Las estaciones (2015), de Jacques Perrin y Jacques Cluzaud – Crítica

Las estaciones

«Una película que combina imágenes reales con animación y que además está rodeada de elementos ficcionales, como ocurre en Las estaciones, nunca puede ser estrictamente un documental.»

Si este documental aparece un domingo a las cuatro de la tarde en La 2 y nos echamos una siesta con él de fondo, no habría ningún problema. Pero claro, si se proyecta en unos cuantos festivales y además se estrena en cines parece que hay que tomárselo de otra manera. Pues no. Rechazando toda influencia externa, todo contexto, este documental tiene poco que ofrecer más allá de la calidad estética de las imágenes, si es que se le puede llamar documental pues hay algunas escenas que parecen hechas por ordenador y alguna que otra manipulación desafortunada. Lo único diferente es que se plantea un recorrido por la historia del hombre y de los animales, al unísono, aunque seguramente esta idea también la podamos encontrar en algún que otro documental.

Por qué digo que no es un documental: un jabalí está tranquilo en el bosque hasta que una manada de lobos empieza a perseguirlo y éste echa a correr. Sorprendentemente, la cámara sigue al jabalí unos 400 metros a toda velocidad sin perder el encuadre ni el enfoque y sin la menor vibración. La ejecución técnica de ese plano, en pleno bosque, ante una reacción inesperada y con ese resultado tan preciso, es imposible, por lo que intuyo que han empleado animaciones hechas por ordenador. Otro ejemplo: unas ardillas están a lo suyo hasta que aparece un tigre y huyen al interior de un árbol que tiene un agujero por debajo. Inmediatamente después vemos la escena desde dentro del árbol, cómo el tigre intenta alcanzar a las ardillas con la pata. A no ser que los directores vean el futuro, es imposible que sepan que las ardillas van a esconderse en ese árbol. No pueden predecir sus movimientos de esa manera y tener una cámara colocada ahí antes de que suceda. Por no hablar de que los lobos o el tigre, si hubiera carne humana cerca, seguramente irían a por ellos. Puesto que hay varias escenas hechas por ordenador y, por tanto, no extraídas directamente de la realidad, no se puede hablar de documental. Una película que combina imágenes reales con animación y que además está rodeada de elementos ficcionales –humanos de distintas épocas, una guerra, etc.– nunca puede ser estrictamente un documental.

La siguiente pregunta que surge es: ¿qué más da si es un documental o no? En primer lugar, el acercamiento a la película parte de la etiqueta “documental” y genera unas expectativas. Añadir animaciones desvirtúa la naturaleza del documental y desconcierta al espectador en su percepción. En segundo lugar, es una manipulación en toda regla, pues si los propios autores lo catalogan de documental no pueden hacer pasar por imágenes reales lo que son animaciones. Esto como mínimo es deshonesto. Utilizar la tecnología siempre viene bien, pero no con el fin de suplantar la realidad sin ni siquiera advertir a la audiencia.

En términos generales, esta película, más allá de la calidad estética de sus imágenes, que es lo más destacado, no resulta nada entretenida. Intenta explotar el lado cómico de los animales abusando del efecto Kuleshov, es decir, imagen del animal A, imagen de la cara del animal B, el animal A se tropieza, el animal B hace un gesto expresivo con la cara, de tal manera que parece que el animal B gesticula en función de lo que le ocurre al animal A. Esto no está ahí verdaderamente sino que se logra a través de la edición y, por tanto, responde a otra manipulación, lo que aleja de nuevo a la filmación de la naturaleza del documental. Para rematar la jugada, tras una hora de metraje aparecen unas cuantas explosiones de una guerra, sin ton ni son, como si los propios directores fueran conscientes del aburrimiento generado e intentaran despertar al espectador de la siesta.

El regusto final diría que es neutro, aceptando que se define como documental sin serlo, pues tiene animaciones y situaciones de ficción, y teniendo en cuenta que se titula “Las estaciones”, pero en ningún momento transmite un sentido cronológico evidente –aunque quizás eso para algunos tenga su gracia–. Es cierto que la idea de trazar un recorrido por la historia de la humanidad, centrándose en los animales, resulta simpática. También se agradece mucho la preocupación estética. No obstante, se podría exigir más en otros aspectos, especialmente en lo relacionado con la honestidad creativa y la capacidad de transmitir veracidad en función de las expectativas generadas.

Las estaciones

Sinopsis Los directores después de viajar por el mundo y filmarlo a vista de pájaro, como si fueran aves migratorias, y navegar por todos los océanos en compañía de ballenas y manta rayas, vuelven de nuevo con este documental pero en espacios más familiares. Nos invitan a un viaje maravilloso a través del tiempo para redescubrir estos territorios europeos. Es una epopeya sensible y original que relata la larga y turbulenta historia común que une al hombre con los animales.
País Francia
Director Jacques Perrin, Jacques Cluzaud
Guión Jacques Cluzaud, Stéphane Durand, Jacques Perrin
Música Bruno Coulais
Fotografía Michel Benjamin, Laurent Fleutot, Eric Guichard
Productora France 2 Cinéma / Galatée Films / Pandora Filmproduktion / Pathé
Género Documental
Duración 97 min.
Título original Les saisons
Estreno 20/05/2016

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Calificación5
5

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Jaime Fa de Lucas

Graduado en Estudios Ingleses y con un Máster en Estudios Literarios, es actualmente redactor jefe de cine en Culturamas y traductor y gestor de contenidos en FilmAffinity. Apasionado de la literatura, el cine y la música, tanto a nivel crítico como creativo.

3 comments

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  1. Vic 27 mayo, 2016 at 09:33 Responder

    Con todos los respetos a este artículo que está muy bien redactado y señala los grandes errores del documental de forma justa y exacta, tengo que señalar un par de errores que el redactor ha cometido: primero, no aparece ningún tigre en el documental, los tigres habitan la región asiática, no viven en bosques europeos (que es el paisaje protagonista de este documental) y no conviven con ardillas. El felino que aparece en el documental es un lince. Y segundo, los animales no suelen atacar al hombre así porque sí. Y mucho menos los lobos o los linces, especies con las que hemos tenido mucho contacto y que generalmente nos temen.

  2. jag 21 agosto, 2016 at 23:24 Responder

    ¿Un documental no puede combinar imágenes reales con animaciones? ¿ni, a su vez, rodearse de elementos «ficcionales»?. NO sé quién es ud., pero desde luego no entiende ni de cine ni de documentales.

  3. Manuel López 30 enero, 2019 at 00:58 Responder

    Está claro que no ha entendido usted nada; que, ni la Naturaleza, ni el hombre, ni la historia del mundo, le interesa lo más mínimo.
    Confundir un lince con un tigre sin inmutarse, y demostrar que no le importa, resulta elocuente.

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