El gran museo (2014), de Johannes Holzhausen – Crítica

El gran museo

«El gran museo parece interesarse en exponer al público el esforzado trabajo del equipo tras el Kunsthistorisches y, más allá, en hacer hincapié en el volumen de dinero que debe respaldar dicho trabajo si se quiere que sea eficiente.»

El gran museo’ de Johannes Holzhausen es un documental centrado en el Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum Wien); se trata de un fastuoso palacio de la Ringstraße, en cuya estructura se alberga una variada colección de bellas artes, artes aplicadas y artes decorativas, de forma que el visitante pueden encontrarse tanto monedas como ropa, joyas, pinturas, armas, esculturas, muebles, medallas, etc. Mayoritariamente son fondos obtenidos de la colección privada de los Habsburgo desde del período grecolatino hasta el siglo XIX.

Una vez situado el lector en el universo en el que transcurre el metraje, conviene preguntarse qué atractivos ofrece el proyecto más allá de los que contiene el propio complejo artístico. Película estrenada a finales de 2014 en Austria, retrata de forma muy sesgada el profundo proceso de remodelación al que fue sometido el museo, tomando como momento álgido los preparativos finales en el año 2012 y su reapertura definitiva en marzo de 2013. Dado que se insiste a menudo en la necesidad de acercar al público –local o no– a un museo que tiene una fuerte competencia con otros puntos de interés turísticos, no solo internacionales, sino también dentro de la propia Viena, pronto se advierte que la cinta forma parte de la campaña de publicidad llevada a cabo por los responsables del Kunsthistorisches para renovar la imagen de la institución.

Y ello es así porque el realizador se muestra escasamente interesado en retratar las piezas que alberga el edificio, mientras que, por el contrario, insiste en los interminables procesos asociados a su mantenimiento. En este sentido, los protagonistas del filme no son las propias obras de arte –al contrario de lo que sucedía en ‘National Gallery’ (2014) de Frederick Wiseman–, sino las personas que velan por ellas en uno u otro sentido. De ahí que todos los oficios que forman parte de la jerarquía del museo sean retratados, desde los restauradores hasta los transportistas, pasando por el personal de limpieza, los diseñadores del espacio, los biólogos que estudian las plagas de insectos, los responsables de marketing… y llegando, por supuesto, a la cúpula ejecutiva, con la directora y el administrador como máximos responsables de la institución.

Ello explica que la cámara se encuentre siempre a la altura del trabajo recogido: si se buscan imperfecciones en una pintura, Holzhausen optará por un plano detalle microscópico; si se quiere incidir en la labor del archivo, recorrerá a la misma velocidad que el encargado de la sección de monedas –en un patinete para ahorrar tiempo y esfuerzo– las intrincadas y abarrotadas salas que van desde su puesto de trabajo hasta la recogida de un fax; etc.

En este sentido, resulta especialmente interesante el momento en el que queda reflejada la estricta compartimentación del funcionamiento del museo, donde también se constata la herencia de una tradición marcada por la brecha social y los prejuicios clasistas (léase la reunión de los ejecutivos con el personal de atención al público). Asimismo, con el retrato del día a día de quienes trabajan en el Museo de Historia del Arte, el realizador puede introducir otros temas secundarios, como la evolución del concepto y de la percepción del arte (p. ej. la búsqueda actual de la individualización de las piezas en frente del gusto por la acumulación anterior).

En cualquier caso, ‘El gran museo’ sobre todo parece interesarse en exponer al público el esforzado trabajo del equipo tras el Kunsthistorisches y, más allá, en hacer hincapié en el volumen de dinero que debe respaldar dicho trabajo si se quiere que sea eficiente. Como si se quisiera insistir –de manera encomiable temáticamente hablando, pero huera desde un punto de vista fílmico– en la enorme cantidad de fondos y subvenciones que requiere la gestión de una entidad de ese tamaño. No en vano, algunos de los momentos principales del documental atañen a la donación altruista por parte de una pareja de ancianos de un vestido de época; a la visita del Presidente de Austria de las nuevas instalaciones, o a la imposibilidad de obtener nuevos fondos en una subasta ante la escasez de recursos frente a otros museos mucho mejor dotados.

Por ello, el filme tiene un (¿involuntario?) toque panfletario que lo aleja, no ya de las excelencias de la citada cinta de Wiseman, sino del calado cinematográfico y cultural de una obra maestra del cine como es ‘El arca rusa’ (2002) de Alexandr Sokurov.

A la postre, solamente destaca en ‘El gran museo’ la humanidad, la verdad, que destilan las personas que desfilan por la pantalla, así como el tramo final de la pieza, en el que, dando un giro a todo lo visto anteriormente, la cámara recorre distintas representaciones humanas contenidas en el museo, desde las que se acumulan en los talleres, todavía pendientes de reparar, hasta miniaturas pictóricas de época renacentista para detenerse, en último lugar, en la famosa pintura de Pieter Brueghel el ViejoLa torre de Babel’ (1563). Toda una magnífica secuencia alegórica sobre el paso del tiempo y las generaciones que sostienen una tras otra una imposible lucha faraónica contra la pérdida de la memoria, y que nos hace lamentarnos de lo que habría podido ser la película de no estar constreñida por su afán divulgativo y publicitario.

El gran museo

País Austria
Director Johannes Holzhausen
Guión Johannes Holzhausen, Constantin Wulff
Fotografía Attila Boa, Joerg Burger
Reparto Documentary
Productora Navigator Film / ORF Film/Fernseh-Abkommen
Género Documental
Duración 94 min.
Título original Das große Museum
Estreno 08/01/2016

Trailer

Calificación5.5
5.5

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Elisenda N. Frisach

Filóloga y editora de profesión y escritora de vocación, le apasiona el arte en general, sobre todo el cine, la literatura y la pintura. Por eso ha colaborado en diversos medios de comunicación como crítico de arte (reseñas de discos y conciertos, películas y festivales, exposiciones, libros...). Se autocalifica de humanista, y no de ingenua, al creer en el poder del amor, la verdad, la ética y el humor. Ideológicamente, sus principales influencias son Gandhi y Schopenhauer, mientras que le fascina la cultura rusa (Dostoievski,Tarkovski, Agmatova...).

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