«The Lady in the Van es una película recomendable que dejará un buen sabor de boca. Realismo dramático pero con un trasfondo de comedia.»

Hay películas que son entrañables, dejan huella y gustan. Algunas de ellas ni son películas caras, ni están repletas de stars ni starlets, sino que se basan en un buen guión, una dirección propia del buen artesano y una interpretación genial. Si a usted le gusta ese tipo de películas, sin duda, The Lady in the Van (que sería algo así como “la dama en la furgoneta”) le gustará.

El peso de la película recae sobre Maggie Smith. La veterana actriz, encarnando el papel de una mendiga senil, borda una de las mejores interpretaciones de su larga carrera. Con sus 82 años recién cumplidos, poseedora de dos Oscars (en el 70 a la Mejor Actriz y en 79 a la Mejor Actriz de Reparto), en esta ocasión nos muestra que es posible ir más allá de la perfección en el otoño de la vida. Tiene gracia que los actores más veteranos de la escena cinematográfica mundial sean ingleses y que la Smith comparta permanencia en la escena con Maurice Joseph Micklewhite, Jr, más conocido como Michael Caine que también apenas tiene unos meses más que la actriz. Ambos, por lo demás, son propietarios del mismo número de Oscars (dos) y de nominaciones (cuatro). Dos carreras paralelas para dos actores de la misma generación.

Los mendigos de Londres se diferencian de los de París –los consabidos clochards– en que suelen ir más cargados, menos o nada borrachos (el alcoholismo es el común denominador de los clochards) e incluso algunos son cultos (habitualmente pasan el tiempo resolviendo sodokus), discretos y educados; les encanta charlar, incluso con quienes no son de su gremio. Sería difícil que un clochard, en cambio, dirigiera la palabra a otro que no lo fuera, salvo para pedirle algo. El mendigo parisino exige dinero de manera escandalosa, desagradable y ofensiva, como si uno tuviera la obligación de darle, mientras que sus colegas londinenses, o no piden o lo hacen con dignidad y mesura. Créanme que los clochards tienen peor olor corporal que los que están al otro lado del Canal (a pesar de que ese sea uno de los rasgos con los que el director Nicholas Hytner adorna el personaje de la Smith). En ambos casos, la mendicidad, la vida errante y sin futuro, sume en ambos casos en la locura, especialmente a partir de ciertas edades. Tal es el papel que encarna Maggie Smith.

Su personaje es excéntrico, dotada del tradicional humor inglés y extremadamente sensible. Le encanta la música. Es una persona culta. Si asusta a los niños del barrio es porque apenas son capaces de realizar conciertos de disonancia. Su rostro impenetrable, remite a las mejores interpretaciones de Buster Keaton: su cara de palo es más expresiva que la de cualquier mimo gesticulante.

La contrapartida de la mendiga es un escritor –interpretado por Alex Jennings– empeñado en un permanente diálogo consigo mismo (una forma de neurosis muy frecuente entre la gente habituada al oficio de escribir). Así pues, Maggie Smith no tiene una contrapartida, sino dos: el escritor reflexivo, solidario y su alter ego, irónico y distante. La relación dura 15 años, el tiempo que tarda la trama de la película en desarrollarse.

Vale la pena recordar la carrera de Nicholas Hytner, si uno quiere ir más seguro al cine y entrar en la sala convencido de que no va a perder el tiempo ni ver una banalidad de las muchas que se proyectan. Si les gustó La locura del rey Jorge (1994), Hytner fue el artífice. Su familia (de origen judío, no practicante) está vinculada desde hace generaciones a las tablas y antes que cine, él mismo se curtió en el teatro y en la ópera. Es pues, un director polifacético y versátil. Ha dirigido obras de Shakespeare y de Marlowe, de Wilde y de Bernard Shaw. Se recuerda en Londres su puesta en escena de La Flauta Mágica de Mozart en la English National Opera (25 años en el repertorio). No se prodiga excesivamente en el cine. Si filmó La locura del rey Jorge en 1994 (su primera cinta) fue porque antes la había llevado a la escena teatral. Allí se inició precisamente la colaboración con Allan Bennett, autor de aquel libreto y ahora del guión de The Lady in the Van. También cabe añadir que algunos guiños de la película se hacen más comprensibles si se tiene en cuenta que Hytner es gay.

La película funciona y funciona a las mil maravillas, el director logra transmitir, a través de un rostro inexpresivo, todo el dolor y la desesperación que puede experimentar un sin–techo. Es una película arriesgada que en manos de otro director menos experimentado podía haber terminado en una comedia sensiblera o incluso en una cursilada humanitaria de las que recordamos varias. Pero la simbiosis entre el guión (elaborado por Alan Bennett), la dirección (Hytner) y la interpretación (la Smith y Jennings), consiguen una película que, de momento, ya es reconocida como de las mejores filmadas en 2015 y que ha sido nominada a los Globos de Oro y a los Premios BAFTA a la mejor actriz.

Una película recomendable que dejará un buen sabor de boca. Realismo dramático pero con un trasfondo de comedia. Una reflexión sobre lo que es la vejez, la pobreza, la solidaridad y los puntos cruciales de la vida, con sorpresas finales…

Véanla, le gustará.

Sinopsis Narra la historia real de la Señora Shepherd que aparcó su furgoneta al lado del camino de entrada de la casa de Alan Bennett y se quedó a vivir en ella durante 15 años.
País Reino Unido
Director Nicholas Hytner
Guión Alan Bennett
Fotografía Andrew Dunn
Reparto Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Dominic Cooper, James Corden, Frances de la Tour, Samuel Anderson, Gwen Taylor, Rosalind Knight, George Taylor
Productora BBC Films. TriStar Productions
Género Drama. Basado en hechos reales. Comedia dramática. Vejez. Pobreza
Duración 104 min.
Título original The Lady in the Van
Estreno 15/04/2016

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