Edgar Wright tiene su propia seña de identidad, que le hace destacar entre tantísimos directores dedicados a la comedia. Hacemos un repaso a su trayectoria: desde Shaun of the Death a Baby Driver.
El humor. A todos nos gusta reírnos de vez en cuando. Ver un programa divertido, un monólogo de algún humorista profesional, una película o serie que nos haga olvidarnos de todo y hacernos pasar un buen rato… Es universal.
Somos más de siete mil millones de habitantes, cada uno con sus gustos personales, con su único sentido del humor… hacer reír es muy difícil.
Hoy hablaremos de la obra cinematográfica de alguien ligado al género de la comedia, Edgar Wright.
A los 14 ya empezó a dirigir proyectos muy amateurs en su escuela, y a los 20, aun insultantemente joven, dirigió su primera película: A Fistful of Fingers. Este film no es que tuviese una repercusión espectacular, solo se emitió en algún cine y alguna cadena de televisión. Pero desde luego, fue la semilla que hizo crecer a un artista que hoy día todos pueden conocer. En esta primera obra, una parodia del western clásico rodada en cuatro tercios, los homenajes a Monty Phyton, las referencias a películas del género, y el humor absurdo, inundaron la pantalla. Con una intención sumamente buena; sus primeros minutos te hacen reír como un tonto, sus locas situaciones, su autoconsciencia de cine de bajo coste, sus rupturas de la cuarta pared, son recursos que abundan; pero como suele pasar en una ópera prima, la cinta acaba por sostenerse en un fino hilo. El exceso de ese humor absurdo no parece estar llevado de tal forma que sea capaz de entretenerte durante sus 75 minutitos. A pesar de todo, esta primera película del director dejó entrever muchos de los recursos que usa actualmente. Un gran sentido del humor visual, un amor por el gore alocado, personajes nada arquetipo… Vamos, una digna cinta de Wright.
Con una loquísima historia, una dirección espectacular y el gore más divertido, Shaun of the Death es la primera pista del talento de Edgar Wright.
Aunque solo voy a hablar de sus películas, voy a hacer un rápido nombramiento a una de las series en las que participó (que no fueron pocas). Spaced. Y el único motivo por el que he de nombrarla casi obligado es porque en ella conoció a Jessica Hynes, guionista con la que trabajará, pero, lo más importante, conoce a su actor fetiche: Simon Pegg. Fue a raíz de esta amistad como surgió una de sus obras más importantes. La primera de la trilogía del corneto: Shaun of the Death.
El amor por el cine de zombies seguía en alza, y Edgar Wright aprovechó esos momentos para rodar la hilarante parodia de la que hablamos. Por primera vez en pantalla, la pareja de actores protagonista formada por Simon Pegg y Nick Frost compartían momentos de la más pura amistad reventando cabezas de muertos vivientes de todas las formas posibles. Con una loquísima historia, una dirección espectacular que pudo repetir más adelante y el gore más exageradamente divertido que puedas echarte a la cara, Shaun of the Death es la primera pista del talento de Edgar. Pero esta no es más que un aperitivo, porque nuestro amigo tenía preparadas otras dos películas protagonizadas por los mismos amigachos comiendo cucuruchos. Tres películas que ya son casi de culto, y cuya segunda entrega fue: Hot Fuzz.
Breve inciso. Hay veces en las que por el hecho de dirigir una comedia parece que el realizador que hay detrás no se preocupa demasiado por sus imágenes, más bien por dirigir a unos intérpretes que den el cante. Por lo que sí que podemos aplaudir a Edgar es por no solo tener ese increíble feeling con los protagonistas, sino también por dotar a la cinta de un ritmo bestial (grandes sus montadores) y un humor traído gracias a la propia imagen (vamos a llamarlo ‘’humor visual’’). Esta seña de identidad ha hecho que podamos considerarle un destacado de entre los tantísimos realizadores que se dedican al género, y es algo que hay que valorizarle.
