Maravilloso desastre (2023), de Roger Kumble

«Lo que a priori parece una ñoñería, muestra de soslayo una aguda crítica a la ideología que, en la actualidad, asedia a Occidente.»

En los primeros minutos de visionado crees que te van a colar la típica comedia romántica yanqui de los noventa untada de caucásicos moñas narcotizados por la cultura woke; no obstante, sin ser ni mucho menos un peliculón de culto, deja entrever un guion interesante y crítico, y es que detrás del film está la sagaz labor creativa de una escritora: Jamie Mc Guire. Por tanto, lo que a priori parece una ñoñería, muestra de soslayo una aguda crítica a la ideología que, en la actualidad, asedia a Occidente.

Grosso modo (permítanme que empiece por la moraleja) viene a decir que el macho alfa, fue alfa en las cavernas y lo es ahora, y que el macho primo (el timorato) será descartado por la hembra, la que selecciona. Dicho de otro modo, que la naturaleza humana no cambia y que somos esencialmente iguales que los humanos de Altamira o que Escipión el Africano: la mujer busca al fuerte y al duro (aunque se resista a ello por la doctrina imperante) y descarta al débil… Cuestión de supervivencia. Éste, a mi modo de ver, es el sugestivo trasfondo de la cinta; lo superficial viene ahora:

Es una historia universitaria protagonizada por dos guapos: Dylan Sprouse en el papel de Travis Maddox y Virginia Gardner que interpreta a Abby Albernathy, uno desciende de la factoría Disney y la otra de Marvel. En cualquier caso, este par de rubios que podrían achicharrarse con facilidad en las playas de Cádiz, se desean pero no se convienen, no se convienen pero se desean… Que sí que no, que caiga un chaparrón, hasta que el chaparrón cae y lo empapa todo. Ella tiene un pasado oscuro en el que su padre, Brian Austin Green (David en “Sensación de Vivir”, ¡cómo pasa el tiempo!), era un desastre y ella le tuvo que estar sacando continuamente las castañas del fuego hasta que se hartó. Hastiada de una niñez y juventud al lado de un perverso ludópata, se marcha a la Universidad y allí conoce al chulito de turno que se gana un buen dinero luchando en combates clandestinos. Y hasta aquí les cuento, ea, que no quiero hacer spoiler como se dice ahora, o destripar la peli como se ha dicho toda la vida.

Otro atributo curioso del film es el erótico. Desde los ochenta no había visto estos tintes sicalípticos en películas comerciales dirigidas a adolescentes. El erotismo es muy sano y divertido, el porno (sobre todo el de ahora) no tanto… De ahí, que el primero lleve a la imaginación y el segundo pueda desbocar en la perversión. Apruebo, entonces, esa pizquita de sal y esos momentos de humor picante.

En cuanto a los actores, el señor Sprouse es sexy (está bueno, que dirían las damas), tanto que resulta machista, y también se le notan las tablas que adquirió en su niñez junto a las cámaras, y la señorita Gardner es una protobarbie wasp carente de personalidad cinematográfica, pero se parodia a sí misma y eso la honra. Muy a mi pesar, y no siendo muy afín a las típicas cintas anglosajonas de colores vivos, debo reconocer que tiene un pase. Vayan a verla el sábado (es peli de finde) y si tienen entre diecisiete y veintitrés años… ¡les encantará!

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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