Origen: otra forma de transmitir la filosofía de Descartes

Origen

“La duda es el origen de la sabiduría”, dijo el francés René Descartes. Una frase que lo fue carcomiendo hasta la desembocadura de todo su programa filosófico, un titán que llevaría la confusión a muchos, y la curiosidad a otros. Uno de ellos, el genio cineasta Christopher Nolan, quien con todo su arsenal de ideas e intenciones nos regaló una de sus mejores obras: Origen.

Almibarada con fuertes diálogos y potentes escenas de acción, la cinta plantea una serie de argumentos que construyen el cerebro de la película. La duda metódica aparece constantemente en la trama como maquinista esencial de una historia basada en el método cartesiano, y diferentes elementos de su ideología aterrizan en la trama para afianzar esta teoría: ¿Cómo podemos discernir entre lo que es real y lo que no?

La película comienza con un sagaz salto al ruedo: “¿Cuál es el parásito más resistente? […] Una idea, resistente, muy contagiosa. Una vez que una idea se ha implantado en el cerebro es casi imposible erradicarla. Una idea totalmente formada y entendida se queda ahí aferrada.” Para Descartes las ideas más evidentes son dudosas, acaso están equivocadas. Al ser racionalista, enuncia la primacía de los sentimientos externos como vía de conocimiento. Por ello la única forma de encontrar una idea clara y distinta, la verdad, es por medio de la propia duda.

Partiendo de este principio básico, es decir, dudando de todo estímulo fruto del trabajo de los sentidos externos, se llega a la conclusión de que se puede dudar de todo menos, en esencia, de la propia duda. En la película, esta concepción se representa por medio de la necesidad de los “extractores” de poseer un objeto, un tótem, por medio del cual discernir entre realidad y sueño. Este tótem representaría al cogito ergo sum (<<pienso, luego existo>>), primera verdad resultado de la duda. El tótem entrega un argumento verdadero sobre la presencia en un mundo ficticio, producto de un sueño a manos de una mente superior.

Para Descartes, cabe la posibilidad de que dicha mente superior no sea más que un ente malvado que busque engañar al ser humano, de ahí el nombre con el que lo bautiza: “genio engañador” o “genio maligno”. Este concepto es representado por Cobb, personaje al que interpreta Leonardo DiCaprio. Intenso conocedor del mundo de los sueños, Cobb es capaz de manipular a una persona para que dude de la propia realidad y piense que está en un sueño. Así se nos manifiesta Mal, la mujer de Cobb, quien piensa que la realidad en la que coexiste con el resto del género humano no es más que una ilusión producto de su mente, y que la muerte es la única vía de escape, pues la muerte en un sueño equivale a despertarse de este y retornar a la realidad. Todo porque Cobb le ha implantado dicha idea en su cabeza.

“Los sueños nos parecen reales mientras los tenemos. Sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta de que algo no cuadra.” No hay nada más potente y misterioso que la capacidad de nuestra mente. ¿Qué es todo ese mundo en el cual nos da la impresión de que pertenecemos? Para Descartes no es más que una cárcel creada por nuestro subconsciente en la que somos presos de nosotros mismos, de nuestra capacidad de crear y soñar. La imaginación y creatividad pueden ser nuestras carceleras, y la única llave para escapar es esa extraña habilidad que tiene el ser humano para dudar sobre todo lo que le rodea, una herramienta que lleva el nombre de duda metódica.

Pero seguimos siendo humanos, después de todo, y no todos ven el mundo de los sueños como una cárcel, sino como una liberación. Los deseos y ambiciones de los menos obstinados pueden llegar a hacerse realidad -al menos para ellos- en su propia realidad. ¿Es esclavitud si uno se somete a propia voluntad? ¿Seguimos siendo libres si nos adentramos en un mundo que solo sigue nuestras reglas? ¿De verdad podría considerarse eso como algo real?

Realidad implica verdad, y para Descartes esta solo puede llegar a alcanzarse por medio de la duda. El concepto del párrafo anterior no es más que una idea infecciosa, que se instala en nuestra mente y corrompe la noción de qué es real y qué no lo es, como una patología maldita que puede seducir al hombre más fuerte. Lo único que merece la pena es la verdad, y esta solo se puede encontrar en la auténtica realidad. No en la realidad que nosotros creamos.

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+ ¿Vienen cada día a dormir aquí?

– Vienen a despertarse, el sueño se ha convertido en su realidad, ¿Quiénes somos nosotros para decir lo contrario?

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