Lilting (2014), de Hong Khaou – Crítica

Lilting

El debut en el largometraje de Hong Khaou es epítome de lo mejor que puede ofrecer una opera prima de un autor que, sin revelarse automáticamente como un genio o un innovador del medio cinematográfico, está llamado a tener un carrera, como mínimo, interesante.

Para empezar, el realizador de origen camboyano narra una historia centrada en la psicología y las emociones de sus personajes, de ahí que la reducción de la anécdota a unos pocos espacios interiores y la presencia en escena de prácticamente solo cinco actores –y nunca los cinco a la vez– son opciones discursivas tan adecuadas como sencillas para poner de manifiesto el foco de interés del relato.

Por otro lado, el guion, obra del propio realizador, si bien no es un alarde de originalidad –evoca a otros filmes asiáticos como ‘El banquete de boda’ (1993) de Ang Lee o ‘Mil años de oración’ (2007) de Wayne Wang– rezuma sutileza y naturalidad, al transmitir la soledad de dos personas ante la muerte de un ser querido: de un lado, Junn (magnífica Pei-Pei Cheng), que ha perdido a su único hijo, Kai (Andrew Leung), y de otro, Richard (Ben Whishaw), amante de Kai. Puesto que se trata de una película sobre el dolor y la ausencia, los peligros de caer en lo melodramático para implicar al espectador eran muy altos; pero Khaou los evita conscientemente, acercándose a la intimidad de sus protagonistas con una mirada contenida y generalmente extrínseca, donde son sus actos y gestos –de ahí, por ejemplo, la preponderancia del primer plano o el plano detalle– los que revelan su estado anímico.

Y si digo “generalmente” es porque el discurso, adscrito a un tono realista sereno y poético, que es inevitable asociar al de Ozu, rompe continuamente con el punto de vista externo y la ilación narrativa para insertarse dentro de las mentes de Junn y Richard, a las que acude en busca de recuerdos, pero también de ensoñaciones, sobre Kai. Lo mejor de semejante recurso, que además aleja ‘Lilting’ de un realismo a ultranza, es que Khaou lo inserta dentro de la narración sin ningún tipo de marca formal, hecho que propicia que, durante unos instantes, el espectador no sepa distinguir el presente del pasado y, lo que es todavía más importante, a menudo confunda un recuerdo con un deseo o un sueño despierto.

Con ello, Khaou dota al relato de un envoltorio etéreo, levemente onírico, donde la atmósfera y las texturas adquieren tanto protagonismo como los personajes; es en este sentido, de hecho, que el comentario del propio director sobre su inspiración en ‘Deseando amar’ (2000) de Wong Kar Wai –una obra, por lo demás, muy diferente a ‘Lilting’–­ adquiere sentido y no deviene una mera boutade de creador. En puridad, de esta manera se enfatiza, sin aspavientos ni extravagante experimentación visual, la temática subyacente de la pieza, que no es tanto el dolor o aquello que nos une bajo nuestras superficiales diferencias, sino la memoria: esa facultad de la mente capaz de almacenar sucesos de nuestro pasado, que por tanto nos define como individuos en el presente, pero también de seleccionarlo y de embellecerlo según nuestras preferencias conscientes o inconscientes. Y es que, como el propio cine, la memoria nos trasporta a otro mundo sin hacernos olvidar de nosotros mismos.

Sin duda, otro de los aciertos de la cinta es focalizar su atención en Junn y en su evolución emocional. La mujer, que buscaba consuelo a su pérdida en Alan (Peter Bowles), un compañero de la residencia de ancianos donde ahora vive, y culpaba a Richard de todos sus males, descubre que nada podrá alterar la imagen de Kai que atesora en su corazón, por mucho que se arroje nueva luz sobre ella, y que no necesita mayor consuelo que ese.

De esta manera, ‘Lilting’ logra evitar el final de rigor en este tipo de dramas intimistas y resuelve el conflicto entre Junn y Richard en coherencia absoluta con todo lo apuntado argumental y temáticamente hablando. No en vano, su escena de reconciliación se produce sin mediación de Vann (Naomi Christie), la traductora contratada por Richard; cada cual en su idioma sintetiza aquello que les sigue atormentado tras la desaparición de Kai.

En realidad, ‘Lilting’ redunda en la banalidad de las palabras para expresar realmente los sentimientos. Así lo constatan, por ejemplo, su mismo título –tarear, canturrear–; el hecho de que Junn nunca haya querido aprender inglés a pesar de llevar media vida en Londres y dominar seis idiomas; el CD continuamente prometido por Kai a su madre con su canción favorita de juventud, etc.  Por ello se trata de un filme en el que los silencios, los ademanes, los sonidos, la música o las miradas son tan importantes, o más, que los diálogos, dado que muestran una verdad subyacente y oculta.

En resumidas cuentas, Hong Khaou ofrece con este su primer largometraje una visión sobre el duelo y las diferencias, en este caso culturales y generacionales, de un aliento contenido y austero, que rezuma sensibilidad, mesura y buen gusto. Gracias a su ritmo pausado, al estatismo de los encuadres y al empleo de una fotografía suave y cálida, los espacios terminan por ejercer una función pictórica, simbólica, entre los que destaca el cuarto de Junn, que pasa de encarnar su extrañamiento del entorno hasta convertirse en su hogar.

Lilting

Sinopsis Una mujer china, que vive en un geriátrico en Londres, acaba de perder a su hijo en un accidente. Un chico, que era la pareja del joven, intentará acercarse a la madre para no abandonarla durante su duelo. Pero hay varias barreras en su relación, sobre todo culturales. No hablan el mismo idioma, y además la madre no sabía que su hijo era homosexual. Frente a este panorama, el joven se esfuerza en generar un acercamiento con la persona que probablemente más entienda el valor de lo que él acaba de perder.
País Reino Unido
Director Hong Khaou
Guión Hong Khaou
Música Stuart Earl
Fotografía Urszula Pontikos
Reparto Ben Whishaw, Pei-Pei Cheng, Andrew Leung, Peter Bowles, Naomi Christie, Morven Christie
Productora Microwave / SUMS* Film and Media / Stink Films
Género Drama
Duración 91 min.
Título original Lilting
Estreno 28/08/2015

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Calificación7
7

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Elisenda N. Frisach

Filóloga y editora de profesión y escritora de vocación, le apasiona el arte en general, sobre todo el cine, la literatura y la pintura. Por eso ha colaborado en diversos medios de comunicación como crítico de arte (reseñas de discos y conciertos, películas y festivales, exposiciones, libros...). Se autocalifica de humanista, y no de ingenua, al creer en el poder del amor, la verdad, la ética y el humor. Ideológicamente, sus principales influencias son Gandhi y Schopenhauer, mientras que le fascina la cultura rusa (Dostoievski,Tarkovski, Agmatova...).

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