Ricki (2015), de Jonathan Demme – Crítica

Ricki

Película apta solamente para espectadores particularmente atraídos por las tele-movies y que, de paso, sean incondicionales de Meryl Streep. También para aquellos que busquen un inocente entretenimiento durante los 101 minutos que dura la proyección en una sala de cine. Incluso para los que amen el cine bien contado, ágil, y no exijan a una cinta grandes mensajes ideológicos, argumentos perfectamente elaborados o espectáculos visuales de intensidad arrebatadora. Los que consuman rock como primer alimento espiritual serán proclives a aprovechar el visionado de esta película. En definitiva ¿película recomendable? Sí, pero sólo para el perfil de cinéfilo que hemos descrito.

En principio, uno está predispuesto a no conceder credibilidad a una Meryl Streep convertida en cantante rockera. Los años no pasan en balde y uno puede temerse lo peor; una actriz de 66 años, en Hollywood es lo más parecido a un dinosauro jubilado. Y sin embargo esta prevención inicial se disipa al poco de aparecer la Streep en la primera escena. No solamente se advierte que ha asumido perfectamente su papel, sino que se adapta a ella como un guante. Además, ha tenido la habilidad de no hacerse grandes retoques en el rostro. A diferencia de otras actrices habituales de los quirófanos que, a fuerza de retoques, han terminado por ser caricaturas hieráticas de sí mismas, o de aquellas otras cuyos labios entran en la categoría de morcillas recauchutadas, la Streep ha aguantado dignamente el paso del tiempo.

Quizás esta película, de haber sido interpretada por una actriz menor, habría quedado para emisión televisiva en las plácidas tardes del sábado. Tal es la diferencia entre una gran actriz y una actriz mediocre: la primera es capaz de levantar guiones livianos (incluso entusiasmarnos intensamente ​en algunos momentos) y hacernos olvidar su trivialidad.

Desde que se inició la década, Meryl Strep ha ganado como actriz y algunas discutibles películas que filmó tiempo atrás ya le han sido perdonadas. No nos gustó en la ya lejana ‘Julia’ (1977), donde se vio rebasada en su inexperiencia por Jane Fonda y Vanessa Redgrave. Su carrera discurrió con demasiada facilidad por melodramas a cual más desgarradores (de hecho, excesivamente desgarradores). Durante un tiempo, tras ver ‘Holocausto’ o ‘La decisión de Sophie’, podía pensarse que se había olvidado de sonreír. Luego llegó la época de ‘Heartburn’ (1986) y de ‘Tallo de hierro’ (1987), junto a Jack Nicholson, igualmente dramas de alto voltaje. Eso y algún que otro drama romántico. Hacia finales de la década de los ochenta la Streep estaba encasillada en papeles de sufridora nata.

Películas como ‘Los puentes de Madison’ (1995) o ‘Memorias de África’ (1984) bastaban para clasificarla como una gran actriz. Solamente era cuestión de saber qué podía interpretar cualquier papel que se le atribuyese. Menos mal que en 1989 protagonizó una película cómica. ‘She Devil’ (1989) no era una gran película pero, al menos, demostraba que tenía más registros escénicos que el dramón y la historia de amor lacrimógena.

El tiempo no pasa en vano y en 2010, la Streep cumplió los sesenta. Su carrera parecía declinante y, justo en ese momento, filma una película difícil: ‘La dama de hierro’ (2011), interpretando a Margaret Tatcher. Un biopic notable. Y luego ‘August: Osage County’ (2013) retornando al drama bañado en alcohol y drogas que le valió una nueva nominación al Oscar. ​Así como en ‘Mamma mia’ dónde su apuesta por el musical fue muy bien acogida.

Guste o no guste su trabajo, obligado es reconocer que se trata de una gran actriz capaz de llenar por sí misma una pantalla.

