Nuestro último verano en Escocia (2014) – Crítica

Nuestro último verano en Escocia

Hace poco comentábamos la película israelita ‘La fiesta de despedida‘ cuya trama, recordemos, se desarrollaba en un geriátrico con el telón de fondo de la eutanasia. Comentábamos entonces que se trataba de una comedia negra frustrada con muy escasos destellos de humor y una amargura que constituía su denominador común de principio a fin. Ha querido la casualidad que la siguiente película a cuyo pre-estreno hayamos asistido –’Nuestro último verano en Escocia‘– tenga que ver con el fenómeno de la ancianidad y la muerte y que también se trate de una comedia, hasta cierto punto, negra. Pero, en este caso, el fino humor inglés se impone y el espectador tendrá ocasión de sonreír, reír y reír a carcajadas. Da gusto ver películas como esta en la que, a pesar de su drama de origen –la muerte del abuelo– la actitud es optimista y el tema tratado con un respeto absoluto, nos hace pasar un rato divertido.

Nuestro último verano en Escocia‘ nos muestra a una familia unida en torno a un anciano aquejado de una grave enfermedad que afronta una muerte próxima. A nadie se le pasa por la cabeza recluir al abuelo en un centro geriátrico o internarlo al hospital más próximo: quien lo ha dado todo por la familia, no puede ser “aparcado” en uno de estos lugares a la espera de su muerte. Tal es el primer mensaje positivo de esta película que contrasta con el desesperante geriátrico de ‘La fiesta de despedida‘. Lo que en la película israelita es aislamiento de la familia y angustia, en esta comedia inglesa es integración familiar en el grave momento de la desaparición del patriarca.

El segundo mensaje es un canto a la relación entre abuelos y nietos. Lamentablemente, en las sociedades modernas, los padres deben trabajar mientras los abuelos se quedan la mayor parte del tiempo con los nietos. La educación de estos depende en gran medida de los más ancianos, de tal manera que es posible establecer nexos de continuidad y afinidad entre los más ancianos y los más jóvenes de la familia. Por paradójico que pueda parecer, en una sociedad como la actual, los nietos tienden a parecerse más a la forma de pensar y a los gustos de los abuelos que a los de sus propios padres. Los padres protagonistas de la película son demasiado serios y están demasiado disociados entre ellos como para que el estilo que pretenden inculcar a sus hijos sea el que ellos están dispuestos a aceptar. Sin embargo, en la figura del abuelo encuentran al personaje excéntrico que les animará a no tener miedo a ir más allá de los convencionalismos en los que se mueven sus padres.

Pertenezco a una generación traumatizada a partes iguales por Marisol y Joselito en España o Shirley Temple y Macauly Culkin en EEUU. A nadie le extrañe que no sea muy amiga de las películas con niño. Habitualmente constituyen un engendro facilón y acaramelado. Salvo honrosas excepciones (‘Pequeña Miss Sunshine‘, 2006, la última que recordemos), las películas “con niño” tiende más a pulsar sobredosis de emotividad y sentimentalismo que inducen al bostezo o sumen en el sopor más absoluto. Sin embargo, el peso de esta película recae en buena medida en la interpretación de tres niños que, sin duda, son lo mejor de la cinta y sin los cuales esta película no hubiera sido tan afortunada.

La elección de los tres niños es quizás uno de los grandes aciertos de los dos directores de ‘Nuestro último verano en Escocia‘, Andy Hamilton y Guy Jenkin. Ambos proceden del mundo de la TV y han filmado series de relativo éxito (en especial ‘Drop the Dead Donkey‘, una comedia de situación sobre un canal televisivo de ficción que hace 18 años recibió varios premios BAFTA). Jenkin nos obsequió con ‘El lenguaje de los sueños‘ (2003) interpretada por Hugh Dancy, Jessica Alba y Bob Hoskins. Ésta es, pues, la primera producción para la gran pantalla que realizan en común y que, desde luego, les augura el mejor de los futuros.

