La inocencia (2019), de Lucía Alemany – Crítica

Valoro en La Inocencia tanto lo artístico como las lecciones que, sin hacer ostentación de ello, nos propone Lucía Alemany.

Tenemos en pantalla a Sergi López, en el papel de padre; a Laia Marull, en el papel de madre; y a Carmen Arrufat, en el de hija. La Inocencia trata de una joven, el personaje encarnado por Carmen Arrufat, que trata de convencer a sus padres de que la dejen ir a estudiar a una escuela de circo situada en Barcelona. Ella, su familia y sus amigos y amigas viven en una localidad valenciana. Es decir, La Inocencia retrata un cosmos en el que el choque inter-generacional duele, y mucho. O lo que es lo mismo: que esta joven quiera ir a la escuela de circo, en contraposición a la voluntad de sus padres (especialmente la del padre), es una anécdota que sirve para poner en escena una dinámica en la que los espectadores, especialmente sin son padres de hijos o hijos de padres, pueden ver retratadas con claridad meridiana determinadas actitudes. Por ejemplo: un padre amargado e intolerante ante cualquier novedad; una hija que necesita desplegar sus alas; y una madre que teme la opinión ajena, y que, debido a ella y a otros miedos, resulta ambigua en relación a su hija, pues quiere y no puede. Una ambigüedad orientada a sobrevivir. En consecuencia, podríamos decir que el dibujo de los personajes correspondientes al padre (un troglodita) y a la hija (una joven que quiere desarrollarse) son claros y no hay nada que añadir. En cambio, el papel de la madre, espléndida Laia Marull, es como para prestarle atención. Y no es que la figura de la madre sea particularmente excepcional, que no lo es, en La Inocencia, sino que su papel en muchas familias puede bordear lo esquizoide. Y no solo bordear sino que también lo puede fomentar. Es decir, querer lo mejor para una hija pero, por otro lado, no poder oponerse al trogloditismo del padre. El resultado es «te apoyo y no puedo apoyarte», todo a la vez. En este sentido, La Inocencia es una inmersión en los quereres y sufrires de una adolescente que vive en un contexto tal. Por si fuera poco, a parte del trogloditismo del padre se une el trogloditismo de un joven macho, novio incipiente de la joven protagonista. Ahí veríamos cómo el destino depara una repetición: a padre troglodita, novio troglodita. Como pueden hacerse idea, La Inocencia trata, en realidad, de la pérdida de la inocencia en un mundo machista, hosco, zafio, burdo y retrógrado. Sin embargo, como les comentaba antes, es todo más que plausible. Esperemos, pues, que La Inocencia sirva para tomar conciencia.

La Inocencia retrata un cosmos en el que el choque inter-generacional duele, y mucho.

En cuanto a lo cinematográfico, destaco en La Inocencia el guión y la dirección, ambas funciones vehiculadas por Lucía Alemany, que alterna lo explícito con lo sutil. Y de la interpretación, destacaría al trío protagonista: hija, madre y padre. Por consiguiente, valoro en La Inocencia tanto lo artístico como las lecciones que, sin hacer ostentación de ello, nos propone Lucía Alemany. Todo resulta muy aprovechable en esta película.


Sinopsis Lis es una adolescente que sueña con convertirse en artista de circo y salir de su pueblo, aunque sabe que para conseguirlo tendrá que pelearlo duramente con sus padres.
País España
Dirección Lucía Alemany
Guion Laia Soler, Lucía Alemany
Fotografía Joan Bordera
Reparto Carmen Arrufat, Laia Marull, Sergi López, Joel Bosqued
Género Drama
Duración 92 min.
Título original La inocencia
Estreno

Calificación7
7

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Jesús Gabriel Gutiérrez

Mentor literario. Escritor. Filósofo. Prospectivista y astrólogo. Me interesa la historia y el hilo que sale de ella y nos conecta con el futuro.

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