Vuelta a casa de mi madre (2016), de Eric Lavaine – Crítica

Vuelta a casa de mi madre

«Lo interesante de Vuelta a casa de mi madre arranca en la comida familiar, tan opresiva como ridícula, tan cómica como miserable. Es aquí donde Lavaine desengrana todo el panorama familiar de unos personajes hartos de todo y de sí mismos»

Hace dos años, la sociedad acomodada de Lyon encontró un particular escenario para una comedia dramática generacional en Barbacoa de amigos (2014). Aquí, el lugar para los encuentros y desencuentros consistía en continuas barbacoas de jardín mientras que las miserias y desventuras de unos giraban alrededor del cambio repentino de actitud en la vida de uno de ellos tras una grave alteración de su salud.

Eric Lavaine dirigió entonces este reflejo del bienestar de la burguesía francesa, como si ella misma se hubiese aislado en Lyon de los interminables problemas de la Europa en crisis en la que vivimos. Ahora ha decidido que aterricen todos y saboreen la crisis económica con tanta ligereza y agrado como saboreaban el tinto francés en aquellas barbacoas. Alexandra Lamy es Stéphanie, arquitecta en paro debido a la quiebra de la empresa en la que trabajaba e hija pródiga que irremediablemente tiene que volver al seno materno. Las cosas han cambiado y mucho, tanto o más que la sociedad que les rodea. Ahora su madre (Josaine Balasko) es la que quiere vivir la vida de la mejor manera. Se observa entonces el cambio de papeles respecto a los clichés de hija conoce a hombre y lo mantiene en secreto, pues ahora es su propia madre la que hace esto. Todo este arranque se queda a medio fuelle, dado que nos presentan a los personajes de una manera rutinaria. Lo bueno realmente arranca en la comida familiar, tan opresiva como ridícula, tan cómica como miserable. Es aquí donde Lavaine desengrana todo el panorama familiar de unos personajes hartos de todo y de sí mismos. Como en toda familia, los mejores momentos están reservados para la intimidad de cuatro paredes y una mesa, y es de gran acierto el correcto uso de escenas interiores que hace el director en el epicentro de la película. Por tanto, es aquí donde la puesta en escena es toma importancia al enlazar una discusión entre hermanos, los asuntos secretos de la madre y, ¡cómo no!, los cuñados. Alexandra Lamy y Josiane Balasko sostienen con convicción el hilo argumental y sobre todo esta última plasma con ávida energía y extrema comicidad cada uno de las situaciones problemáticas que se le plantean.

El desenlace nos deja la sensación de ser un tanto infantil, pero al fin y al cabo es una comedia familiar ligera.

Vuelta a casa de mi madre

Calificación5
5

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