El gruñón (2014), de Dome Karukoski – Crítica

El gruñón

«A medio camino entre la comedia y el drama, El gruñón profundiza sobre la brecha generacional en la sociedad actual. Asentado en valores de un tiempo pasado, el protagonista sufre la incomunicación generada por la diferencia en la manera de expresar los sentimientos.»

Actualmente en Finlandia, el 27 % de la población es mayor de 60 años. Porcentaje que incrementa con rapidez debido al envejecimiento de la generación de la posguerra. Esta situación genera en múltiples casos una brecha generacional insalvable entre los habitantes del país nórdico. Como arquetipo de un anciano que vive en un mundo que ya no conoce, se presenta al gruñón. En unas tierras de cultivo, distinguimos al protagonista cultivando patatas a la vez que sostiene que no le gusta que el mundo cambie. Mientras que nos introducimos en su soledad, la pantalla se expande, pasando de un ratio correspondiente a un cine de otro tiempo al actual. No hay mejor metáfora para sentir la desorientación que el director, Dome Karukoski, tratará de inducirnos a lo largo del filme. Basado en el personaje desarrollado en diferentes medios como la radio, las novelas o el teatro creado por Tuomas Kyrö, Dome Karukoski se encarga de trasladar al popular personaje a la gran pantalla.

En el retirado hogar del gruñón en los fríos bosques fineses, el longevo hombre tiene el infortunio de caerse en su sótano. Al estar aislado de toda evidencia de tecnología moderna, el protagonista – no se especifica su nombre en ningún momento de la cinta – debe desplazarse a casa de su hijo en Helsinki para poder recibir el tratamiento médico. Ante la reticencia del anciano de abandonar su vivienda, su hijo le visita para convencerle. Acabando el padre en la capital con su nuera y el descendiente despejándose en el inhóspito paisaje familiar. La nueva situación permite profundizar en las relaciones entre la nuera y el anciano, pues el vínculo nunca ha sido demasiado estrecho. La incomunicación es el claro leitmotiv, confirmado por la dedicatoria de Dome Karukoski a su padre, al que considera un hombre de carácter fuerte. En clave de humor, el director va creando situaciones cómicas relacionadas con la incapacitación originada al cambiar una azada por una tablet. Llevando al límite el estereotipo de individuo irascible con una mentalidad anclada en el pasado, se combinan los gags de humor blanco con las referencias al racismo o machismo. Comportamiento enfocado como inevitable para una persona que desde hace muchos años no se ha desprendido de su anteojera. Aun con los cambios enfrente de sus ojos, persiste la convicción de resistir en una época propia.

El planteamiento inicial que nos propone Dome Karukoski está manifiestamente asentado en la comedia. Entre monólogos interiores surgidos de recuerdos, se van sucediendo escenas que ponen a prueba la terquedad del gruñón. Sin embargo, el devenir del filme se muestra imponente ante las singularidades del protagonista. Al repetirse continuamente los mismos chascarrillos e implantarse una actitud infantil, la paciencia de los espectadores acaba en irritación u omisión. En el transcurso del filme hay momentos en los que se generan estas sensaciones en los acompañantes del anciano en Helsinki, doblegándose ante una actitud agotadora. El defecto viene cuando el espectador ignora o se irrita sobremanera en otras secuencias con distinta finalidad. Asimismo, la historia se siente como una anécdota alargada innecesariamente. Esto llevaría al fracaso si no fuese por el actor principal, Antti Litja. El veterano intérprete ya había puesto voz al personaje tanto en la radio como en la obra de teatro, interiorizando los matices de un carácter áspero. Su actuación no cae en el histrionismo, encariñándonos poco a poco como si fuese un ascendiente de nuestra propia familia. Por ello, no es de extrañar que ganase el premio Jussi (galardones finlandeses de cine) a mejor actor en el 2015. Ya que su enternecedor acercamiento a la brecha generacional acaba cobrando más fuerza que el impacto emocional propuesto por Dome Karukoski.

En el nuevo sistema mundial conectado, la brecha tecnológica ha supuesto un hándicap a la hora de relacionarse entre nativos digitales y mayores. No obstante, la evolución más relevante está ligada a la manera de expresar los sentimientos. El gruñón es frío como el hielo y aun acercándose al fuego no se derretirá ni una gota. Él vive en una ineptitud emocional arraigada en el pasado, para sus hijos una época que ya es historia. En la segunda mitad del filme, para humanizar a los estereotipados personajes se decide virar de la comedia al drama. Sin apenas transición, debido a una estructura narrativa ineficaz, nos centramos en la juventud del protagonista. Se recuerdan las vivencias con su mujer, internada al padecer de  Alzheimer. Este cambio de orientación pilla descolocado al público, lo que conlleva indiferencia al que se supone el clímax de la cinta. Por este motivo, el alegato sobre la importancia de comprender y empaparse de los mayores termina quedándose insuficiente.

Pese a todo, El gruñón es una película cuyo visionado es agradable. Tanto el buen hacer del actor protagonista como el mensaje de la dificultad de entender el mundo cuando ya no perteneces a él son los mayores aciertos de una premisa desaprovecha. Al filmar sobre un tema tan universal en el que la simpatía está asegurada, Dome Karukoski no fija las bases sobre las que quiere profundizar. A veces en clave de comedia y otras en drama, las secuencias se suceden sin conexión como el hogar del anciano en los bosques de Finlandia. Pero el gruñón no arruina nuestro día, sino que nos incita a preguntar a nuestros mayores sobre sus historias pasadas.  Dejar vivir al gruñón en soledad no es su decisión, sino de quienes le rodean.

El gruñón

Sinopsis Un arisco anciano choca con su nuera cuando, a consecuencia de una caída, tenga que trasladarse a vivir con la familia de su hijo.
País Finlandia
Director Dome Karukoski
Guión Dome Karukoski, Tuomas Kyrö
Música Hilmar Örn Hilmarsson
Fotografía Pini Hellstedt
Reparto Antti Litja, Kari Ketonen, Janne Reinikainen, Timo Lavikainen, Mikko Neuvonen, Milla Puolakanaho, Sulevi Peltola, Mari Perankoski, Alina Tomnikov, Iikka Forss, Minna Koskela
Género Comedia
Duración 104 min.
Título original Mielensäpahoittaja
Estreno 23/09/2016

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Calificación4
4

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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