Las amigas de Ágata (2015) – Crítica

Las amigas de Ágata

«Las amigas de Ágata hace sentirse al espectador como un voyeur que espía a través de un agujero, y lo que ve es la historia de una vida real.»

Las amigas de Ágata es una grata sorpresa, un tipo de joya muy difícil de encontrar. Ello se debe a que es una opera prima de una excelente calidad, algo que raramente suele suceder, y también a que es una obra realizada con un presupuesto prácticamente nulo, de forma que sus directoras nos demuestran que para realizar una película no es necesario disponer de una gran cantidad de medios, sino de voluntad y de talento.

Si nos centramos en la forma del filme podemos observar que esta presenta una apariencia técnica bastante simple, pero hay varias razones que justifican con creces este aspecto. La primera de ellas es que esta película supone el trabajo de fin de carrera de las cuatro realizadoras, y por lo tanto no deja de ser un proyecto estudiantil que no dispone de medios suficientes para sacar más provecho a la producción, a la dirección, a la fotografía o al sonido, por citar algunos departamentos técnicos. De hecho si hubieran tratado de excederse en este ámbito el resultado habría sido pretencioso y grotesco.

Segundo, que el relato no necesita más, es decir, los planos simples y estáticos son suficientes para la narración, ya que al igual que sucede en el cine del famoso cineasta japonés Yasujiro Ozu, aquello que se nos quiere contar es una historia ordinaria. Esto demuestra la madurez de las autoras, al no tratar de contar algo que no han vivido o no conocen y que por lo tanto no entienden. De nuevo, no son pretenciosas, solo quieren hablarnos de aquello por lo que si han pasado, lo que supone una oda a la realidad donde vivimos la mayoría los mortales: la cotidianidad. En este contexto cabe hablar de la fotografía, que es bastante brusca, pero totalmente justificada ya que lo que busca retratar es precisamente la vida real.

En tercer y último lugar, no debemos olvidar que nos encontramos ante un filme de actores al estilo de John Cassavetes. Es decir, una obra donde el guión está a medio escribir, dejando una parcial libertad a los intérpretes a la hora de elaborar los diálogos. Esto añade una dificultad brutal a la hora de realizar planos-contraplanos y encuadres rebuscados, ya que al ser la actuación improvisada, muchos de ellos no encajarían en el montaje. Por ello, es necesario la utilización de planos secuencias compartidos, de más simple elaboración técnica, donde se recoja la interpretación continua.

Las amigas de Ágata hace sentirse al espectador como un voyeur que espía a través de un agujero, y lo que ve es la historia de una vida real. Una vida donde lo más emocionante es salir del colegio y entrar en la universidad, hacer nuevos amigos y discutir con los viejos. Pero es que para hacer cine no hacen falta tramas espectaculares o escenarios de ensueño, tan solo saber que queremos contar y como vamos a hacerlo.

Las amigas de Ágata

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