Pieles (2017) de Eduardo Casanova – Crítica

pieles

«Pieles no se reprime en su estética morbocircense. Su continente exquisito, tan bien peinado, carga todo el peso argumental»

Pieles abre de negro con una secuencia que nos conduce al corazón, directos a la parada cardíaca; la pantalla se vuelve unicolor, dotando el contenido monocromo en un diálogo que emula enfermedad para transformarla en una pesadilla rosa. La cámara está inquieta, —a veces paralizada, a veces absurdamente acelerada— introduciéndose por los rincones de una habitación que provoca rechazo, no solo por lo que vemos sino por lo que imaginamos. ¿Qué hay detrás de la primera puerta? desde luego que no esconde la misma paranoia que en El fuego camina conmigo (David Lynch. 1992), pero comienza a imitar pliegues de Carlos Vermut, y es por esto, que la desconfianza y el humor cohabitan en el mismo espacio de una película que visualmente recuerda a pedazos de Magical Girl.

La gozadera continúa tras el título inicial, cuando la aparición de personajes antitéticos, —abominables como la vida, sensibles como un niño— se unen, en una mística conjunción que les permite encontrarse y desencontrarse para solucionar sus repugnantes vidas. Vidas atroces que se hacen pedazos por quienes les rodean, sumidos en fantasías (amorosas y sexuales) tropiezan con la misma entrada al inframundo, pues son presa de su enfermedad, que deriva en insuperables vicios, y en esa tormenta de crueldad uno advierte que, dejando a un lado sus malformaciones, el resto de sensaciones vacuas, de soledades, de tristezas y situaciones bochornosas, son exactamente iguales que las que puede vivir usted, lector, o yo mismo.

Pero pongámonos en situación. En el momento en que nuestra mente crédula se disuelve en el interior de la habitación rosa y vemos la primera puerta, enseguida, como por arte de magia, aparecen otras tres puertas más. Se parece al truco semántico de aquellas Cartas que custodiaban dos puertas en Dentro del Laberinto (Jim Henson. 1986): “una de ellas lleva al castillo en el centro del laberinto, y la otra lleva a una muerte segura”. A priori, Todas las puertas del laberinto de Casanova nos conducen a una muerte segura; es como una especie de sensación que tenemos desde que las vamos atravesando. En cuanto giramos el pomo nos presentan a Samanta, una chica con el sistema digestivo invertido, es decir, su cara tiene forma de ano. Más que una anomalía genética o patología de la piel, es una broma que bien puede ser producto de las drogas psicodélicas, (de las buenas, las que se usaban en Estados Unidos durante la generación Beat). Tiene todos los problemas de una chica saliendo de la adolescencia tardía, solo que, en este caso, el acné típico sí que podría volverse un verdadero grano en el culo.

La tercera puerta nos entrega a un personaje —literalmente— de corte Torrentesco,  adorador de las tradiciones españolas, onanista, y enamorado (o no) de una mujer con una dura malformación en la piel del rostro. Estamos de acuerdo en que la belleza es subjetiva, y el amor una terminación nerviosa que cierra filas en lo más hondo de nuestra naturaleza primaria: allí donde se acaba la calma y empieza la locura.

La cuarta puerta nos desvela a un joven obsesionado con hacer desaparecer sus piernas. El cómo lo consigue lo dejo para curiosos o fans de Battle Royale (Fukasaku. 2002). Amante de las sirenas con una infancia turbia, el joven vive con el rencor a una familia que en su afán por autodestruirse, se llevó por delante la felicidad de un niño inocente. Y es que Carmen Machi, cuando se pone soberbia se vuelve “okupa” del escenario y quita de en medio hasta a su propio hijo.

Pieles no se reprime en su estética morbocircense, menos creíble, eso sí, que su prima segunda La Parada de los Monstruos (1932), pero su continente exquisito, tan bien peinado, carga todo el peso argumental que es poco menos que inexistente. Más allá de la mera empatía por intentar normalizar las diferencias, entendiendo estas diferencias como rasgos inherentes a la vida humana, naturales, no hay nada. Hay a quien pueda parecer suficiente. No es el caso de quien escribe y sin embargo, considero que sí Casanova no deja de pensar en modo freak, me tendrá ganado para siempre.


Sinopsis Sigue la historia de personas físicamente diferentes que, por este motivo, se han visto obligadas a esconderse, recluirse o unirse entre ellas. Nadie elige cómo nace, pero la apariencia física nos condiciona para con la sociedad, aunque no la hayamos elegido nosotros.
País España
Dirección Eduardo Casanova
Guion Eduardo Casanova
Música Ángel Ramos
Fotografía José Antonio Muñoz «Nono»
Reparto Candela Peña, Ana Polvorosa, Macarena Gómez, Carmen Machi, Secun De La Rosa, Jon Kortajarena, Joaquín Climent, Enrique Martínez, Eloi Costa, Itziar Castro, Carolina Bang
Género Comedia
Duración 77 min.
Título original Pieles

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Santiago Jurado

Natal de Madrid (1984). Pedagogo, Dromomaníaco y coordinador de Proyectos educativos. Interesado en las herramientas visuales como agente didáctico en las aulas. Estudié guión de cine en Fuentetaja Literaria y diseño con 3DStudio Max en el centro Nuevas Tecnologías de Madrid. Practicante de Yoga, Mindfulness y Senderismo. Adoro los movimientos contraculturales, la escritura no lineal, el baile improvisado y la naturaleza salvaje.

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