HACIA VENECIA 2019: IMMORTAL STORY (1986), DE YONFAN

Immortal Story

Con Macao como fondo incomparable, Immortal Story disecciona la colisión entre la idealización y la realidad de un romance juvenil. Una aventura con destino trágico en el que Yonfan sublima con un gusto exquisito los símbolos del melodrama clásico.

Un rayo de sol incide en una hoja en blanco. Antes de que la tinta haga acto de presencia, deshacemos el camino de este haz y nos perdemos mirando por la ventana para intentar ordenar los sentimientos. A la hoja de ese cuaderno todavía sin palabras le aguarda el destino de convertirse en una carta. Un mensaje desde el presente hacia la persona amada, de la que nos separa el tiempo y la distancia. El hecho de escribir una carta siempre ha estado cargado de un gran simbolismo romántico. En Immortal Story de Yonfan, la luz anaranjada del atardecer en Macao inunda una escena donde la protagonista realiza esta empresa. El cineasta le proporciona a su personaje todo el tiempo que necesita, y acabamos absortos ante una acción que sin darnos cuenta pertenece a otro tiempo. El valor de esta escena reside en la naturaleza física de todos los elementos que la componen: el escritorio, la ventana, el papel, … Esta cinta es de 1986 y ya se ha creado un abismo casi insalvable con la actualidad. Al reconocer los esfuerzos del cine contemporáneo por trasladar las relaciones humanas a la forma cinematográfica, se antoja difícil igualar la fuerza expresiva de una carta, con su debida preparación y odisea para que llegue al destinatario, con un simple mensaje mandado con el móvil. De esta manera, Immortal Story se convierte en una obra sobre cómo era el amor no hace tanto. En la entonces colonia portuguesa Macao, somos testigos de la historia pasional entre Mei Ling y Nakamura, desde el primer chispazo hasta un final trágico. Ante todo, la intención de la película del director de Hong Kong es identificar y sublimar los gestos identificativos del melodrama clásico. Una finalidad que consigue holgadamente gracias a un gusto exquisito y la palpable honestidad con la que son tratados sus personajes y los espectadores. Al final, ambos comparten la belleza del atardecer en el que escribías la que, en aquel momento, era la carta más importante del mundo.

Immortal Story

Una joven pregunta al recepcionista del hotel cuál es la habitación de Nakamura. Poco más tarde, otra mujer repite la consulta. El resultado acaba siendo el asesinato del hombre. Un crimen sin resolver con los tres protagonistas de Immortal Story siendo las piezas del tablero. Como centro de la película, tenemos a Mei Ling, una joven cantante de clase popular interpretada por Sylvia Chang. En cuanto a los otros dos integrantes de este triángulo, están Nakamura, su amor correspondido, y Blanche, la dueña de un club que ejerce de su madrina. Con la decisión de tomar este asesinato como introducción para la película, Yonfan no sólo presenta los vínculos de sus personajes, sino que crea una estructura narrativa muy inteligente y eficaz. Desde el primer momento, Immortal Story trasmite un destino trágico. Un porvenir del que no se puede escapar y que el cineasta divide en dos partes muy diferenciadas. La primera de ellas tiene como hilo formal la preparación del juicio. En ella, Mei Ling es interrogada en la oscuridad de una celda. A través de las preguntas que le hacen sobre su relación con el fallecido Nakamura, se irá descubriendo su lejana historia de amor. Su testimonio, personal y subjetivo, nos retrotrae a recuerdos que son materializados en imágenes. Porque detrás de todo este dispositivo, Yonfan plasma admirablemente el concepto de la idealización sentimental. Con una gran consciencia de los gestos realmente importantes en este melodrama, se suceden miradas, canciones, caricias y sonrisas. Aprovechando la iluminación de las calles de Macao, estos símbolos fluyen y calan sin atisbar una pizca de pretenciosidad. En todo caso, se podría decir que su sentimentalismo no es afectado. Como contrapeso, mortal, la idealización de las caricias de un amor juvenil Immortal Story será destruida en pedazos por la realidad.

Después de años sin verse, Nakamura y Mei Ling se reencuentran en un club nocturno. Su romance ya es historia, pero volver a reencontrarse en una canción cantada por Mei Ling aviva la llama. Un fuego culminado con su primera noche juntos; la carne deshace su fantasioso romance. Como un devastador golpe de realidad, al terminar de hacer el amor, sin explicación se pasa al descubrimiento de la adicción a las drogas por parte de Mei Ling. Yonfan acaba de dar su golpe maestro, el efecto mágico que hace de Immortal Story una película estimable. Pasamos de vivir en el amor imaginado a la dura realidad en un corte que es el alma de la película. En ese preciso momento, la película se desdobla. Ya no seguiremos el punto de vista de Mei Ling en su interrogatorio, sino que comenzará el juicio por el homicidio de Nakamura. Esa noche entre los dos ha convertido el testimonio personal en colectivo, el ensueño en realidad. Teniendo en cuenta que a Yonfan utiliza el crimen y su proceso judicial como estructura y mero artificio temático, la identidad de la verdadera culpable no interesa. En la segunda parte del filme, el cineasta sustituye a Nakamura por Blanche, que llevará a Mei Ling a una vida de sufrimiento y adicción. Como síntesis de esta transformación, cuando la protagonista se quita su diadema aparece de repente la cámara lenta. Se ensalza la pérdida de inocencia y se abre un nuevo mundo para ella. En Immortal Story la acompañamos durante un periodo de su vida y nos adentramos en un estilo de cine hijo de su tiempo. Un gusto por la belleza inherente al melodrama del que Yonfan nunca ha perdido su pasión. Una pulsión que sigue muy viva. Incluso aunque ya no escribamos cartas nunca más.

Immortal Story
Etiquetas Cine Asiático

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

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