Obediencia (2018) de Jamie Jones – Crítica

Desahucios, violencia machista, pobreza y racismo son los principales ejes temáticos entorno a los que gira el primer largometraje de Jamie Jones

Londres, agosto de 2011: la Policía Metropolitana dispara y acaba con la vida de Mark Duggan, joven de 29 años, padre de cuatro hijos y de raza negra en el barrio de Tottenham, uno de los más multiculturales y con mayor índice de pobreza del Reino Unido. A raíz del suceso, los desórdenes públicos, saqueos y disturbios entre la ciudadanía – comunidad de origen africano en particular – y la policía se convierten en una constante que se extiende no sólo por Londres sino por distintas ciudades inglesas. El balance ascendió a 200 detenidos y más de 35 policías heridos.

Jamie Jones debuta como director sirviéndose de este turbulento contexto en Obediencia (Obey), opera prima en la que la cámara muestra durante prácticamente toda la película la historia de Leon (un muy acertado Marcus Rutherford), postadolescente que vuelve a casa de su madre alcohólica tras entregarse voluntariamente a los servicios sociales. El filme, que transcurre entre guantes de boxeo y sirenas de policía, se inicia con un plano secuencia que recuerda a las mejores escenas de la mítica serie Skins (2007 – 2013), – versión británica, por supuesto – por su tono irreverente y con gran sentido de la realidad: uno de los puntos fuertes que Obediencia (Obey) mantendrá durante gran parte de su metraje.

Jones no sólo dirige sino que es también el responsable de un guión hábil que utiliza con agudeza el silencio como elemento expresivo (ya lo decía Mia Wallace en Pulp Fiction (1994): “¿Por qué tenemos que hablar de idioteces para sentirnos cómodos?”). Como guionista recurre también a una improvisación inteligente, permitiendo que se den lugar certeros diálogos entre los amigos de Leon: actores provenientes de las zonas en las que tuvieron lugar los disturbios y a los que el director prefiere no encorsetar con frases marcadas sobre el papel. Desahucios, violencia machista, pobreza y racismo son los principales ejes temáticos entorno a los que gira este drama en el que Jones arriesga, especialmente por tratarlos en un primer largometraje.

Jones no sólo dirige, sino que es también el responsable de un guión hábil que utiliza con agudeza el silencio como elemento expresivo.

Obediencia (Obey) consigue entremezclar secuencias delicadas – en las que destaca una más que notable fotografía – con el retrato de la tensión e inestabilidad que caracterizaron el bullicio rebelde que se vivó en 2011; lo hace no sin caer, en ocasiones, en ciertos clichés, especialmente en el trato hacia la historia romántica que se da entre el protagonista y Twiggy (Sophie Kennedy Clark, a la que ya hemos visto en largos como La Chica Danesa o Nymphomaniac).

¿A qué obedece la bajeza del ser humano? ¿Cuáles son las reglas marcadas durante una crisis no sólo ciudadana, sino existencial? ¿Hay lógica en nuestras raíces? Es posible que Jones no consiga dar respuesta de forma clara a estas cuestiones – quizás no lo pretenda – pero su debut en la gran pantalla es, sin duda, un muy buen paso hacia algo tal vez más importante: la reflexión.


Sinopsis Leon, un chico de 19 años de edad vive con su madre. Su hogar está tan roto que el propio Leon se entrega a los servicios sociales y pasa su tiempo libre boxeando en el gimnasio. A veces, también, cometiendo pequeños delitos. Su vida cambia cuando se enamora de un espíritu libre como Twiggy.
País Reino Unido
Dirección Jamie Jones
Guion Jamie Jones
Música Chris Coco y Duncan Forbes
Fotografía Albert Salas
Reparto Marcus Rutherford, Sophie Kennedy Clark, Michael Quartey, Sam Gittins, T’Nia Miller, James Atwell, Taurean Steele
Género Drama
Duración 96 min.
Título original Obey
Estreno 22/02/2019

Calificación7
7

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Cris Blanco

“Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondida bajo el "bla, bla, bla..." Y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza. Y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable. "Bla, bla, bla..." [...] En el fondo, es sólo un truco. Sí, es solo un truco" - La Gran Belleza (Paolo Sorrentino)

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