Las furias (2016), de Miguel del Arco – Crítica

Las furias

Una reunión familiar para vender la casa de verano le sirve a Miguel del Arco para debutar detrás de las cámaras actualizando una tragedia griega. Pese al buen hacer del conocido elenco, naufraga en su ambición debido a los innecesarios excesos.

Al caer la sangre de Urano sobre Gea, cuando su hijo Cronos le castró, nacieron las Furias. Alecto, Tisifone y Megera castigaban a aquellos cuyos crímenes no habían sido expiados, persiguiendo a los que pretendían salir impunes de algún delito. Con la representación teatral de las Enirias y la posterior explicación de estas personificaciones por parte de José Sacristán a su nieta comienza la primera película de Miguel del Arco. Desde detrás de las bambalinas, esta secuencia inaugural entronca directamente con el pasado del realizador. El célebre dramaturgo madrileño se ha convertido en uno de los directores teatrales más exitosos de los últimos años con obras como Misántropo (2013) o Antígona (2015). Pese a haber dirigido varios cortometrajes, ha decidido que era el momento de emprender un nuevo viaje para un creador inconformista, también debutando en el género lírico con ¡Cómo está Madriz! este mismo año. Bajo el amparo de su propia productora Kamikaze, predisponía del escenario propicio para dar rienda suelta a su voz. Una tarea en la que sus ya conocidas virtudes se empañan por la excesiva ambición al querer honrar una tragedia tan poderosa.

Ante la rutina y la consecuente dificultad para hablar con la familia, siempre queda un refugio en el que la unión es magnética. Para la familia Ponte Alegre, la felicidad que un día fue núcleo vital remite a un caserón en los verdes prados cántabros. Cuando Marga, mujer de casi setenta años, decide vender la casa de verano, convocará a sus tres hijos para una reunión familiar en la que inventariar los muebles y de paso derribar las paredes que les separan en la ciudad. Este fin de semana comunitario servirá como excusa para aflojar unos lazos familiares tan férreos que llegan incluso a ahogar. La premisa es sumamente habitual y se ha llevado a cabo en múltiples ocasiones, como es el caso de Agosto, obra teatral escrita por Tracy Letts que fue adaptada al cine en 2013. En ese terreno conocido es donde entra la valentía de Miguel de Arco. Al desempeñar el guión, el realizador pretende dotar a su ópera prima de un carácter tragicómico. Manifestando un personaje que hasta en la más grande tragedia hay espacio para la comedia, resumiendo de esta manera la naturaleza del filme. Se enfrenta el drama como eje central con diálogos irónicos más mundanos, llevados a cabo con resultados contrapuestos. Mientras que los conflictos interiores de los personajes pecan de forzados y tremendamente excesivos, las conversaciones en las que se entrevé el afecto mediante el humor acaparan los mejores momentos de la cinta. La mayor virtud del filme es la naturalidad con la que los integrantes del clan se lanzan continuos reproches, en oposición a la habitual artificiosidad de muchas cintas españolas. Falsedad, que está vez sí, impregna con el paso del metraje los distintos hilos argumentales. Defectos que toman las riendas de la dirección de Miguel del Arco en un tercio final descontrolado y fuera de lugar con lo anteriormente visto. Abrumando al espectador con tales exageraciones y perdiéndose de esta manera la humanidad de los integrantes de la familia Ponte Alegre.

En 2015, Miguel del Arco estrenaba en las tablas Antígona, introduciéndose mediante esta obra en la mitología griega. La adaptación de las Furias al mundo real permite al proyecto diferenciarse y de esta manera aprovechar los espacios abiertos presentes en el nuevo medio. En el filme, las Furias están representadas por la relación entre la más pequeña de la familia y su abuelo. Este particular vínculo sintetiza de forma inmejorable las dos corrientes sobre las que navega el director, viéndose arrastrado por la más negativa. Por un lado, José Sacristán interpreta a Leo Ponte, un antiguo actor teatral al que el alzhéimer ha borrado todos los recuerdos a excepción de los libretos de las obras que una vez interpretó. Las interacciones entre cada familiar y Leo evocan a heridas sin cicatrizar, más dolorosas si cabe debido a la atmósfera creada en la casa, deudora de tiempos pasados. Sin embargo  Miguel del Arco decide no utilizar a José Sacristán como guía narrativa, si no a su nieta. Macarena Sanz es María, una adolescente que sufre de ataques psicóticos que al llegar al caserón se funden con la memoria de las Enirias. Este personaje sirve al director para fundir la obra coral con la tragedia griega, así como recurso para dar voz propia a un filme de temática conocida. A lo largo de la cinta, la presencia de María es cada vez más evidente y con ella irrumpe la irritación. Tanto el guión alrededor de la más pequeña de la familia como el tratamiento visual descolocan al espectador, no llegando a entender los motivos que alejan la cámara de los momentos distendidos para insuflar nerviosismo. Todo ello acentuado por el trabajo totalmente impersonal del director en el apartado visual, ya que las imágenes no aportan nada a las palabras. Un tratamiento sencillo y cercano al guión, aprovechado por un elenco que disfruta de los reproches hasta que se ve engullido por la tragedia final dentro y fuera de las cámaras.

