La sombra de la ley (2018) de Dani de la Torre – Crítica

La sombra de la ley

«La sombra de la ley es una película entretenida, que gustará especialmente a los que quieran tener un retrato aproximativo sobre la Barcelona de hace cien años y sus vicisitudes y problemas»

La vida en la Barcelona de 1919-1923 no era fácil. Resultaba incluso peligrosa. Tras un período de crecimiento económico, forjado a la sombra de los cañones que retumbaban en los campos de Europa durante la Primera Guerra Mundial, al terminar ésta, se produjo un período de crisis económica y quiebra social en la capital catalana. Se inició lo que la historia conoce como “los años del pistolerismo”: el Sindicato Único contra la Patronal. Cada parte utilizaba mercenarios a sueldo para acabar o represaliar al contrario. Inútil intentar establecer quién disparó primero: la patronal era culpable de pagar salarios de hambre y realizar despidos masivos al acabar los años de auge económico; el Sindicato Único de sostener posturas maximalistas y permitir que algunos sectores evolucionaran hacia la delincuencia común. No es, desde luego, una lección de historia lo que vamos a ver en La sombra de la ley cuyo guión ha sido elaborado por Patxi Amezcua, sino más bien una trama ambientada en aquellos años turbulentos.

La película nos cuenta la historia de un policía que llega a Barcelona para colaborar en la detención de los culpables de robar un convoy militar. El policía en cuestión no es un dechado de diplomacia, ni de sociabilidad. Sus compañeros tampoco. No es de extrañar que pronto estallen diferencias entre todos ellos y se provoquen desconfianzas. Todo el grupo policial parece aquejado por la corrupción. El recién llegado intentará investigar a los ambientes anarquistas más radicales y conseguirá conocer a una joven muy especial, cuya relación será la clave para alcanzar el final.

La verdad sobre el caso Savolta, seguramente es la mejor novela de Eduardo Mendoza y una notable película dirigida por Antonio Drove en 1979 y protagonizada por los inolvidables José Luis López Vázquez y Ovidi Montllor, con la participación de Omero Antonutti y Stefania Sandrelli. Si la mencionamos es porque, hasta ahora, era la única película que trataba sobre el pistolerismo y los “años de plomo” en la Barcelona de principios de los años veinte. A partir de ahora, La sombra de la ley, dirigida por Dani de la Torre, da otro punto de vista sobre la misma situación casi treinta años después. Dos cintas para comparar.

Es el segundo largometraje de Dani de la Torre en el que se aborda una trama de “género negro”. La anterior, El Desconocido (2015), su ópera prima, ya apuntaba en esa dirección: una situación relacionada con el orden público que, por lo demás, tiene a Luis Tosar, de nuevo como protagonista. Se mueve bien el director en esta temática. El guión hubiera precisado un mayor refinado, en algunos momentos flaquea, sobre todo a la hora de definir a los personajes y sus rasgos. Todos, los principales y los secundarios, son bastante planos, sobran líneas de texto y faltan situaciones explícitas que muestren su personalidad en escenas rápidas e impactantes. Esto hace que adolezcan de falta de credibilidad e incluso en algunos momentos, más que diálogo, lo que oímos parece un panfleto parlante.

Patxi Amezcua ha adquirido un conocimiento sobre el fenómeno del pistolerismo en Barcelona, tal como declaró, a través de la biografía de Buenaventura Durruti, el líder de la FAI, escrita por Abel Paz. Vio -erróneamente, en nuestra opinión- en la temática una situación similar a la que se dio en el Chicago de la “ley seca”. En Barcelona la violencia era generada por la lucha social y por la fuerza que tenían los elementos más extremistas de la patronal y de los sindicatos. A partir de esta premisa, lo que ha querido hacer es el guión de una cinta “de gansters” ambientada en la Ciudad Condal de principios de los veinte (la misma trama hubiera podido desarrollarse diez años antes, en el período de la Semana Trágica barcelonesa de 1909 o veinticinco años después, en 1934, con la multiplicación de atracos y enfrentamientos sociales que precedieron a la guerra civil). Lo que ocurrió en Chicago tenía poco que ver con la “guerra social” y, los gansters de Al Capone no se parecían en nada ni a los pistoleros de la patronal ni a los atracadores anarquistas.

