Cantando bajo la lluvia y el género musical

Cantando bajo la lluvia

El musical se prodigó durante la llamada «edad de oro de Hollywood», y especialmente durante la década de los 60: ‘Sombrero de copa (1935)’, ‘El mago de Oz (1939)’, ‘Siete novias para siete hermanos (1954)’, ‘West Side Story (1961)’, ‘Mary Poppins (1964)’, ‘My Fair Lady (1964)’, ‘Sonrisas y lágrimas (The sound of Music, 1965)’.

Con los años 70 llegó la decadencia del género, y sólo algunas obras aisladas lo retomaron de manera exitosa: ‘Cabaret (1972)’, ‘Grease (1978)’.

Después, la fórmula del musical prácticamente se abandonó. Sólo Bollywood, industria cinematográfica ubicada en Bombay, Maharashtra e India, explotaba el gusto de su público por la comedia musical romántica. Como Hollywood hace ahora con las películas de superhéroes, Bollywood producía (y produce) films tremendamente rentables pero de escaso interés intelectual o artístico, siguiendo un esquema idéntico en la mayoría de sus películas y repitiendo los mismos recursos una y otra vez.

En los primeros años del siglo XXI, surgieron películas musicales más modernas e innovadoras, provocando una ligera resurrección de este tipo de cine: ‘Bailar en la oscuridad (2000)’, ‘Hedwig and the Angry Inch (2001)’, ‘Moulin Rouge (2001)’, ‘Chicago (2002)’, etc.

Pero si hay una película representativa del género musical, esa es ‘Cantando bajo la lluvia (Singin’ in the Rain, 1952)’, la cuál curiosamente no ganó ningún Oscar. Es más, ni estuvo nominada a Mejor Película. Ese año lo ganó la mediocre ‘El mayor espectáculo del mundo‘ por encima de grandes películas como ‘Solo ante el peligro‘ o ‘El hombre tranquilo‘.

La razón del escaso éxito de ‘Cantando bajo la lluvia‘ en los Oscar radica probablemente en otro musical clásico: ‘Un americano en París‘, que un año antes había logrado 6 premios de la Academia, y que eclipsó el estreno de la película dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly.

Cantando bajo la lluvia

El film está ambientado en el Hollywood de los años 20, época marcada por la llegada del cine sonoro. Donen y Kelly (quien también protagoniza el film) quisieron reflejar la locura de aquellos tiempos. Es cuanto menos sorprendente que una película que funciona tan bien se construyera a partir de sus canciones. Es decir, se compusieron los temas musicales sin tener un guion, el cual se se escribió posteriormente.

El productor Arthur Freed, muy ligado al mundo de la música, estaba obsesionado por que la mítica escena que da nombre a la película, y en la cual Gene Kelly baila entre charcos y farolas, se llevase a la realidad de la mejor forma posible. Tanto es así que se dice que la escena en cuestión llegó a costar 600.000 dólares, un tercio del presupuesto del film.

Una película imprescindible.

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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