Bienvenidos a Grecia (2015), de Aron Lehmann – Crítica

Bienvenidos a Grecia

«Bienvenidos a Grecia es una comedia moderadamente divertida sobre un tema oportunista de actualidad.»

Esta película nunca habría visto la luz de no ser por los acontecimientos político-económicos que han sacudido a Grecia en los últimos años y que han emparentado su destino con el alemán. Desde hace décadas, la clase política griega, con parche en un ojo y el sable de abordaje entre los dientes, fue desviando fondos de la Unión Europea hacia sus bolsillos, enmascaró cifras y construyó contabilidades falsas. En buena medida, el dinero que se perdió era alemán. Sabemos lo que ha ocurrido después por los titulares de prensa de los últimos seis años. Esta película intenta resumir el contencioso helénico-alemán en clave de comedia. Comedia a la alemana, naturalmente.

Reír es mucho más llevadero que llorar. No es, por tanto, difícil de entender que desde que se inició la gran crisis económica de 2007 las comedias hayan experimentado cierto revivir. Todos buscamos motivos para reír. Lo cotidiano nos sumerge en el miedo y en la inseguridad. El cine alivia tensiones y, en última instancia, genera coberturas al nihilismo nuestro de cada día. El humor es una de esas coberturas.

Bienvenidos a Grecia gustará a todas aquellas personas que hayan sonreído en las escenas de la comedia francesa Bienvenue chez les Ch’tis, traducida como Bienvenidos al Norte (2008) o que después de ver Ocho apellidos vascos (2014) no hayan tenido empacho en insistir con Ocho apellidos catalanes (2015). Incluso el cine croata demostró su necesidad de suscitar sonrisas con Los niños del cura (2013). Reír, a fin de cuentas, es lo que importa en tiempo de crisis para tratar de olvidar la crisis.

El problema es que las comedias alemanas son especiales. Los teutónicos, como se sabe, son poco dados a la guasa y a la fiesta. Cuando en 1930 se estrenó El trío de la benzina, el cine alemán (justo en el momento en el que Hitler había tenido su primer gran éxito electoral) demostró, por primera vez, su capacidad para la comedia. En aquella película había algo de la amargura propia de los chistes de Otto y Fritz (aquellos de “Otto ¿los muertos huelen?”, “Sí, ¿por qué?”, “Por qué tú estás muerto”). Ochenta años después, todo parece seguir igual. El humor y la amargura siguen presentes en Bienvenidos a Grecia.

La película gira en torno al viaje que un funcionario alemán realiza a una pequeña isla del Egeo para certificar que el dinero enviado ha sido utilizado tal como se había programado. Obviamente, el dinero se ha dilapidado y el funcionario asiste a un festival de engaños, simulaciones y malentendidos que en algunos momentos mantienen viva la sonrisa del espectador.

Si el director Aron Lehman quería provocar carcajadas, se quedó a la mitad. Sonrisas sí, como máximo; y sonrisas fáciles, en absoluto carcajadas. Pero se agradecen. En un principio, la película que parecía abundar en el desencuentro germano-griego, pero, poco o poco pasa a ser un canto a la amistad entre los dos pueblos, a la reconciliación y al entendimiento entre la Europa Germánica y la Mediterránea. Intenta ser una película “positiva”, pero quizás éste es su aspecto menos convincente, a pesar de que una comedia, para ser tal, necesariamente debe tener un final feliz.

Sin embargo, cuando el espectador sale de la sala de proyección le queda la duda de si las intenciones han sido “positivas” y lo que le queda no es un regusto ácido y desencantado. En realidad, tanto alemanes como griegos, quedan dibujados con unos rasgos caricaturescos que tienen mucho más desencanto que comicidad.

El perfil que la película da de los griegos los muestra como haraganes, propensos a los excesos alcohólicos, dados a la vagancia, oscilando entre la siesta y el sirtaki, irresponsables y subsumidos en su dolce fare niente; si tienen ovejas es porque cobran subsidios y si cuelgan un cuadro lo harán sin taco, no se esfuerzan ni hacen nada para conseguir que sus cosas vayan bien; son como niños, incluso aunque sean viejos. Pero los alemanes no salen mucho mejor parados: el protagonista es una especie de inválido-emocional, carece de habilidades sociales, su trabajo le absorbe completamente y no dispone de tiempo ni para cultivar amistades, ni para disfrutar de vacaciones. Un verdadero muerto en vida.

Aron Lehmann, responsable de la cinta, es un joven director del cine alemán todavía con pocas películas en su haber: apenas cuatro cortos y tres largometrajes, pero muy galardonados en distintos certámenes germanos. Lehmann está todavía, dando sus primeros pasos y tiene un amplio futuro por delante. Bienvenidos a Grecia no tiene nada que ver con su anterior cinta, un drama, espeso y nebuloso. El film evidencia cierta falta de veteranía, pero tiene momentos divertidos que compensan lo que le queda por aprender. En cuanto a los actores, cumplen en una película que para ellos será una línea más en su currículo.

Seamos claros, Bienvenidos a Grecia no es una película excepcional, tan solo una comedia moderadamente divertida sobre un tema oportunista de actualidad. Apta especialmente para amantes del género poco exigentes.

Bienvenidos a Grecia

Sinopsis Jörg Geissner trabaja para un banco alemán que va a financiar la construcción de un hospital y una planta energética en Paladiki, una pequeña isla griega. El banco, ante las dudas y recelos que le genera todo lo relacionado con Grecia y los griegos, envía a Jörg a controlar sus inversiones. Éste, al llegar a su destino, se da cuenta que no hay nada construido. Lo que para Jörg comienza como un terrible viaje a un lugar remoto donde todo son problemas y malas noticias, con el paso de los días y el contacto con los habitantes de Paladiki Jörg cambiará su opinión sobre Grecia y los griegos.
País Alemania
Director Aron Lehmann
Guión Arnd Schimkat, Moses Wolff, Aron Lehmann
Reparto Adam Bousdoukos, Christoph Maria Herbst, Akilas Karazisis, Georgia Tsagaraki
Productora Pantaleon Films
Género Comedia
Título original Highway to Hellas
Estreno 15/04/2016

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Calificación4
4

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

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