El hombre tranquilo (1952): O´Hara y Wayne, en un clásico inolvidable

Cuando ves un clásico de los años cincuenta te das cuenta, por una parte, de cuánto ha cambiado el mundo y, por otra, de que no ha cambiado apenas. La persona es como es a pesar de la sociedad que le rodea, del momento histórico que le toque vivir y del lugar donde se encuentre. Por mucho que las tradiciones de antaño y las costumbres caducas de una aldea irlandesa intenten moldear a una mujer, cuando ésta tiene carácter, es difícil someterla. Ni siquiera dos hombretones de la talla (y nunca mejor dicho) de John Wayne y Victor McLaglen (ambos superaban el metro noventa) pueden manejar a una señora del coraje de Mary Kate (Mauren O´Hara).

Sean Thorton (John Wayne) llega a su aldea natal, después de muchos años, con la clara intención de comprar la casa que era de su familia. En esa negociación se gana un enemigo, Victor McLaglen, que resulta ser el hermano de la chica de la que Sean se ha enamorado, Mauren O´Hara. Los rifirrafes aparentemente cómicos nos muestran una cultura anclada en el pasado con usanzas pretéritas que condicionan el amor entre estas dos personas que se aman. A parte de las vicisitudes y barreras que tienen los enamorados, se evidencian, además, dos formas de ser antagónicas entre ambos: Thorton es, como el título del film indica, un hombre tranquilo por razones que se vislumbrarán en el transcurso de la historia y ella, por el contrario, es un auténtico torbellino. Sin embargo, o al menos así ocurre en esta película, el amor logrará vencer la mayoría de los conflictos.

Cuando ves un clásico de los años cincuenta te das cuenta, por una parte, de cuánto ha cambiado el mundo y, por otra, de que no ha cambiado apenas. La persona es como es a pesar de la sociedad que le rodea, del momento histórico que le toque vivir y del lugar donde se encuentre.

John Wayne hace de hombretón de los de antes: grande, rudo, bueno y caballero. Mauren O´Hara, por su lado, interpreta muy bien su papel de mujer de armas tomar,  haciendo su personaje tan creíble, que no puedes concebir a la actriz en el mundo real comportándose de otra manera. Transmite mucho genio, una personalidad muy marcada y una hiperactividad que da ganas de frenar. El hermano, Victor McLaglen, ejerce de macho alfa, de poderoso del pueblo e intenta marcar su territorio por la fuerza bruta: la corpulencia, el rostro y, sobre todo, los ademanes rústicos del actor lo acompañan y son idóneos para el guion.

Si nos ponemos cursis, podríamos decir que es una película machista, pero yo no lo voy a hacer. Al contrario, se la voy a recomendar poniéndoles la miel en los labios, diciéndoles que en ella encontrarán uno de los besos más famosos de la historia del cine: cuando John Wayne tira del brazo de Mauren O´Hara con intenciones pasionales. Quizá fuera un poco brusco el señor Thorton, si lo vemos con los ojos del siglo XXI, pero se ha convertido, sin lugar a dudas, en una escena mítica del séptimo arte ya que incluso Spielberg la homenajea en ET. Disfrútenla y, por favor, dejen acostado al “ofendidito” que todos llevamos dentro últimamente.

Etiquetas Cine Clásico

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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