Los descendientes. La divertida tragedia del ser humano

George Clooney en Los Descendientes

A la mayoría de la gente a la que le pregunto su opinión sobre Los descendientes me responde que le ha gustado. Me intereso por el porqué. ¿Por qué te ha gustado? Entonces algunos de ellos comienzan a darme argumentos vagos y confusos. Incluso varias de estas personas, frustradas por no encontrar razones que justifiquen su valoración, terminan por decirme que es una película muy sencilla y que tampoco tiene gran cosa.

Pues bien, en mi opinión Los descendientes encierra tras una apariencia sencilla, casi simplona, una complejidad enorme.

Es compleja en el sentido en que lo es el ser humano. Sus personajes se acercan sorprendentemente a lo que somos nosotros las personas, con sus incongruencias, sus miserias y sus bondades. Porque Los descendientes no es otra cosa que un gran homenaje a las imperfecciones que nos caracerizan, las cuales nos convierten en seres egoístas, débiles, atormentados, y maravillosos.

Porque la historia que se nos cuenta puede sonar a repetida en los primeros instantes, cuando se nos presenta a una mujer (madre de dos hijas y esposa desatendida) en estado de coma a causa de un accidente. Sus familiares deberán hacer frente a la situación. Sin embargo, quién es mostrada como víctima en los primeros instantes pronto comenzará a tomar una dimensión más real, y nos daremos cuenta de que no era tan perfecta como pudiera parecer.

De esta forma, George Clooney (un actor que sin ser de mis preferidos debo decir que aquí está perfecto) deberá restituir el equilibrio de su familia, no sin antes buscar su propia redención personal y encontrar la manera de perdonarla a ella, su mujer.

Los descendientes nos habla sobre nuestros seres queridos, esos que siempre están ahí y que, a veces caemos en el error de pensarlo, siempre lo estarán. Esas personas a las que por ello no atendemos en muchos casos como deberíamos, utilizando gran parte de nuestros esfuerzos en conseguir otras cosas (normalmente materiales) más difíciles de alcanzar y de perder, pero de un valor muchísimo menor.

¿Quién dijo sencillo? Pues hay más.

George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause

Porque la dificultad de esta película no solo reside en el argumento, sino también en el tono elegido para contar dicha historia.

Alexander Payne ya había combinado en sus anteriores películas comedia y drama (A propósito de Schmidt, Entre copas), pero en este caso la línea que las separa se hace prácticamente invisible. En ocasiones somos testigos de una tragedia sobrecogedora, y al segundo siguiente (o en ocasiones en el mismo instante) estamos presenciando una comedia de tintes absurdos.

Es una mezcla imposible, genialmente administrada.

El guión, ganador de un Oscar (adaptación de la novela de  Kaui Hart Hemmings), apuesta más por la coherencia que por la sorpresa, dando como resultado un devenir un tanto predecible, pero en ningún caso decepcionante. Lo único que me chirría aquí es el personaje interpretado por  Nick Krause (el amigo de la hija mayor), el menos interesante de todos, y del cual no entiendo muy bien su función. Creo que se pretendía con él incrementar la dosis de comicidad, pero a mi me saca de la película.

Calificación7
7

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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