La invencion de Hugo. Que difícil es hacer cine…

«La invención de Hugo» es una homenaje al cine, una ofrenda a su historia, y una oda a quien la conforma. Sin embargo, la sensación que me dominó al acabar la proyección no fue «que bonito es el cine», sino «que difícil es hacerlo».

Martin Scorsese, uno de los directores más reputados del cine actual, dirige esta película. Tan sólo su presencia avala el proyecto, pero si además observamos que recientemente ha sido galardonada con 5 Óscars, podemos pensar de manera lógica que estamos ante una gran obra.

Hugo arreglando el autómata

Hugo arreglando el autómata

Técnicamente, nos encontramos frente a un gigante, una superproducción cuidada hasta el extremo, con un 3D portentoso y una fotografía sobresaliente.

Visualmente es arrolladora. De estilo barroco y preciosista, tanto sus decorados como su dirección están pensados para no pasar desapercibidos, mostrando sus bondades en todo momento; escenarios sobrecargados, movimientos de cámara constantes, algo muy recurrente en el cine de Scorsese.

La historia es interesante y original, y el ritmo pausado, lo cual aburrirá a más de un niño, pero que juega en favor de su seriedad.

Pero como digo… ¡qué difícil es hacer cine! Todos estos elementos, todos ellos geniales, se unen para conformar una película mediocre.

¿Qué falta, qué no tiene? Quizá sea eso que no sé si existe a lo que algunos llaman alma. Muy difícil es sacarle defectos a esta película, sin embargo se siente vacía, artificial. Entretiene pero no apasiona, la ves con facilidad pero no te arrastra, y lo más grave es que no te toca. «La invención de Hugo» está allí, en la pantalla, y tú estás aquí, donde sea, pero lejos de ella. Aquí, la magia no aflora, se percibe pretendida.

Quizá la belleza que inunda cada encuadre juegue en contra de los intereses dramáticos de la película.

Ben Kingsley da vida a un personaje atormentado cuya tragedia, una vez descubierta no nos parece tal. No porque la causa de su sufrimiento sea insignificante, pues muchas han sido las veces que hemos sufrido en el cine con situaciones menos dramáticas, sino porque no se nos logra trasmitir lo que esa pérdida significa para el personaje.

Algo parecido ocurre con el protagonista, un niño huérfano que vive sólo en una estación de tren. En ningún momento sentimos ese dolor que debería dominarlo.

En definitiva, una película de gran valor estético pero de un valor fílmico moderado.

 

Calificación6.5
6.5

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

2 comments

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  1. erizo1983 30 marzo, 2012 at 21:41 Responder

    La paradoja de Scorsese…

    Sus últimas películas son prácticamente PERFECTAS si nos ceñimos estrictamente a los planos técnico y formal. Consigue aturdirte con una sucesion de planos que rezuman virtuosismo, pero no llega a noquearte como lo haría un directo de Robert de Niro en «Toro salvaje».
    ¿Dejó el listón demasiado alto con sus primeros trabajos o simplemente ha dejado que el alma de sus películas se diluya en un mar de belleza vacua?
    Resulta triste plantearse estos interrogantes a la sombra de uno de los grandes de la historia del cine.

  2. arturogmaiso 1 abril, 2012 at 15:34 Responder

    A lo mejor Scorsese ya ha contado en sus películas todo lo que tenía que contar. Pienso que quizá tenga poco más que decir. Ójala me equivoque.

    El dominio de que tiene de la técnica es brutal, pero el cine es mucho más que eso. Espero que lo recupere. Es uno de los grandes.

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