De Jonathan Demme, director de ‘Ricki and the Flash’, cabe solamente recordarle como artífice de ‘El silencio de los corderos’ (1991). Inició su carrera en 1974, y cuarenta años después no quedan dudas sobre su pericia en cualquier terreno a la hora de armar una película entretenida. Aquí ha sabido dirigir perfectamente a Kevin Kline, Meryl Streep y al resto del reparto.

Los rasgos de los protagonistas, aún sin estar perfectamente descritos, ni ser completamente convincentes, tienen cierto encanto. La actriz interpreta a un rockera mediocre que sigue actuando por las noches en un pequeño garito, mientras ocupa las mañanas en un super. Hay varias canciones interpretadas por Meryl Streep que contribuyen a alargar un argumento bastante simple y a reforzar la idea de que se trata de un rockera sin mucho futuro en esto de la música. Canta porque los gorgoritos le ayudan a olvidar y dejar atrás su pasado (especialmente a unos hijos a los que, tras alumbrarlos, nunca les hizo excesivo caso). Ella se niega a dar por concluida su problemática carrera musical como si eso implicase el reconocimiento del fracaso de su vida. Kevin Kline está en su papel de hombre divorciado y vuelto a casar, trabajador y amantísimo padre de familia, que recuerda el primer matrimonio con la Streep como el gran amor de su vida.

El argumento tiene una gran fuerza especialmente en el ámbito de la cultura americana en donde se tiene tendencia a admirar a cualquier persona que lo abandona todo por perseguir un sueño. Este aspecto está menos presente en otros ámbitos antropológicos, especialmente en el área latina, donde sigue estando presente la idea de que los padres deben sacrificarse hasta lo indecible por el bienestar de los hijos, renunciando a proyectos y aventuras personales que puedan suponer descuidarlos en su infancia y adolescencia. La película mantiene su interés e incluso casi obliga al espectador a vulnerar el mandamiento evangélico de “no juzguéis y no seréis juzgados”. ¿Es justa y asumible la actitud de Ricki ante su familia? ¿Haríamos todos y cada uno de nosotros algo así? ¿Vale la pena el abandono de la familia a la vista de la mediocridad de su carrera musical? El veredicto es cosa de cada uno de nosotros.

La película ha sido catalogada como drama y comedia al alimón. Pero también podría encuadrarse dentro del género musical. Esta es la parte que, sin duda, gustará más a algunos. No se trata de “números musicales” sino de actuaciones de The Flash, la banda rockera que interpreta temas clásicos de los años sesenta. Un medio amorío de la protagonista con el bajista del grupo, es la excusa para que Rick Springfield, rockero auténtico de los ochenta, aparezca en la película reforzando la banda que acompaña las actuaciones de Ricki-Streep. Lo mejor de estas actuaciones musicales es, desde luego, su autenticidad y vitalidad, que serán bien recibidas por los amantes del rock.

Una película veraniega, casi propia de cine al aire libre o, incluso, del autocine. No espere gran cosa, conténtese con entretenerse, ver a una grande del cine, oír algo de rock y esperar que la próxima producción de la Columbia TriStar sea algo menos ligera. Y es que ‘Ricki’ ha cubierto el cupo de películas livianas de este verano.

Ricki

Sinopsis Ricki es una guitarrista que lo abandonó todo para alcanzar su sueño de convertirse en una estrella de rock. Su ex marido Pete le pide que viaje hasta Chicago para visitar a Julie, la hija de ambos, pues se está divorciando y necesita apoyo.
País Estados Unidos
Director Jonathan Demme
Guión Diablo Cody
Fotografía Declan Quinn
Reparto Meryl Streep, Kevin Kline, Mamie Gummer, Sebastian Stan, Ben Platt, Charlotte Rae, Rick Springfield, Doris McCarthy, Josh Tobin, Hailey Gates, Marlon Perrier, Christian Frazier
Productora Columbia TriStar
Género Drama
Duración 101 min.
Título original Ricki and the Flash
Estreno 28/08/2015

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Calificación6
6

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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