¿Quién es ese Tarantino del que todo el mundo habla?

Tarantino

¿Director de cine o narrador de historias?

Recientemente, un buen amigo mío me dijo que Tarantino, ese personaje cinematográfico del que la gente diserta sin parar estos días, no era un director de cine, sino un buen narrador de historias. Y me paré a pensar sobre estas palabras.

Reflexioné sobre su filmografía: semblanzas sobre los sucesos ulteriores a crímenes, venganzas perfectas y desmedidas, indómitos personajes que se cruzan entre ellos, hombres y mujeres apáticos y casi alexitímicos…

El que cuenta historias impresionantes, tantas veces almibaradas por ese sentido del humor tan característico y mordaz, es un hecho irrefutable. Pero, ¿es lo único que logra hacer con excelencia este personaje?

Las películas de Tarantino tienen mucho carácter, algo que parece muy complicado para los artistas contemporáneos, tengan el presupuesto que tengan.

La misión del director de cine es plasmar su interpretación sobre el guion en un producto audiovisual con una cámara – un DoP –, un puñado de actores, cuerpo técnico y, claro está, con un gran departamento de producción que lo asista y lo rescate. Para ello, debe encontrar una forma de trabajar en equipo excelente, y ser capaz de transmitir su concepción ideológico-técnica a su equipo. Y viendo la calidad de sus productos, parece que esto se le da muy bien.

Pienso en la filmografía de Tarantino y encuentro un recuerdo imborrable. Un lejano oeste hostil y malévolo. Hombres a caballo, encapuchados y con antorchas. Y uno de ellos que no para de quejarse. ¿Recuerdan esa secuencia? Llámenme romántico, pero yo no creo que sea capaz de olvidarla.

Eso me llevó a reflexionar sobre la autoría de Tarantino en sus obras. Me refiero a esos pequeños detalles que muestran una película con carácter propio y con un carisma arrollador, esos elementos que nos dicen cómo es el propio director.

Y, sin duda, las películas de Tarantino – estarán de acuerdo conmigo – tienen mucho carácter, algo que parece muy complicado para los artistas contemporáneos, tengan el presupuesto que tengan.

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Respondiendo a ese amigo mío, y a todos los que piensen igual: ¿es tan solo eso? ¿Un buen contador de cuentos? Sinceramente, dudo que un excelente contador de cuentos pueda llegar a hacer lo que ha hecho – y sigue haciendo – Tarantino, y muchos otros.

No analicemos por fuera, sino por dentro. El cine es un arte; el cine es una explosión de ideas y sentimientos. Analicemos eso. Si Tarantino no logra despertar nada en usted, igual significa que no forma parte de su público. Pero, lejos de cualquier juicio, ya venga de un fan poseído por lo que los más presuntuosos del cine le dicen qué le tiene que gustar y qué no, o de alguien que simplemente opine sin ningún deliberado motivo escondido en sus palabras, ni qué decir tiene el enunciar la grandiosidad de Quentin Tarantino como cineasta en sí.

Y puede ser que se haya convertido en una marca. Pero esa marca tan solo afectará a aquellos autodenominados “cinéfilos” que tan solo amarán una película por quien esté dirigida.

Reflexione en el cambio que experimenta con una película, en los sentimientos que manan de su interior por la ingesta de historias. Si algo le ha conmovido, si algo le ha hecho sentir, si algo le ha hecho cambiar… ese algo, ya merece tres mil veces más la pena que cualquier juicio sin sentido nacido de la ignorancia.

Jamás olviden que el espectador es el crítico de cine más formado. Hagan crítica de cine, pero háganlo con cabeza y, sobretodo, háganlo con corazón.

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