Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017), de Guy Ritchie – Crítica

«Ahora que Uwe Boll dice haberse retirado definitivamente del mundo del cine, es curioso ver como Guy Ritchie coge el testigo con Rey Arturo: La leyenda de Excalibur»

La verdad es que no sé muy bien de cómo empezar esta crítica. Ni de cómo terminarla. Pero, ¿por qué debería esforzarme? Está claro que los artífices de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur no se han esforzado lo más mínimo en construir un relato coherente. Es como una caja de piezas de lego mordisqueadas por tu hermana pequeña: no encaja nada y da un poco de asquito. 

No voy a resumir aquí el argumento de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur. Basta decir que tiene la misma relación con la leyenda artúrica que una mesa camilla tiene con un espetec. Sólo utiliza algunos nombres cogidos de la wikipedia por una gente que, claramente, no tiene el menor interés en el tema. Sé que tengo ciertos prejuicios al respecto, porque siempre me han interesado los caballeros de la mesa redonda pero es que, como aventurilla de fantasía sin más, La leyenda de la espada tampoco vale un carajo (y lo dice alguien que lleva tragándose pelis malas de fantasía toda la vida). 

Ahora que Uwe Boll dice haberse retirado definitivamente del mundo del cine, es curioso ver como Guy Ritchie coge el testigo. Y no es que odie al director de Hertfordshire, ni mucho menos: siempre he pensado que Snatch, cerdos y diamantes es bastante buena, creo que sus dos filmes de Sherlock Holmes tienen momentos disfrutables y hasta me pareció una buena elección cuándo Disney le escogió como director para el remake de Aladdin. Pero es increíble como demuestra aquí una total falta de entendimiento, no ya del mundo medieval, ni del poder del mito, sino de la propia narración cinematográfica. 

¿Por qué Rey Arturo: La leyenda de Excalibur abre con unos elefantes del tamaño de Murcia que no vuelven a salir? ¿Por qué hay una subtrama con guerreros vikingos si luego esto no tiene el menor impacto en la historia? ¿Por qué todas las escenas de acción están rodadas igual? ¿Por qué nuestro protagonista parte a un viaje de autodescubrimiento que no sirve de absolutamente nada? ¿Por qué aparece una serpiente gigante para salvar al héroe con un Deus Ex Machina de libro? ¿Por qué un monstruo salido directamente del peor juego de acción Playstation 2 tiene un peso central en el argumento? ¿Por qué nos da tan igual ver morir a ese amigo del protagonista? ¿Por qué todos los planos son tan feos? 

Puede que no haya mucho que contar pero, por Sir Gawain, es que lo poco que hay está contado FATAL. En conjunto, el filme parece un tráiler de dos horas de la primera temporada de una serie. Una temporada con trece episodios de una hora. Y bastante mala, por cierto. 

En estos casos, suele culparse al guión y, por extensión, a los guionistas. Si uno se mete en IMDB salen nombres como Joby Harold, Lionel Wigram o David Dobkin. Pero, con toda seguridad, la culpa no es de ellos. Seamos sinceros: la producción de estas películas de Hollywood es un proceso largo, complejo y francamente absurdo. Lo más probable es que ni una sola palabra de las que escribieran estas personas haya acabado en la pantalla… y, la que sí lo ha conseguido, ha sido a costa de ser descontextualizada y arrebatada de su significado. ¿Hay alguien aquí que haya podido leer el guión original usado en el rodaje? Pues eso. 

Además, que la preocupante falta de imaginación del filme se extiende a cada mínimo aspecto de la producción. Incluyendo la dirección artística (ese mundo que no sabe si quiere ser celta, romano o World of Warcraft), la música (con algún tema interesante pero en exceso repetitiva) y, de forma especialmente hiriente, el vestuario. Los caballeros llevan unas armaduras compuestas por hombreras ridículas y tiras de cuero. Todos los héroes tienen peinados que oscilan entre el estilo poligonero y el neonazi. ¿Y qué hay de los malos? Van vestidos con una capa negra y una máscara de Vega (el de Street Fighter) que provocaría hilaridad en los carnavales de Cádiz. 