En cuanto al resto de intérpretes, son suficientemente conocidos por los seguidores de teleseries. David Tenant será siempre recordado por su papel central en ‘Broadchurch‘ (2013) aquella mini-serie que hasta el último episodio nos mantuvo en vilo. Rosamund Pike tiene en su haber ser la co-protagonista junto a Ben Affleck en ‘Perdida‘ (2014) después de una carrera estable de casi 20 años, desarrollada siempre en sentido ascendente. Queda aludir a Billy Connolly, quien encarna al abuelo. Este gigantón que viene rodando películas desde 1975 y que ha podido estar presente en ‘El hobbit: La desolación de Smaug‘ (2013) y en ‘El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos‘ (2014), era quien, por carácter (exuberante, desmadrado, irónico y excesivo), como por sus dolencias (el actor con 72 años está atravesando graves problemas de salud que se iniciaron con un cáncer de próstata en 2012 y un Parkinson el año siguiente), mejor podía encarnar el papel.

Así pues, el casting es acertado, la interpretación notable y en algunos casos brillante, y el ritmo narrativo acorde con lo que los directores pretenden: demostrar qué es lo importante en la vida de una familia, el permanecer unidos especialmente en los momentos de desgracia. Tanto la música como los paisajes remiten a la Escocia más auténtica y constituyen el acompañamiento privilegiado para el guión. Vale la pena recordar a sus responsables: Alex Heffes por la música, Martin Hawkins por la fotografía, correspondiéndo la elaboración del guión a los dos directores. Cuando se dan todos estos aciertos en una película no hay duda de que, sin ser excepcional, resultará seguramente simpática, entretenida y llevadera.

Estos valores le fueron reconocidos a ‘Nuestro último verano en Escocia‘ en la última Semana de Cine Internacional de Valladolid, donde fue galardonada con la merecida Espiga de Oro a la mejor película.

¿Algo más a reseñar? Quizás lo más enternecedor de la película son las relaciones entre el abuelo y sus nietos. Da la sensación de que los directores han querido resaltar este vínculo y realizar un llamamiento para que nunca se pierda. Y sería bueno que esto no se perdiera también en nuestras vidas. En estos momentos en los que se ensayan “nuevos modelos familiares”, los dos directores apuestan por la familia tradicional. En esa familia tradicional, los abuelos eran venerados, no tanto por su sabiduría, como por su proximidad “a los dioses”; en tanto que están más cerca de la muerte, serán los primeros en conocer el mundo de la trascendencia. No les sorprenda que terminemos con esta observación: tiene mucho que ver con la película. A fin de cuentas, el núcleo central de la película es la historia de un abuelo que ha sabido transmitir la mitología nórdica a sus nietos. Lo dicho, hilarante, edificante, tierna e inesperada.

Nuestro último verano en Escocia

Sinopsis Cuando el estrés de ser padres pone en peligro su estabilidad mental y su matrimonio, deciden realizar un viaje a Escocia con sus hijos. Sin embargo, lo que prometían ser unas vacaciones para la reconciliación pronto se convierte en un campo de minas.
País Reino Unido
Director Andy Hamilton, Guy Jenkin
Guión Andy Hamilton, Guy Jenkin
Música Alex Heffes
Fotografía Martin Hawkins
Reparto Rosamund Pike, David Tennant, Billy Connolly, Celia Imrie, Emilia Jones, Ben Miller, Amelia Bullmore, Bobby Smalldridge, Alexia Barlier, Imogen Toner, Kirstin Murray
Productora BBC Films / Lipsync Productions / Origin Pictures
Género Comedia
Duración 95 min.
Título original What We Did on Our Holiday
Estreno 29/05/2015

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Calificación8
8

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

1 comments

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  1. Carlos 15 julio, 2017 at 10:45 Responder

    Película horrible,super forzada por los directores en situaciones imposibles que demuestra la decadencia en la educación y de la sociedad occidental sobre todo la anglosajona.

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