Estreno 27 de Enero
La película es un gazpacho: un revoltillo de “el día de la Bestia”, con la típica niña ojerosa y el gran Cabrón goyesco con trazos de “Alien”, moqueando y con la voz tomada por los últimos fríos. A lo anterior, le embutes una figura demoníaca femenina (Abyzou), le agregas, como decorado propicio, el entorno casposo y arcaico del Brooklyn judío, y ya tienes el film. El guion deja mucho que desear: una parejita llena de deudas, con ella embarazada, visita el hogar familiar de él después de muchos años con la intención de que su padre le avale con su negocio, una tétrica funeraria que está en el sótano de la vivienda. Arthur (Nick Blood), el protagonista, echando una mano en el embalsamamiento de un cadáver, mete la pata hasta el fondo liberando un bicho muy feo y monta un lío del copón poniendo en peligro a su familia y, sobre todo, a su mujer. Lo demás, lo típico y lo tópico: el chirriar de puertas, las sábanas, los ruidos, las apariciones, los misterios, las sombras, la vieja sospechosa, el marisabidillo de turno… Vamos, que lo que da más miedo es la música, ya que los acordes y las percusiones hacen prever el sobresalto más que la propia trama.
Si les soy sincero, los actores no destacan. Nick Blood es un galán británico que se me antoja soso en el papel de judío guaperas. Emm Wiseman que hace de Claire, su mujer, es igual de sosa que él, y se asusta poco y mal. Allan Corduner que interpreta a Saúl, al padre, lo hace mucho mejor, ya que se nota la veteranía y la experiencia de una dilatada carrera. Y Paul Kaye interpreta a otro judío, Heimish, y se desenvuelve muy bien… muchísimo mejor que el propio protagonista aun siendo secundario.
A ver, hay algún sustillo que otro, y tampoco se llega uno a aburrir, así que si quieren ver algo entretenido para distraerse el sábado por la tarde después de merendar un chocolatito caliente, tiene un pase. Sin embargo, si son algo más exigentes, véanse un clásico de terror en casa con la mantita, que los hay muchos y muy buenos.
Lo que sí destaca y crea una (falsa) expectativa es la ambientación, el atrezo… Se instaura una atmósfera muy estimulante con la comunidad judía ortodoxa del barrio judío neoyorquino que será, supongo, el de Williamsburg. La casa familiar, para más inri, rezuma tradición, pasado, costumbres, ritos, paredes empapeladas con tonos panochos… Y el color de la cinta es ideal, casi sepia. Para mí, el decorado, los interiores y el color de frío acartonado son los aspectos más subrayables y más consustanciales de la película, ya que puede llegar a olerse el hedor a rancio… Si yo fuera el Director de Arte, tendría un cabreo mayúsculo porque el guion se les ha quedado cojo.