Ya no se trata sobre quién tenía o no razón en la Guerra Civil, sino de todas aquellas personas que “ya nadie recuerda…y que ninguna calle miserable, de ningún pueblo miserable, de ninguna mierda de país, llevará su nombre”
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La eterna división
Dicen que siempre hay dos versiones de una misma historia: los buenos y los malos, los vencidos y los vencedores, los republicanos y los franquistas.
Por eso, en Soldados de Salamina el personaje de Conchi se cuestiona lo mismo: “una novela sobre un facha… si por lo menos fuera sobre García Lorca”. Pero no se trata de una película sobre “un facha”, la narrativa de las estructuras morales se fragmenta y se habla sobre la ruptura de esa nostalgia explícita donde se idealiza al bando republicano. Realmente, ya no se trata sobre quién tenía o no razón, sino de todas aquellas personas que “ya nadie recuerda…y que ninguna calle miserable, de ningún pueblo miserable, de ninguna mierda de país, llevará su nombre”.
Seguimos viendo en 2020 como, por ejemplo, PSOE y PP no consiguen pactar ni siquiera bajo la premisa de una pandemia mundial.
Basada en la novela de éxito de Javier Cercas, Soldados de Salamina trata sobre una novelista que indaga en la historia real del falangista Sánchez Mazas, capturado por el bando republicano durante la Guerra Civil. Así, existe un final de la historia donde se cuestiona la misma, porque con frases como “con unos cuantos falangistas menos, quizás nos hubiésemos ahorrado una guerra”, esa extensión del velo de la reconciliación, donde se apunta al bando franquista, que era medio país, y donde se trata de culpabilizar a alguien, para después crear una falsa “paz social” a través de este consenso, acaba en un fracaso que potencia estas dos Españas que se han mantenido hasta el día de hoy.
Cuando no se hace una lectura de verdad, seguimos viendo en 2020 como, por ejemplo, PSOE y PP no consiguen pactar ni siquiera bajo la premisa de una pandemia mundial, al igual que en el período de transición del siglo XIX al siglo XX existía una división sobre la identidad española moderna: intelectuales de espíritu liberal y sectores más tradicionalistas.
La integración de los símbolos
La representación de Ariadna Gil como protagonista femenina es muy interesante, ya que dentro de este maniqueísmo era muy habitual que fueran los personajes masculinos las figuras heroicas que buscaban esta reivindicación.
Soldados de Salamina toma un pasodoble español y lo integra dentro de un personaje republicano.
Además, el cine que trata sobre la Guerra Civil habitualmente ha condenado lenguas existentes dentro de España distintas al español. Soldados de Salamina rompe con esta tradición y le da representación al catalán. La película de David Trueba, lejos de censurarlo, le otorga voz propia.
Además, si el cine sobre la Guerra Civil habitualmente ha condenado otras lenguas existentes dentro de España, pero distintas del español, Soldados de Salamina rompe con esto y le da representación al catalán. La película de David Trueba, lejos de censurarlo, le otorga voz propia.
Si bien actualmente se polarizan ciertos símbolos como la bandera de España y se asocia ésta a ciertos partidos políticos, Soldados de Salamina toma un pasodoble español y lo integra dentro de un personaje republicano que, a través de la música, reencarna lo castizo. Aunque desde otro punto de vista, en el caso genérico de la música, sigue habiendo una prevalencia de efectos melodramáticos que indican al espectador cuándo debe de llorar.
Ficha de la película
País España
Dirección David Trueba
Guion David Trueba
Fotografía Javier Aguirresarobe
Reparto Ariadna Gil, Ramón Fontserè, Joan Dalmau, María Botto, Diego Luna, Alberto Ferreiro, Luis Cuenca, Vahina Giocante, Bruno Bergonzini, Julio Manrique, Lluís Villanueva, Joaquín Notario
Género Drama
Duración 119 min.
Título original Soldados de Salamina