La mecánica del corazón es una película profunda y deseperadamente romántica. Pero cuando hablo de romanticismo, no me refiero sólo a la utilización del amor como tema principal, sino a un concepto mucho más general, un modo de ver y sentir la vida que se extendió en la primera mitad del siglo XIX, época en la que está ambientado el film.

El Romanticismo nace como reacción al racionalismo de la Ilustración, reivindica los sentimientos por encima de cualquier cosa, y centra sus esfuerzos en la búsqueda de una libertad que sea auténtica. La realidad es un obstáculo para sus ideales imposibles, razón por la cual los románticos siempre parecen tan atormentados, y sus obras de arte presentan un aspecto tán lúgubre. Tanto es así, que muchos de estos artistas acaban suicidandose, bien para alcanzar esa ansiada libertad, bien como rechazo a ese mundo que los atormenta, o por no poder soportar las exaltadas emociones de un amor desgraciado. Lord Byron, Larra, Goethe, Poe fueron algunos de los que cedieron ante la pesimista visión del movimiento.

Este espíritu está extraordinariamente plasmado en La mecánica del corazón, cuyos 45 primeros minutos y sus 5 últimos, son una auténtica obra de arte romántica. En ella, la realidad se deforma a partir de los sentimientos de los protagonistas, las leyes físicas son despreciadas, el amor es doloroso y cruel. El tiempo y el espacio se manipulan constantemente, tal y como haría Georges Méliès; ilusionista y cineasta francés, pionero de los efectos especiales, con los cuales alteraba la realidad; quien curiosamente aparece en la película como uno de los personajes con más peso.

El hastío, lo vano e inútil de la existencia, el individuo como centro del universo. Mathias Malzieu escribió en 2009 el libro homónimo en el que recogió todos estos sentimientos, para conformar la historia de un niño cuyo corazón depende del delicado mecanismo de un reloj, el cual funcionará siempre y cuando no imcumpla tres reglas fundamenteles: no tocar nunca las agujas de su corazón, dominar la ira y, la última y más importante, no deberá enamorarse jamás. Su éxito le llevó a Malzieu a escribir el guión de La mecánica del corazón, la cual codirige junto a Stéphane Berla.

Pero sus funciones en la película no acaban ahí. La banda sonora corre a cargo del grupo Dionysos, del cual es cantante. Se trata de un grupo de rock de gran éxito en Francia. Su música es buena, pero algunas de las canciones no están bien integradas en la historia (la del túnel del terror, por ejemplo), lo cual relentiza la historia y perjudica al conjunto.

La animación depende de la diseñadora gráfica Nicoletta Ceccoli, cuyos diseños son admirables. Su protagonista tiene un parecido más que razonable con Malzieu. No es de extrañar, ya que la historia de amor se inspira en la relación que mantuvo este con la cantante de ascendencia española Olivia Ruiz.

A pesar de este excelente trabajo de diseño, la animación podría haberse mejorado con un poco más de presupuesto (las texturas sobre todo) .

Detalles todos ellos que no ensombrecen una historia mágica, fantástica y original, con una estética que recuerda a cineastas como Tim Burton o incluso Federico Fellini. Es una pena que la segunda mitad del film se disperse, de vueltas sobre sí misma, y caiga en algún que otro tópico e idea poco original. De otra manera podríamos estar hablando de una película superlativa. De todas formas, merece muchísimo la pena. Eso sí, si tienes más de 18 años.

Sinopsis Jack nace en el día más frío y su corazón se congela. Para hacerlo funcionar le colocan un mecanismo que depende de un reloj de delicada mecánica con el que Jack tendrá que vivir siguiendo tres reglas, no tocar nunca las agujas de su corazón, dominar la cólera y la última y más importante, no deberá enamorarse jamás. Duración 94 min.
País Francia
Director Stéphane Berla, Mathias Malzieu
Guión Mathias Malzieu
Productora Duran Duboi / EuropaCorp / France 3 Cinéma
Duración 94 min.
Género Animación
Título original Jack et la mécanique du coeur
Estreno Sin fecha confirmada

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