Películas Eróticas: Hitos y mitos del erotismo en el cine (II)

Continuación de Películas eróticas: Hitos y mitos del erotismo en el cine (1ª parte)

6. EL FIN DEL CÓDIGO HAYS

Anatomía de un asesinato

Anatomía de un asesinato

Aunque el código Hays se declara inconstitucional en 1965, su autoridad ya había empezado a mostrar los primeros signos de resquebrajamiento durante la década anterior. Por un lado, dentro de la misma industria hollywoodiense directores audaces lo desafían frontalmente al tratar temas prohibidos hasta entonces.

Otto Preminger sería el primero en negarse a los cortes de la censura y el primero en hablar a las claras de drogadicción (‘El hombre del brazo de oro’, 1955), violación (‘Anatomía de un asesinato’, 1959) u homosexualidad (‘Tempestad sobre Washington’, 1962). Billy Wilder y Alfred Hitchcock también se arriesgan a la censura y salen indemnes con las comedias alocadas y sexys del primero, o la sexualidad febril latente en la filmografía del segundo durante las décadas de los 50 y 60. La voluntad clara por parte de estos y otros directores por retratar la sexualidad en sus trabajos, y la irrupción de la televisión en los hogares americanos habrían de dejar pronto desfasadas las producciones mainstream de la época, copadas por musicales blancos, superproducciones históricas y comedias asexuadas y tirando a ñoñas del tipo de las que protagonizaran Doris Day y Rock Hudson.

Otro factor que contribuiría a derribar las restricciones impuestas por el código fueron las diversas propuestas cinematográficas llegadas de Europa durante los años 50 y 60, y que en Estados Unidos y otras partes del mundo podían verse en las salas de cine “de arte y ensayo”. Esta etiqueta al menos garantizaba un tratamiento adulto de las escenas de sexo, nada de matrimonios durmiendo en camas gemelas ni chorradas por el estilo. En Francia aparece la Nouvelle Vague, en Italia surge la generación de los directores de posguerra, en Inglaterra el Free cinema y de Suecia llegan propuestas rompedoras como ‘Soy curiosa amarillo/azul’ (1967/1968). Es con la primera aparición de vello púbico en una de estas películas (‘Blow-up’, Michelangelo Antonioni) en 1966 que el código se considera oficialmente liquidado, y se abre un camino para la aparición de películas eróticas.

Blow-up

Blow-up


 

7. LA SEXPLOTATION

Las películas americanas de primer orden a mediados del siglo XX tenían poco que hacer frente a las producciones europeas en cuanto a la libertad de representación del desnudo y el sexo. No obstante, la creciente demanda de imaginería erótica asociada a la revolución sexual de los 60 era una oportunidad de negocio que los productores más avispados no iban a dejar pasar de largo. De esta mezcla de público ansioso de emociones fuertes y oportunismo descarado surge el género de explotación sexual o sexplotation. La fórmula se ha reproducido en distintos países a lo largo de los años con inmenso éxito.

La sexplotation es una etiqueta que abarca numerosos subgéneros, todos ellos con el denominador común de incluir las escenas eróticas y/o de desnudos femeninos que son su verdadera razón de ser. Son películas eróticas baratas de hacer y de un valor artístico bastante incierto. Da igual que hablemos de los films de educación sexual, de las nudies (películas eróticas rodadas en colonias nudistas y similares), de la nunsploitation, los WIP films (Women In Prison), el pinku eiga o la nazi explotation, en todas estas películas la calidad del producto final es algo secundario y lo que se busca principalmente es enseñar el máximo sexo posible.

Entre los directores del género que más se acercarían a lo que entendemos por autor hoy en día, destacarían Russ Meyer (que inauguró el género softcore con la polémica ‘Vixen’ en 1968 y sus continuaciones) y Tinto Brass (‘Salón Kitty’, 1976; ‘Calígula’, 1979) en el extranjero y, ya dentro de la filmografía patria, Ignacio F. Iquino (‘La caliente niña Julietta’, 1981) y el hiperactivo Jess Franco (‘Macumba sexual’, 1983), dos de los directores más prolíficos de la era del destape (1977- 1983).

Salón Kitty

Salón Kitty


 

8. GARGANTA PROFUNDA Y LA ECLOSIÓN DEL PORNO

Hasta bien entrados los años 60 las películas porno “argumentales” tal y como las conocemos hoy no existían. No había montaje de escenas ni apenas trabajo de cinematografía, sólo escenas de contenido sexual que se proyectaban en bucle en burdeles y demás sitios de mal tono. Era, además de un turbio negocio controlado por la mafia, uno de los pocos caminos que podía tomar un aspirante a director de escaso presupuesto que quisiera despuntar en la industria cinematográfica. Directores como Coppola o Wes Craven comenzaron así sus carreras.