Arma fatal (brutal traducción del título original) también parodió a uno de los géneros preferidos por todos. El policíaco. Seamos claros, Edgar Wright no es un director que esconda sus referencias. Con tal conocimiento de este cine, pudo ponerse al mando de una más que divertida ‘’buddy movie’’ sobre 2 policías destinados a un pueblucho que esconde más de lo que en un principio parecía. De nuevo dejaba clara la identidad que pretendía. Un bombazo frenético, acción loca, un rechazo total al miedo por el gore… Podemos decir que, tras esta segunda entrega de la trilogía, Edgar afirmó lo que se auguraba. Tenemos un nuevo autor entre manos.
Tras Arma Fatal y algún que otro trabajo como el divertido falso tráiler Don´t destinado a la Grindhouse de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, Edgar Wright estrenó lo que podría haber acabado con él: Una adaptación de un cómic queridísimo por sus fans. Scott Pilgrim contra el mundo. A estas alturas todos sabemos lo que pasa a veces con las adaptaciones cinematográficas con muchos seguidores… Algunas parece que solo buscan dinero fácil (El Hobbit, La torre oscura, la mayoría de adaptaciones de videojuegos…). Edgar sabía a lo que se enfrentaba y, dios le bendiga, hizo una de las mejores adaptaciones de un cómic a la pantalla. Ya no es solo que fuese capaz de resumir 6 tomos de una historia en solo 112 minutos, es que captó como nadie el humor, el ritmo y las referencias que hacían que una legión de fans amasen la obra. Un reparto espectacular, un estilo muy marcado (casi es como ver un cómic hecho película), unas acertadísimas elecciones de entornos, vestuarios, y efectos… Lo consiguió, Edgar Wright se convirtió en un director a seguir el resto de sus días.
Tres años más tarde ya iba siendo hora de convertir su bilogía del corneto en una trilogía (necesario, si haces dos, haz al menos la tercera *ejem* Tarantino *ejem*). Bienvenidos al fin del mundo fue la decisiva. Esta vez parodiaba a las películas de ciencia ficción juntando a un grupo de amigos (como siempre encabezados por Simon Pegg y Nick Frost) que se reúnen tras muchos años para revivir viejos recuerdos y ya de paso intentar detener la invasión alienígena que se cierne sobre el planeta. La frase que viene a continuación podría sonar mal viniendo de otro, pero siendo este hombre era necesario que fuese así. Edgar nos trajo ‘’MÁS DE LO MISMO’’. No voy a volver a repetir todos los adjetivos que describen a la trilogía del corneto, pero si no la habéis visto aún, veo normal que os parezca raro que esto sea bueno. Por favor, disfrutadla y juzgad.
Scott Pilgrim contra el mundo es una de las mejores adaptaciones de un cómic a la pantalla. Captó como nadie el humor, el ritmo y las referencias que hacían que una legión de fans amasen la obra.
La expectación tras todo esto era impresionante. Había acabado su trilogía y nos había traído la gran adaptación de Scott Pilgrim, ¿Qué sería lo próximo que se sacaría de la manga el bueno de Wright? Pues un videoclip con temazos a ritmo de un conductor que trabaja con ladrones para despistar a la policía (puro Drive). Por fin pudimos disfrutar de la última película del director: Baby Driver.
Protagonizada por el aún algo desconocido Ansel Elgort y con un reparto de numerosas caras familiares como Jamie Foxx, Jon Bernthal, Jon Ham o el ahora innombrable Kevin Spacey, Baby Driver nos entró tanto por los ojos como por los oídos. Sin tener un argumento sacado de otro mundo, Edgar es capaz de contarnos una historia repetida hasta la saciedad con el estilo más canalla que te puedas imaginar. Una película que pone toda la carne en el asador basándose en su capacidad de sorprender con su ritmo, su música, su acción… Básicamente es la carta de Wright a la puerta grande de sus capacidades. Cine palomitero del bueno, mimo por los detalles, divertida, con muchas sorpresas, pero sobretodo… una muestra de talento. Si este hombre sigue así no vamos a ser capaces de crear expectativas más altas.
Actualmente Edgar sigue trabajando para probablemente sorprendernos, pero mientras tanto siempre podemos disfrutar de su cine o algún que otro trabajito (como el videoclip Colours de Beck). Mientras tanto, ¿qué esperáis vosotros de este humorista disfrazado?