«La cantidad de hallazgos cinematográficos de Wonderstruck: El Museo de las Maravillas es apoteósica, hasta el punto en que será más valorada por cinéfilos amantes de los detalles que por aquellos que quieren platos más contundentes y menos sutiles»
A Todd Haynes lo hemos reconocido recientemente por una película, Carol, cuyo tema giraba alrededor de la homosexualidad femenina en un contexto social poco propicio. Otra película suya anterior, Lejos del Cielo, trataba de la homosexualidad masculina en un contexto igualmente adverso. Y una película iniciática, Poison, trataba de ese mismo tema en un entorno de guerra, mucho más hostil y mucho más explícito. Sin embargo, no se dejen engañar, pues Todd Haynes es un director que trata con valores. Es decir, siendo homosexual como es, es lógico que ponga el tema como el principal en sus preferencias a la hora de darle forma al mensaje que quiere transmitir. Por tanto, pues, el asunto de sus películas va más allá de lo sexual. Estas sus películas tratan sobre la expresión de la verdad de las propias emociones. Es decir, sus personajes encarnan el escarnio, el agravio comparativo, el desencaje social debido a la tendencia sexual, etcétera. Por tanto, el dolor, el daño, la autoestima, la dignidad, la verdad de uno en relación a sus auténticas preferencias.
Otra dimensión que podemos encontrar en sus películas es la que se refiere a la defensa de los débiles, de los que suelen perder, de la redención. En efecto, Todd Haynes, acaso en solidaridad con su propia existencia, retrata el sufrimiento de los débiles con un mimo de detalle que es de agradecer.
Y es precisamente esta película suya, la que ahora se estrena, Wonderstruck: El Museo de las Maravillas, en donde se percibe más qué es lo que Todd Haynes defiende, solo que esta vez el tema no es la sexualidad, sino la infancia, la búsqueda de la identidad infantil y el encuentro hostil con el mundo adulto cuando los niños tienen que ingeniárselas para vivir en un contexto que les va del revés. Por tanto, pues, Todd Haynes nos pone ante los niños y con los niños. En concreto, un niño y una niña, que viven en contextos históricos diferentes. El niño vive en los años 70 (cuando se refiere a él, la película es en color). La niña, en los finales años 20 (cuando se refiere a ella, la película discurre en blanco y negro). La peculiaridad, además del fondo de la cuestión, es que el niño es sordo y la niña, muda. Doble situación de desajuste, como en sus otras películas. Por ejemplo, en Carol había un tema de diferencia de clases mezclado con el tema sexual. El caso es que entre estos niños hay una vinculación trans-histórica, aunque Todd no nos muestra hasta qué punto si no es bien avanzada la película. La experiencia de estos niños se contagia entre el público. Vivimos desorientación, como ellos, pero también, un empeño en la búsqueda.
Si ustedes vieron Carol, si recuerdan la escena final en la que el personaje encarnado por Rooney Mara llega a la sala del restaurante en el que está su amada, encarnada por Cate Blanchett, constarán que es de obra maestra. Ese caminar de la cámara, como si se hubiera fundido con el cuerpo y con las emociones del personaje, es de lo mejor que he visto en años. Es decir, la emoción se transmite con el movimiento de la cámara, con el ritmo con el que se desplaza, todo de una gran finura. Y en esta que les comento, Wonderstruck: El Museo de las Maravillas, nos encontramos con el director total que está evolucionando y ampliando recursos internos, pues Todd Haynes nos muestra una realidad interior, una realidad exterior, los conflictos y las historias con una fuerte transmisión, además de las que realizan los actores y las actrices, que logra con el ritmo, con el manejo de la cámara, con el sonido, con la banda sonora, con los detalles. Para simplificarlo: Todd Haynes ha hecho un cambio espectacular de registro en relación a sus anteriores películas. Si embargo, lo que Todd defiende gira en torno a la misma escala de valores, que no es otra que la sinceridad en la búsqueda del sentido de la vida en situaciones adversas y excepcionales.
Es una película que contiene una gran sabiduría, tanto existencial como artística.
En sus otras películas, especialmente en el caso de Carol y Lejos del Cielo, el estilo de Todd ha sido muy fiel a los cánones del cine clásico. Sin embargo, con Wonderstruck: El Museo de las Maravillas se la ha jugado, pues la apuesta era de alto riesgo en todos los sentidos. No se trata de una película fácil de ver, debido a la profundidad de recursos que Todd nos muestra.
El resultado de este salto se traduce en que es una película que contiene una gran sabiduría, tanto existencial como artística. El sonido, el movimiento de cámara, los encuadres, la actuación de los niños (y de la niña en especial), etcétera, todo exquisito. La cantidad de hallazgos cinematográficos es apoteósica, hasta el punto en que será más valorada por cinéfilos amantes de los detalles que por aquellos que quieren platos más contundentes y menos sutiles.
Sinopsis Ben y Rose son niños de dos épocas distintas, que desean en secreto que sus vidas sean diferentes. Ben sueña con el padre que nunca conoció, mientras Rose lo hace con una misteriosa actriz cuya vida narra en un libro de recuerdos. Cuando Ben descubre una pista en casa y Rose lee un tentador titular en el periódico, ambos comienzan una búsqueda que se desarrollará con una fascinante simetría.
País Estados Unidos
Dirección Todd Haynes
Guion Brian Selznick
Música Carter Burwell
Fotografía Edward Lachman
Reparto Oakes Fegley, Julianne Moore, Michelle Williams, Amy Hargreaves, Cory Michael Smith, Marko Caka, James Urbaniak, Hays Wellford, Morgan Turner, Jaden Michael, Ekaterina Samsonov, Raul Torres, Millicent Simmonds, John P. McGinty, Mark A. Keeton
Género Drama
Duración 120 min.
Título original Wonderstruck
Estreno 05/01/2018