El estreno de ‘Garganta profunda’ (Gerard Damiano, 1972) provocó un auténtico furor en la sociedad de la época, con gente de todo tipo acudiendo en masa a las salas X. Por primera vez en la historia, una práctica sexual considerada degenerada (y que era ilegal en la mayoría de estados) como era la felación aparecía como protagonista absoluta y llegaba a un público mayoritario. Ir a ver la película tenía ciertas connotaciones políticas, contestatarias; las malas lenguas decían que en las salas donde se exhibía se organizaban orgías espontáneas. Pronto se convirtió en el principal objetivo de la furibunda cruzada republicana emprendida por Nixon en respuesta a la revolución sexual que se había iniciado la década anterior. Tras años de procesos judiciales, finalmente los tribunales resolvieron que el porno es un derecho inalienable del ser humano. Y el resto es historia.

Garganta profunda

Garganta profunda


 

9. EL SOFTCORE

De forma paralela al auge del porno, los años 70 y 80 fueron testigos de la aparición de un nuevo subgénero de la sexplotation que iba a revolucionar la forma en la que el sexo se presentaba ante los espectadores: el cine softcore o cine S. Aprovechando el tirón de la ola de libertad sexual y cambio de legislación en Estados Unidos y norte de Europa, los cines empezaron a llenarse de historias con alto contenido erótico que rompían las taquillas. En España, todavía sometida a los últimos coletazos de la dictadura de Franco, la censura prohibía su exhibición. Los españoles, tras cuatro décadas de feroz represión sexual, emprendían peregrinajes de fin de semana a localidades francesas cercanas a la frontera para ver películas eróticas tan inocentes a ojos modernos como ‘Emmanuelle’ (Just Jaeckin, 1974) o ‘El último tango en Paris’ (Bernardo Bertolucci, 1972).

Emmanuelle

Emmanuelle

El softcore es una de las variantes de la sexplotation que mejor parece haberse adaptado al paso del tiempo, quizá porque es una fórmula que admite numerosas variantes. No se desarrolla en ambientes determinados, basta con enseñar escenas bien fotografiadas de alto contenido erótico entre actores atractivos. En los 80 y principios de los 90 el rey del softcore sería Adrian Lyne. Dejando de lado la cuestión de la calidad, la estética videoclipera de sus escenas crearía escuela.

En los 90 el softcore toma la forma de thriller erótico. Los papeles de actrices como Sharon Stone en ‘Instinto básico’ (Paul Verhoeven, 1992) o Linda Fiorentino en ‘La última seducción’ (John Dahl, 1994) insuflan nueva vitalidad al arquetipo de la femme fatale.

Instinto básico

Instinto Básico


 

10. LA MPAA Y EL DOBLE RASERO

Resulta paradójico que mientras que hoy tenemos acceso a imágenes sexuales explícitas incluso cuando no las buscamos, en el cine americano mainstream hay un retroceso a niveles de mojigatería no vistos desde los tiempos de la dulce Doris Day. Cierto, ahora en las películas se habla de sexo. Hetero y homosexual. Los personajes no son seres asexuados que se reproducen por esporas. Se mantienen relaciones prematrimoniales y extramaritales sin un castigo divino automático. Las mujeres tienen vidas sexuales activas y satisfactorias. Pero cuando en un film aparece vello púbico, un personaje tiene un orgasmo en primer plano sostenido o los hombres mantienen relaciones sexuales sin cubrirse estratégicamente los genitales durante y después del acto, entonces… entonces sabemos que estamos ante una película independiente.

La MPAA es la organización que vino a cubrir el puesto de vigilante de la moral que tan efectivamente había ejercido el código Hays. En lugar de una censura frontal (que, recordemos, se había declarado inconstitucional), la MPAA tiene capacidad para clasificar las películas aptas para según qué edades en base a sus contenidos. Si a una película le cae la clasificación X, puede despedirse de verse exhibida en la mayoría de las salas del país y ningún medio le hará publicidad. Esto convierte a la clasificación en un sistema de censura de facto. Otra cuestión a tener en cuenta de la MPAA es que sus criterios no son realmente rigurosos.
Los menores de 17 años se ven muy protegidos de imágenes de contenido sexual en las películas, pero no tanto de las imágenes violentas.

Las películas sometidas al yugo del sistema de clasificación por edades de la MPAA obtienen beneficio, si es que lo obtienen, de la exhibición en los mercados extranjeros. En la España de hoy tenemos una de las legislaciones más benévolas al respecto, lo que nos ha permitido ver las versiones íntegras de films con escenas censuradas en otros países, como ocurrió por ejemplo cuando se estrenó ‘Eyes Wide Shut’ (Stanley Kubrick, 1999)

Eyes Wide Shut

Eyes Wide Shut

 

PARA SABER MÁS SOBRE PELÍCULAS ERÓTICAS:

El sexo en el cine y el cine de sexo’. Ramón Freixas y Joan Basse.
Los censores de Hollywood’. Kirby Dick, 2006.
Inside Deep Throat’. Fenton Bailey y Randy Barbato, 2005.
Mujeres liberadas’. Hugh Munro Neely, 2003.
Sexo. La revolución’. Serie documental.

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