Introducción, nudo y desenlace: esta es la estructura básica de cualquier historia; ergo, la introducción de esta película me ha encantado, el nudo me ha interesado y el desenlace me ha decepcionado. Una pena porque prometía bastante. En cualquier caso, la tensión y el nivel de acongojamiento se mantienen con cierta maestría clásica, es decir, sin innovaciones extrañas, a lo largo de los ochenta y ocho minutos de duración.
Peter (Woody Norman) es un niño con mucha imaginación, como lo era yo, escucha ruidos extraños por la noche, como también me ocurría a mí, y sus padres creen que sus pesadillas y visiones tenebrosas son la consecuencia de sus singulares fantasías. Como al principio del visionado he recordado tanto mi infancia, he creído erróneamente que el guion iba a encaminarse por otros derroteros; sin embargo, se ha ido por los Cerros de Úbeda saliéndose, a mi modo de ver, de la acertada y sugerente ambientación inicial. Woody Norman es un muy buen actor infantil y oscurece al resto del reparto: a Carol (Lizzy Caplan) que interpreta a su extraña mamá, maestra retirada a la que aparentemente le falta un tornillo, y a Mark (Antony Starr) que se adapta bastante bien al papel de padre estricto, ya que tiene una cara de esaborío que no se puede aguantar. La profesora simpática, Srta. Devine (Cleopatra Coleman) es una señora ceñida y atractiva (espero no ofender a ningún colectivo, género, religión o ideología por utilizar estos calificativos) que se preocupa por el muchacho, ya que detecta ciertas actitudes fuera de lo habitual en un chico de sus años. Su interpretación es correcta y agradable, sin más.
Si hubieran desarrollado más la parte inicial, se hubiera podido sacar una moraleja más clara e interesante (que, a la postre, se deduce a regañadientes), y es que hay que hacer caso a los niños, escucharles cuando tienen pesadillas e intentar averiguar los motivos de esos terrores nocturnos. Los críos siempre están más cerca de las verdades absolutas, así que no desdeñemos estas inquietudes, porque pueden traer cola y ser decisivas en sus vidas futuras. Un chaval que pasa malas noches (como se aprecia en el film) es un niño que no rinde como los demás en el colegio y un candidato idóneo para ser acosado por el resto de sus compañeros. Esta historia secundaria también aparece en la cinta, la del gamberro de turno que hace bullying (como se dice ahora) al pobre marginado que, en este caso, es Peter.
Si ustedes tuvieron pesadillas en su más tierna niñez, como yo; si ustedes padecieron terrores nocturnos, como yo; si ustedes se sintieron incomprendidos y aún siguen sintiéndose así, si ustedes sufrieron acoso escolar… Vayan a verla, pasarán un buen rato. ¿Contradictorio?, no. El ser humano es sádico por naturaleza, se lo dice uno que vio a los Reyes Magos volando en una noche de Reyes y se riló de miedo, pero que ahora disfruta como un enano (perdón al colectivo, es un dicho popular) con las películas de terror.
No tengan miedo…