Silencio (2017), de Martin Scorsese – Crítica

«Cine basado en el mundo espiritual, tan carente de artificios y lujos como lo era la vida de los propios jesuitas»

Durante una entrevista dentro de la presentación del film que nos ocupa, afirmaba Martin Scorsese que ha dejado de ver cine actual. La avanzada edad del director neoyorkino y la creencia extendida en muchos ámbitos de opinión de que el cine de los últimos años ha caído en cierta saturación y repetición de ideas, podrían ser motivos suficientes sobre los que sustentar esta afirmación. Sin embargo, aquellos que conocemos a fondo la figura de Scorsese no terminábamos de dar crédito a que un cinéfilo de la magnitud del italoamericano hubiese caído en ese tópico reciente de abandonar y desprestigiar cualquier obra audiovisual surgida en nuestros tiempos. Después de ver y sobretodo de digerir (que no es fácil) Silencio, no puedo estar más convencido de que todo el proceso relativo a la preparación y rodaje de su última película ha tenido bastante que ver en ello. Afirmaba Kandinsky que “toda obra de arte es hija de su tiempo”, aunque en este caso no podría estar más equivocado. La sensación que tengo frente a este proyecto finalmente fructificado tras casi tres décadas de gestación, es que probablemente sea necesario un tiempo similar para terminar de valorar o contextualizar una obra tan difícil como pretendidamente alejada de nuestros días.

La historia nos sitúa durante la segunda mitad del siglo XVII, en concreto en Japón y la persecución sufrida por los jesuitas debido a sus intentos de evangelizar a la población contra el budismo. Después de recibir la noticia de que el Padre Ferreira (Liam Neeson), ha renunciado a su fe y adoptado las costumbres y creencias japonesas, los jesuitas portugueses Rodrigues (Andrew Garfield) y Garupe (Adam Driver) emprenderán un viaje en su búsqueda adentrándose en tierras peligrosas para cualquiera que profesase la fe cristiana. No es la primera vez que Scorsese aborda temas como la fe e incluso la crisis existencial en torno a su pérdida o duda. Lo que está claro es que nunca ha sido tan literal como en esta ocasión a la hora de narrar desde una perspectiva acorde con las creencias católicas en las que fue criado (incluso llegó a considerar en su juventud ejercer como sacerdote). Resulta paradójico que tan solo tres años atrás dirigiese El Lobo de Wall Street, una de sus obras más desatadas y polémicas de los últimos años, hasta el punto de que fue señalado por muchos por realizar supuesta apología de las drogas o el sexo desenfrenado. No me cabe duda de que ahora se caerá en el absurdo de marcar a esta película como una especie de panfleto cristiano, cuando las ideas y tono elegidos son sencillamente la opción más verídica y adecuada para poder plasmar no solo la obra literaria en la que se basa, sino el punto de vista más realista de aquellos personajes religiosos cuya historia se plasma.

Decía anteriormente que Silencio es una obra de difícil visionado y eso se debe a muchos motivos. En primer lugar, su duración sobrepasa las dos horas y media, lo que unido a un ritmo lento y pausado heredero del cine religioso de Bergman y Dreyer, exigen al espectador mucho más que cualquier producción de escala media como podríamos englobar a la que nos ocupa. Tampoco ayuda el hecho de que en muchos momentos se haga gala de un incómodo uso de la ausencia de música, aunque este último factor al no producirse durante todo el metraje quede más como anécdota de experimentación narrativa. Pero por encima de todo, lo que hace de ésta una cinta de difícil visionado es su temática. Poco serán los que logren separar sus creencias personales de lo que defiende esta historia, ya que la exaltación en bruto de la fe cristiana y la espiritualidad que realiza Scorsese resulta tan abrumadora como de difícil conexión emocional. Porque Silencio es fría como un témpano, espartana en sus formas y sacada de un agujero espacio temporal directa de un tiempo incluso previo al cine como entretenimiento de masas.

No debemos confundirnos sin embargo y calificarla como una mala o fallida película. Lejos de eso, Martin Scorsese demuestra una capacidad asombrosa para plasmar en imágenes cualquier historia que se proponga. Porque demostrando una vez más que hay pocos directores tan versátiles como él sin perder por ello un ápice de calidad o toque personal, lo  que tenemos ante nosotros es lo que él ha querido hacer. Un cine basado en el mundo espiritual, tan carente de artificios y lujos como lo era la vida de los propios jesuitas. En el apartado interpretativo, hay que destacar los aparentes esfuerzos de Andrew Garfield para intentar cargarse a las espaldas una cinta de esta magnitud dramática y sin demasiados apoyos extrínsecos. Sin embargo, sea por la falta de empatía emocional que se produce o por sus propias limitaciones, no termina de alcanzar la excelencia deseable. Algo parecido ocurre con Adam Driver y Liam Neeson, algo desdibujado su personaje en el caso del primero y relegado en favor del de Garfield. En cuanto a Neeson, aunque su aportación es tan sólida como de costumbre, quizás cabía esperar un tipo de secundario memorable para mayor lucimiento del actor irlandés que no termina de cumplirse. No puedo dejar de resaltar el personaje del veterano Issei Ogata, bastante cómodo y eficaz en un rol que por momentos ejerce de cierto desahogo cómico, lo que se termina por agradecer dentro de un conjunto por lo demás sombrío. Tampoco se merece menos que el aplauso la bella fotografía de Rodrigo Prieto, quizás el elemento más beneficiado por el tono contemplativo elegido para narrar la historia.

Puede que al llegar al final de esta crítica a muchos lectores les resulte difícil discernir hasta qué punto deberían ver o no Silencio, incluso puede que la sensación reinante sea la de rechazo ante una aparentemente aburrida película. De hecho, en mi caso puedo afirmar que se trata de una de esas extrañas ocasiones en que a pesar de verle cosas positivas, no me atrevería a recomendar abiertamente su visionado. Sin embargo, tengan por seguro que si desean adentrarse en una experiencia distinta y alejada de cualquier atisbo de cine contemporáneo, sin que ello deba verse impregnado de cierto toque amateur o de presupuesto casero, no encontrarán una ocasión mejor para ello. Porque si pueden tener algo por seguro, es que se trata de una experiencia fílmica que no les dejará indiferentes.


Sinopsis Segunda mitad del siglo XVII. Dos jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de un misionero que, tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que los japoneses reciben a los cristianos.
País Estados Unidos
Director Martin Scorsese
Guión Jay Cocks, Martin Scorsese (Novela: Shusaku Endo)
Música Kim Allen Kluge, Kathryn Kluge
Fotografía Rodrigo Prieto
Reparto Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Ciarán Hinds, Issei Ogata, Tadanobu Asano, Shin’ya Tsukamoto, Ryô Kase, Sabu (AKA Hiroyuki Tanaka), Nana Komatsu, Yôsuke Kubozuka, Yoshi Oida, Ten Miyazawa
Género Drama
Duración 159 min.
Título original Silence
Estreno 06/01/2017

Trailer

Calificación7
7

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Samuel Martín

Documentalista profesional, cinéfilo pasional, opinador vocacional. Graduado en Información y Documentación y realizador audiovisual, siempre me he sentido conectado a cualquier imagen que pueda proyectar una emoción en la pantalla grande.

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