Blancanieves. Menos libre de lo esperado

Maribel Verdú en Blancanieves

Blancanieves ha irrumpido en la cartelera con la etiqueta de obra maestra. Ensalzada por la crítica y respaldada por el público, me enfrenté a ella con unas expectativas realmente altas. Y debo decir que el sentimiento que me produjo su visionado fue de ligera decepción.

Lo realmente potente de Blancanieves es su formato, su concepción, su apuesta, y es hacia ella donde se deberían de dirigir la mayor parte de los halagos, pues como película en sí misma no es para tanto.

Reconozco y aplaudo la valentía de su propuesta, la extraña mezcla de cine mudo, expresionismo alemán y técnicas de filmación modernas (sobre todo movimientos de cámara). Valoro el uso de tradiciones castizas para intentar contar algo nuevo, y me gusta la libertad con la que aborda una historia ya conocida.

Bien es cierto que con semejantes ingredientes se podría haber caído en el ridículo más espantoso, y bien es cierto que Blancanieves consigue sortearlo. Pero se echa en falta una pizca más de valentía y creatividad en cada escena, en cada secuencia. No me refiero a la concepción de como va a ser la película, eso es a lo que llamo formato, y es absolutamente original.

Macarena García en Blancanieves

El problema fundamental es que no respiro locura ni libertad en un producto que las prometía. Durante la proyección no dejaba de sentir que lo que estaba viendo no se alejaba tanto del cine más convencional.

El argumento, aunque con llamativas variaciones, sigue siendo fiel en lo esencial al cuento de los hermanos Grimm, presentándonos una historia que además de conocida es un tanto simplista (como suelen ser los cuentos, que reducen la realidad para hacerla entendible a los niños). Y aquí veo un problema: la historia no termina de resultar interesante para el público adulto, y su aspecto no es atractivo para los más pequeños.

Sólo el último cuarto de hora llegó al nivel que esperaba, soltándose las ataduras y mostrando todo su potencial. Y es que la segunda película de Pablo Berger (su ópera prima fue Torremolinos 73) deslumbra por momentos, con ciertas ideas, con ciertas imágenes, con una banda sonora omnipresente y atrevida, y algunas buenas interpretaciones. Pero no podemos dejar de pensar que Blancanieves podía haber sido mucho más que un conjunto de detalles.

Calificación5.5
5.5

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Arturo G. Maiso

Viajero y cinéfilo. Director de Marketing en una plataforma de financiación participativa, CEO de AGM Comunicación Multimedia y director de El Cine en la Sombra.

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