Con una carrera tan exitosa en teatro y entiendo perfectamente los códigos de un buen director de actores, era difícil que no se juntase un gran casting para su debut cinematográfico. Algunas intérpretes como Bárbara Lennie y Carmen Machi ya habían trabajado con el realizador y a otros como Gonzalo de Castro les une la compañía Kamikaze. Pese a la importancia de los nombres en el panorama español, la diferencia entre varias interpretaciones espléndidas y otras que pasan sin pena ni gloria es sumamente significativa. Por un lado, la presencia de Carmen Machi y Emma Suárez no genera ningún aliciente, perdiendo interés cuando se decide seguir sus choques emocionales; al igual que el desafortunado debut de Macarena Sanz, debido a un personaje muy pasado de rosca. Con el resultado contrario, encontramos a la mayoría del elenco, que aprovechan los diálogos más íntimos y menos grandilocuentes para lucirse. A la cabeza de los momentos cómicos se encuentran Gonzalo de Castro y Alberto San Juan, dos hermanos que entienden el humor de manera opuesta. Así como la siempre hipnótica Bárbara Lennie, la única extraña en la reunión, cuya cordura se irá desvaneciendo con cada hora que pasa con los Ponte Alegre. Y por último, Mercedes Sampietro y José Sacristán, dos emblemas que se erigen como los grandes valores de Las furias. Ella es el personaje que nos introducirá en el filme bajo una esperanza que se truncará hacia la segunda mitad; y él, solamente con su voz genera mucho más cine del que el director es capaz de manejar. Porque al final, los momentos más sencillos son los que aprovechan mejor la espectacular lista de intérpretes, perdiendo la brújula de sus personajes en una deriva impostada.

En resumidas cuentas, Las furias deja la sensación de que Miguel del Arco ha querido abarcar más de lo que daba de sí. Si no fuese por el gran trabajo actoral, la ópera prima naufragaría sin salvación alguna. Ya que como se puede apreciar en el guión, cuando no se buscan los efectismos el nivel sube. Esto hace que al querer seguir los pasos de una tragedia griega en la actualidad, los excesos sean representados sin coherencia. El debut detrás de las cámaras se siente como la pretensión de querer llegar a un punto habiéndose saltado las clases necesarias para poder alcanzarlo con éxito. Al final se traslada al espectador la inseguridad frente al lenguaje cinematográfico, ante todo impersonal. Pues, en derredor de los Ponte Alegre, Miguel del Arco ha intentado construir un caserón de cimientos sólidos. Errando al empezar a construir desde el tejado; rompiendo de esta manera la armonía de los paisajes cántabros.

Las furias

Sinopsis Marga, una mujer de casi setenta años, anuncia a sus tres hijos que quiere vender la casa de verano familiar para luego emprender un largo y misterioso viaje. Los invita a pasarse por allí lo antes posible para elegir muebles, enseres o recuerdos que quieran conservar antes de que la venta se lleve a cabo. Héctor, el hermano mayor, propone aprovechar el mismo fin de semana en el que deshagan la casa entre todos para celebrar en familia su boda con la mujer con la que lleva más de quince años viviendo, y de la que todos esperaban que se separara.
País España
Director Miguel del Arco
Guión Miguel del Arco
Fotografía Raquel Fernández Nuñez
Reparto José Sacristán, Mercedes Sampietro, Bárbara Lennie, Carmen Machi, Emma Suárez, Alberto San Juan, Elisabet Gelabert, Raúl Prieto, Gonzalo de Castro, Pere Arquillué, Macarena Sanz
Género Drama
Duración 125 min.
Título original Las furias
Estreno 11/11/2016

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Calificación4.5
4.5

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Carlos Chaparro

Estudió Comunicación Audiovisual, permitiéndole trabajar en su pasión: el cine. Un amor incondicional que nació al descubrir a Patricia y Michel paseando por los Campos Elíseos.

1 comment

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  1. Andrea 19 mayo, 2017 at 18:56 Responder

    No comparto para nada esta crítica… A mí me ha parecido interesante la película salvo el final, que es absolutamente excesivo.

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