Da la sensación de que al guionista se le han escapado algunos de los elementos previos que desencadenaron este proceso violento (la Semana Trágica, los atentados anarquistas previos al período, bomba del Liceo) y ha optado por simplificar, con cierta demagogia facilona, otros. Por tanto, no puede considerarse una película “histórica”, sino simplemente ambientada en un momento convulso para la ciudad. Quizás el tomar el modelo del Chicago de Al Capone sea con el fin de aportar espectáculo, en lugar del retrato mucho más preciso de la Barcelona de finales del XIX y las primeras décadas del XX que pinta Ignacio Agustí en su trilogía sobre Mariona Rebull, El viudo Rius y su descendencia.

Lo que más llama la atención a lo largo de las dos horas de proyección es el espectáculo visual de una Barcelona al borde del estallido. Se ha reconstruido -brillantemente, además- la fisonomía que tenía la ciudad hace cien años. Los filtros, la paleta de colores, los efectos especiales y la fotografía hubieran podido ser más logrados; parecen algo desvaídos y son propios de la televisión mucho más que del cine. Al espectador le llamará la atención las escenas de violencia. El director y el montador huyen de los cánones clásicos y optan por pinceladas ilustrativas y rotundas. Pero, en cualquier caso, cabe decir que el presupuesto disponible se ha optimizado y que el buen hacer de los actores y la habilidad en la dirección han hecho el resto.

Tal como Luis Tosar nos tiene habituados, su interpretación constituye lo mejor de la película. Quizás el registro de Ernesto Alterio no fuera el más adecuado para asumir el papel que le ha correspondido. El resto de interpretaciones contribuyen a hacer olvidar lo plano o panfletario de algunos personajes.

En definitiva, La sombra de la ley es una película entretenida, que gustará especialmente a los que quieran tener un retrato aproximativo sobre la Barcelona de hace cien años y sus vicisitudes y problemas. No es una lección de historia, pero seguramente algunos espectadores que ignoraban las convulsiones de aquellos años se pueden sentir interesados en leer algún reportaje, relato o novela sobre la época (recomendamos la de Eduardo Mendoza que hemos citado al principio). La segunda película de Dani de la Torre es más ambiciosa que la primera e incluso supone una mejora respecto a ésta: el director sigue una trayectoria ascendente que no podemos menos que elogiar.


Sinopsis Año 1921. Aníbal Uriarte es un policía enviado a Barcelona para colaborar en la detención de los culpables del robo a un tren militar. Aníbal entrará en contacto no sólo con los bajos fondos de la sociedad barcelonesa, sino también con el mundo anarquista más radical, dispuesto a todo para conseguir sus objetivos. Allí conocerá a Sara, una joven luchadora y temperamental, cuyo encuentro tendrá consecuencias inesperadas para ambos.
País España
Dirección Dani de la Torre
Guion Patxi Amezcua
Música Manuel Riveiro y Xavier Font
Fotografía Josu Inchaustegui
Reparto Luis Tosar, Michelle Jenner, Vicente Romero, Ernesto Alterio, Paco Tous, Manolo Solo, Jaime Lorente, Pep Tosar, Fernando Cayo, William Miller, Adriana Torrebejano, Xosé Barato, Ricardo de Barreiro, José Manuel Poga, Elías Pelayo, Paula del Río, Albert Pérez
Género Thriller
Duración 126 min.
Título original La sombra de la ley
Estreno 11/10/2018

Calificación7
7
Etiquetas películas intriga

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Amor DiBó

Trabaja en el mundo editorial, y le gusta la arquitectura, viajar, el cine, la robótica-nanotecnología, hacer tortilla de patata, el té y la buena educación.

2 comments

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  1. Josep 14 octubre, 2018 at 22:51 Responder

    Para saber todo sobre la éooca se recomienda la biografía de «el Barón» escrita por Roman Ceano y que se titula «Las tres vidas del Barin Von Koenig» disponible en Amazon en E-Book.

  2. Goyo 26 abril, 2020 at 09:37 Responder

    «Los filtros, la paleta de colores, los efectos especiales y la fotografía hubieran podido ser más logrados; parecen algo desvaídos y son propios de la televisión mucho más que del cine».
    La has clavado, visto quien ha ganado el Goya de fotografía.

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