Manic Pixie Dream Girl (2013), de Pablo Maqueda – Crítica

Manic Pixie Dream Girl

Manic Pixie Dream Girl‘ es un magnético Little Secret Film que trata sobre la fuerza con la que la realidad virtual ha irrumpido en las vidas de toda una generación.

Para aquellos que no sepan en qué consiste un Little Secret Film (lo cual es perfectamente comprensible, dado que se trata de una forma de cine que huye a toda costa del circuito comercial), es un movimiento nacido en el 2013 en España y que se define como “un acto cinematográfico de amor al cine e internet en pleno Siglo XXI”. Al igual que el cine Dogma, los LSF tienen que cumplir un decálogo para ser considerados como tales. Estas normas se resumen en que las películas tienen que ser, como su propio nombre indica, “little” -rodadas en un máximo de 24 horas consecutivas, con un máximo de diez personas de equipo, sin financiación de terceros-, “secret” –sin comunicación previa hasta su estreno- y sin ningún ánimo de lucro –deben estrenarse en internet para ser visionadas de forma gratuita y ningún miembro del equipo recibirá remuneración-.

Parece increíble que con todas estas restricciones sea posible realizar un proyecto con un acabado aceptable, pero ‘Manic Pixie Dream Girl‘ es una prueba de que, ante las condiciones más adversas, la imaginación es capaz de sacar toda su fuerza a relucir.

La película es un ejercicio de “metacine” (palabra dolorosamente pedante, pero muy complicada de sustituir por otra de similar significado) que recrea una serie de videoblogs de la forma más realista posible y que van narrando los mismos sucesos desde diferentes puntos de vista. Así, la puesta en escena imita la estética y las formas propias de este tipo de videos: personajes que miran y hablan a cámara, imagen de baja calidad, pantallas partidas, etc… Pero, si hay algo en la película que invita al espectador a entrar en este jugo de falsa realidad es la increíble interpretación de la única actriz de la película, que encarna a las diferentes blogueras que aparecen en ella con tanta verosimilitud que, al principio, cuesta darse cuenta de que es ella la que está detrás de todos los personajes.

Manic Pixie Dream Girl

Manic Pixie Dream Girl” es un término que inventó el crítico de cine Nathan Rabin refiriéndose al personaje de Kirsten Dunst en ‘Elizabethtown‘ (2005) para denomiar un arquetipo cinematográfico femenino que, en palabras del crítico, se define como “esa criatura cinematográfica burbujeante y superficial que sólo existe en la febril imaginación de escritores-directores sensibles para enseñar a los jóvenes graves y pensativos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”. Y la película trata, precisamente, de los arquetipos femeninos y cómo estos se perpetúan y se propagan mediante formatos audiovisuales de reciente invención, como los videoblogs, al igual sucede con el cine y la televisión.

La influencia que pueden tener este tipo de contenidos en nuestras vidas es inmenso, especialmente en aquellas etapas de mayor vulnerabilidad, como la adolescencia. Y, viceversa: todo el contacto que tienen estas personas con sus espectadores y seguidores, la forma en que tienen que aprender a relacionarse estas personas con el mundo exterior cuando se convierte en “estrellas de internet” de la noche a la mañana. Porque, al fin y al cabo, una de las claves del éxito de este tipo de canales y su principal diferencia con los canales tradicionales, es la interactividad que permiten a sus espectadores (sobre este mismo tema es muy recomendable el documental ‘Me @ the zoo‘, sobre un transexual que se hizo famoso por un vídeo en el que lloraba por las críticas hechas contra Britney Spears).

Esta película analiza todos estos riesgos desde una ficción que, aunque sea experimental en algunos aspectos formales, no deja de ser una historia entretenida y con buen ritmo narrativo. Un gran ejemplo de que con pocos medios pero mucho talento se pueden hacer buenas películas.

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Jon Iparraguirre

Graduado en Bellas Artes, con un posgrado en Cine y Televisión, músico aficionado y repostero en mis ratos libres. Amante del cine en el que lo visual juega un papel protagonista.

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