Yo, él y Raquel (Me & Earl & the Dying Girl, 2015) – Crítica

Yo, él y Raquel

Existen serias dificultades para clasificar esta película. Cabe definirla como drama, pero nadie se opondría a que la clasificáramos como comedia. Si nos dicen que es una película de adolescentes, lo podremos admitir sin dificultades; y si alguien ve en ella una cinta de enfermedades tampoco se equivocará. Es pues una cinta que oscila entre el más fino humor y la tragedia más dramática. Lo que no es, es una película de amor, a pesar de que algunos críticos lo hayan querido ver así. Igual es que hemos visto dos películas diferentes.

La ventaja de esta cinta es que es “poliédrica”: tiene, en efecto, distintas caras, todas ellas tratadas con ingenio y buen hacer. Agradable de ver, quizás el único defecto que le podemos encontrar es que en algún momento, la insistencia en la enfermedad de la protagonista se hace reiterativa. Salvo esta pequeña objeción se trata de una película de esas que suelen clasificarse como “cine independiente”. Dejará un recuerdo agradable.

El director nos muestra la vida de tres jóvenes en su último año de instituto. Sorprende que la vida de los jóvenes de nuestras latitudes sea tan diferente a la que nos muestra el director como propia de una ciudad norteamericana de tamaño medio. Vale la pena observar este detalle: en España, un joven que no está todo el día enganchado a los videojuegos, aporreando la pantalla táctil del móvil o imitando a los protagonistas del Gran Hermano en su dolce fare niente, o simplemente “colocándose”, es poco más o menos, casi un freaky, un inadaptado a su generación. La juventud que aparece en ‘Yo, él y Raquel’ es de otra pasta: se comunican, se observan, se instruyen, valoran la sociedad que les ha tocado vivir en los colegios y en el seno de sus familias, entienden los valores que pretende transmitirles el sistema educativo. Asumen la amistad como un compromiso de lealtad. Y, lo más importante, tienen aficiones creativas: los dos amigos filman en vídeo películas que tratan de recrear viejas cintas europeas de hace treinta o cuarenta años, especialmente de “arte y ensayo” y de directores de culto. Llama la atención que consideren al cine europeo como más violento y radical que el americano. Hay algo de desenfoque en la perspectiva con que estos jóvenes miran a Europa y no estoy segura ni siquiera de que los protagonistas de la película sean los prototipos de jóvenes que circulan por los institutos de secundaria en los Estados Unidos, más bien me parece que el director ha idealizado lo que a él mismo le gustaría que fuera la juventud de su país.

Greg, el protagonista se ha hecho la firme promesa de pasar desapercibido en su último año de instituto. No quiere problemas, ni provocarlos, ni experimentarlos, aspira solamente a pasar desapercibido y a mantener una única amistad a la que se unirá de manera imprevista otra adolescente que completa la tríada protagonista.

En cualquier caso se dan las tres circunstancias para que la película sea “buena” y pueda verse sin la sensación de haber perdido el tiempo: 1) un director hábil en el manejo de la cámara, con buenos encuadres, fotografía excelente y una dirección de actores brillante; 2) un guión ingenioso con diálogos extremadamente ágiles, divertidos en ocasiones y profundos en otras; 3) una interpretación con actores jóvenes pero que ya han adquirido cierta experiencia cinematográfica y bordan sus papeles.

No puede pedirse mucho más para una película de “cine independiente” que no se ha filmado con los recursos de los grandes estudios cinematográficos, ni con un presupuesto elevado para publicidad y promoción. Una película de cine independiente tampoco suele contar con actores de primera división y, sin embargo, todas estas limitaciones obligan a concentrar esfuerzos en guionización, dirección y un casting que encaje como un guante en las sensaciones que se pretende transmitir.

Esta película cumple con todos estos elementos y no es raro que en el Festival de Sundance de este año haya recibido el premio a la Mejor Película y el Premio del Público. Seguramente se la merecía. Esto nos recuerda que un “cine independiente” siempre es necesario: obliga a elegir buenas historias, entregársela a directores que ejercen de consumados artesanos, con “oficio” y son cantera indispensable para encontrar nuevos talentos de actores. Es normal: si alguien invierte unos ahorros, trata de apostar sobre seguro. Los grandes estudios, en cambio, ya parten de la certidumbre de que solamente el 25% de lo que filmen dará beneficios extraordinarios, el 50% cubrirá gastos por la mínima y otro 25% será deficitario. Producen películas como otros fabrican churros. De ahí la importancia del cine independiente: si un director se consolida en ese terreno es que la calidad de sus productos garantiza la viabilidad de las inversiones y, por tanto, su calidad, como el valor al soldado, se le supone. Tal es el caso de Alfonso Gómez-Rejón, director de esta cinta.

Nacido en Laredo, Texas, allí frontera entre dos mundos, sus apellidos dicen mucho sobre la penetración de lo hispano en los EEUU. Gómez Rejón lleva quince años dirigiendo telefilmes y publicidad, pero también ha participado en películas que han tenido gran eco, la más conocida, sin duda, ‘Argo’ (2012), en la que fue director de una de las unidades de producción. En ‘21 Gramos’ (2003) desempeñó funciones como asistente de dirección y en ‘Babel’ (2006) fue consultor de casting y director de una unidad de rodaje. Ha trabajado con grandes directores (Scorsese, Nora Ephron, De Niro, González Iñárritu) de los que lo menos que puede decirse es que ha aprendido mucho. En su carrera se ha prodigado en la dirección de series televisivas (‘Glee’, 2009 o ‘American Horror Story’ en las temporadas 2012 y 2013), habitualmente de terror. Su habilidad en las tareas de dirección le está facilitando su tránsito a la pantalla grande por el camino más fácil para un director norteamericano: el cine independiente. Y en eso está.

El año pasado pudimos ver ‘Espera hasta que se haga la noche’ (2014) en donde todavía permanecía instalado en el cine de terror que no dejó muy buen recuerdo, acaso porque se trataba de uno de esos trabajos alimentarios en donde Gómez-Rejón se limitó a cumplir contrato, sin ilusión, ni fe en el producto. En esta nueva película, ‘Yo, él y Raquel’, visiblemente se siente mucho más cómodo y a gusto con su trabajo y el producto final es una película digna que puede gustar a un público muy variado. Especialmente -claro está- a los seguidores del cine independiente.

Yo, él y Raquel

Sinopsis Greg está pasando el último año del instituto de la forma más anónima posible, mientras secretamente hace extrañas películas con Earl, su único amigo. Pero todo comenzará a cambiar cuando su madre le obliga a hacerse amigo de una compañera de clase con leucemia.
País Estados Unidos
Director Alfonso Gomez-Rejon
Guión Jesse Andrews
Música Brian Eno, Nico Muhly
Fotografía Chung-hoon Chung
Reparto Thomas Mann, Olivia Cooke, RJ Cyler, Nick Offerman, Connie Britton, Molly Shannon, Jon Bernthal, Katherine C. Hughes, Matt Bennett, Masam Holden, Bobb’e J. Thompson, Chelsea T. Zhang, Gavin Dietz, Edward DeBruce III
Productora Fox Searchlight Pictures / Indian Paintbrush
Género Drama
Duración 105 min.
Título original Me & Earl & the Dying Girl
Estreno 09/10/2015

Trailer

Calificación6.5
6.5

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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