Buenos principios (2019), de Yvan Attal – Crítica

Buenos Principios, aún con la presencia carismática de la pareja protagonista, está infectada por lo repetitivo y lo previsible.

Me voy a repetir: la comedia francesa, salvo alguna excepción aislada, está en horas bajísimas, y esta película lo atestigua claramente. Soy consciente de que la comedia requiere de un talento mayúsculo, todo y que parece un género ligero. Pues sí, como lo oyen, porque para hacer algo ligero, creativo y que no sea repetitivo y cansino, hay que tener mucho talento, especialmente en cuanto a guión. Pues bien, Buenos Principios, aún con la presencia carismática de la pareja protagonista, está infectada por lo cansino, lo repetitivo, lo previsible, lo… en fin. El caso es que Yvan Attal, el actor que personifica al marido sufriente, y Charlotte Gainsbourg, la esposa que alterna dureza con ternura, es de lo mejor que tiene la película, pero lo que es el resto de  cosas… ufffs… es que no remonta el vuelo. De hecho, la película se malogra toda ella desde el primer cuarto de hora. A partir de ahí, al escribiente que soy no le quedó otro remedio que armarse de paciencia, para llegar al final de la proyección y procurarse un bar en el que ahogar las penas.

Por cierto, Ivan Attal también es el director. Se le nota que es buena persona, y hasta me gustaría ser amigo suyo. Y como no sé quién es el autor del infame guión, no lo cito, por compasión. Mejor no saberlo, ahora que lo pienso. Por cierto, para guión talentoso y meritorio, acudan a Parásitos, que es un drama con toques sabios de comedia. Eso sí que es un trabajo concienzudo, de guión y de todo.

La película se malogra toda ella desde el primer cuarto de hora.

En relación a Buenos Principios, la historia es bien sencilla. Una familia, la pareja citada y sus hijos, residen en una casa con jardín. Un cierto día aparece un perro merodeando. El caso es que, a regañadientes, lo adoptan. A partir de la presencia perruna se van emergiendo del fonde de armario situaciones que estaban sin detonar. Me refiero a ciertos aspectos de la convivencia familiar y de pareja que pasaban sin pena ni gloria. El caso es que el perro actúa como exorcista, para que esos aspectos acaben de salir de debajo de la alfombra. Es decir, drama humorizado e insustancial. Hay que decir que el perro es descomunal. Y si no fuese por el carisma de la pareja protagonista, diría que es de lo mejor que ofrece la película. Por cierto, el título original de Buenos Principios es Mon Chien Stupid, pues así se llama el perro protagonista. Me pregunto por qué diablos tergiversan los títulos de esta manera, como es el caso, cuando los trasladan del francés al castellano.

La película se basa en un libro de John Fante llamado Al Oeste de Roma. Seguro que es mejor que la película, de sobras, vamos. Y a destacar que la música es de Brad Mehldau.


Sinopsis Henri es un escritor de mediana edad en crisis. ¿Y quienes son las personas responsables de sus fracasos, su abstinencia sexual y su dolor de espalda? Su esposa y sus cuatro hijos. Justo en el momento crítico en el que está haciendo un balance de su vida, de todas las mujeres que nunca volverá a tener, y de todos los coches que nunca conducirá… un perro de metro y medio, maleducado y demasiado entusiasta, decide instalarse en su casa.
País Francia
Dirección Yvan Attal
Guion Yvan Attal, Yaël Langmann
Reparto Yvan Attal, Charlotte Gainsbourg, Pascale Arbillot, Adèle Wismes, Sébastien Thiery, Ben Attal, Eric Ruf, Pablo Venzal
Género Comedia
Duración 106 min.
Título original Mon chien stupide
Estreno 15/11/2019

Calificación3
3

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Jesús Gabriel Gutiérrez

Mentor literario. Escritor. Filósofo. Prospectivista y astrólogo. Me interesa la historia y el hilo que sale de ella y nos conecta con el futuro.

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