Al parecer, estaba pensado que este fuera el inicio de una larga franquicia cinematográfica, hasta que el fracaso del filme en el mercado Norteamericano dio al traste con la idea. Soy ateo, pero doy gracias a Dios de que la cosa haya terminado aquí. 

Querer levantar un nuevo Señor de los Anillos con la Materia de Bretaña no es, necesariamente, una mala idea, pero hay que tener un poco de respeto (y conocimiento) del tema, así como una destreza mínima con el género épico. No basta con copiar las imágenes que le gustan a uno, porque entonces la cosa parece un intento desesperado y patético de gustar al gran público. 

Y vamos, a ver, es que aquí lo que más falla, es curiosamente, el elemento alrededor del cual se ha construido toda la historia: el propio Arturo. 

Para empezar, durante la parte central del filme es arrastrado por unos y otros, un personaje que, a pesar de su agresividad y su ceño fruncido, es pasivo y carece de motivaciones claras. Hasta que decide que va a luchar contra el maligno Rey Vortigern pasa una eternidad e, incluso entonces, parece moverse más por las circunstancias y el azar que por sus propias decisiones. 

Tampoco resulta especialmente interesante, ni ingenioso, ni audaz. Y lo que es peor, su personalidad es tan antipática como irritante. Básicamente, es un gangster. Un matón. Y lo es desde la primera escena en la que vemos a Charlie Hunnam hasta la última. Lo único que le redime mínimamente es que se enfrenta a un enemigo aún peor. Sin embargo, nada hace pensar que este nuevo Rey de Inglaterra vaya a ser mucho mejor y, en las escenas finales, parece ejercer el poder con una autoridad un tanto alarmante (aunque sea para salvar a unos niños, o algo así).  

¿Y cuál es el tema principal del relato? ¿La tesis que defiende? 

Que hay que molar más. Charlie Hunnam mola. Tú no. 

Me apena que a un director se le de libertad y dinero y obtenga un resultado tan desastroso. Sobre todo considerando la cantidad de proyectos artúricos que muchos buenos artistas han intentado levantar en los últimos diez años. Y es que el método mediante el cual se trabaja en Los Ángeles me resulta a veces un tanto disparatado. Es como si reunieras a doce personas en una habitación y, tras oírlas a todas, regalases doscientos millones de dólares al que dijera la tontería más gorda.  

No quiero insistir mucho más en el tema, pero es que, leches, hasta la soporífera El primer caballero es mejor, aunque sólo sea porque conserva cierto encanto kitsch. Quizás dentro de veinte años podamos decir lo mismo de La leyenda de la espada. Si hay algún mago o adivino leyendo esta crítica, que me lo confirme. 

De forma que no, no recomiendo Rey Arturo: La leyenda de Excalibur. Ojalá todas las copias acaben en un almacén y alguien le prenda fuego. 

Sinopsis Arturo es un joven intrépido que dirige a su pandilla por los callejones de Londonium. Tras sacar la espada de Excalibur, se verá obligado a tomar algunas duras decisiones. Junto a una misteriosa mujer llamada Guinevere, deberá aprender a manejar la espada, vencer a sus demonios y unir al pueblo para derrotar al tirano Vortigern, quien robó su corona y asesinó a sus padres antes de convertirse en rey.
País Estados Unidos
Director Guy Ritchie
Guion Joby Harold, Guy Ritchie, Lionel Wigram (Historia: David Dobkin, Joby Harold)
Música Daniel Pemberton
Fotografía John Mathieson
Reparto Charlie Hunnam, Jude Law, Eric Bana, Hermione Corfield, Astrid Bergès-Frisbey, Djimon Hounsou, Geoff Bell, Aidan Gillen, Michael McElhatton, Annabelle Wallis, Mikael Persbrandt, Kingsley Ben-Adir, Freddie Fox, Craig McGinlay, Tom Wu, David Beckham, Neil Maskell, Bleu Landau, Rob Knighton, Tom Metcalfe, Daniel Harland, Peter Stacey, Nigel Murfitt, Chris Marchant
Género Fantástico
Duración 120 min.
Título original King Arthur: Legend of the Swordaka
Estreno 11/08/2017

Calificación3.5
3.5

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Enrique Dueñas

Enrique Dueñas , escritor y guionista, aficionado al género fantástico y la tarta de queso.

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