica aproximarnos un poco más a lo que fue –es– aquel conflicto enquistado. Aparecen en el documental Ehud Barak, Benjamin Netatyahu, Shimon Peres… contrapuntos de Arafat y que expresan el punto de vista de la parte contratante de la segunda parte.


 

Películas para conocer más sobre el tema: 

Las guerras en Oriente Medio

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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