Un día vi 10.000 elefantes (2015) – Crítica

Un día vi 10.000 elefentes

Ante la pantalla tenemos una historia; o, más bien, la pretensión de explicar una historia, y he aquí la cuestión. Es decir, ‘Un día vi 10.000 elefantes‘ podría pasar como un intento de explicar las circunstancias de un grupo de españoles en Guinea, en mitad de la década de los años 40 del siglo XX, durante una expedición en la que se refleja todo lo que el hombre occidental puede ocasionar en entornos que no le son propios. O, si lo prefieren, podríamos hablar de las circunstancias a las que la población aborigen se ve empujada a participar como consecuencia de la intromisión del hombre blanco en su entorno íntimo, que no es otro que el de la naturaleza de los paisajes, de la tierra, de la mente, de la cultura, de la imaginación genuina. Sin embargo, la pretensión queda justo en eso, en pretensión. Y esto no lo digo para desmerecer los méritos, que los tiene, y muchos, del equipo que la ha realizado.

Sin embargo, lo que veo que a la película le sobra es la floritura técnica, que nos es restregada hasta hacernos perder la pureza de intenciones, si es que las tiene, de lo que supuestamente se nos intenta transmitir. Es decir, la estética que destila la película nos obnubila de tal manera que lo ético que hay en ella pasa a un segundo plano. Y no sé si tal cosa es intencionada o el equipo director ha sido engatusado por el alarde técnico con el que se maneja. Al final vemos que tal uso de la técnica acaba superponiéndose sobre el mensaje, del mismo modo que el hombre blanco se superpuso sobre la cultura natural de los guineanos. Incluso, así me lo pareció, el equipo se autoparodia de tal manera que hace que la historia que explica acabe siendo un mero objeto con el que exhibirse y reivindicarse. De este modo, vemos que los cineastas aparecen en la película de igual modo que los expedicionarios penetran en suelo guineano. Es posible que esta sea su intención: mostrar hasta qué punto el mercantilismo, o una visión conquistadora del mundo, penetra y tergiversa lo que toca.

Aún con lo dicho, ‘Un día vi 10.000 elefantes‘ tiene talento, mérito y un estilo muy original que puede gustar por lo innovador. De hecho, al finalizar la película hubo aplausos por parte del público, todo críticos de cine. Y no seré yo quien contradiga las excelencias de la película, que las tiene, y muchas. Tan sólo diré que su visionado, y en esto soy consciente de ser muy subjetivo, pone de manifiesto hasta qué punto lo tecnocrático se impone sobre lo que la obra supuestamente quiere transmitir. Imaginemos, por establecer una comparación, cómo podría explicar lo que “Un día vi 10.000 elefantes” cuenta en la época del cine en la que la tecnología no estaba tan desarrollada; o, por ejemplo, en un formato más convencional, sin tanta notoriedad técnica. Nada en la película parece real, todo y que lo que explica pueda serlo en un cien por cien. Así, pues, una historia de denuncia puede acabar sirviendo para el alarde técnico. Y esta es la pega que le encuentro. Sin embargo, como ya he señalado, la película es meritoria, innovadora, talentosa y muy agradable de ver.

Un día vi 10.000 elefantes‘ usa de los dibujos animados, que se combinan con imágenes actuales de los protagonistas e intercalaciones en color sepia o en blanco y negro que le dan un tono documental de difícil clasificación. Por ello, ante tal avalancha de tan cuidadas imágenes, recomendaría que la película pudiese verse dos veces: una, para seguir el argumento y no perderse en lo tecnocrático; la otra, para dejarse llevar por los alardes, por las imágenes, por la curiosidad que despierta la innovación y la forma estética de narrar lo que cuenta, que, por cierto, no es asunto baladí.

Es posible que ‘Un día vi 10.000 elefantes‘ sea un homenaje a los hombres y mujeres de Guinea, aunque, eso me pareció, el alarde técnico se superpone sobre tales intenciones. De ahí que sugiera verla desde dos miradas diferenciadas.

Un día vi 10.000 elefentes

Sinopsis Angono Mba, un octogenario guineano rememora desde el salón de su casa la expedición en la que hizo de porteador para el cineasta madrileño Manuel Hernández Sanjuán y su equipo (Hermic Films), que los llevó entre 1944 y 1946 a recorrer la Guinea española documentando la vida en la colonia y buscando un misterioso lago, donde según contaba una leyenda africana, se podían ver 10.000 elefantes juntos.
País España
Director Alex Guimerà, Juan Pajares
Guión Pere Ortín
Fotografía Alex Guimerà, Juan Pajares
Reparto Documentary, Animation
Productora Several Studio
Género Animación. Documental. África.
Título original Un día vi 10.000 elefantes
Estreno 18/12/2015

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Calificación7
7

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Jesús Gabriel Gutiérrez

Mentor literario. Escritor. Filósofo. Prospectivista y astrólogo. Me interesa la historia y el hilo que sale de ella y nos conecta con el futuro.

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