Entrevista a Isabel Coixet

Isabel Coixet

El Hotel de las Letras en la Gran Vía madrileña, tan concurrida como calurosa durante éstos días, fue el refrescante refugio donde pude asistir a la entrevista con la prolífica directora, que éstos días presenta su nueva película ‘Aprendiendo a conducir‘, estrenada el día 3 de julio.

Después de una espera agradable en los salones del hotel, pude conocer por fin a la directora española. Junto a algunos compañeros conversamos con ella sobre la película y porqué no, sobre otras cuestiones de interés.

– Parece que ahora has dado un giro a tu carrera y has optado por la comedia luminosa.

– ‘Aprendiendo a conducir‘ no es ‘Resacón en Las Vegas‘ (The Hangover), pero cuando me pasaron el relato no lo vi como una cosa tan alejada de lo que había hecho hasta entonces. Lo que sí es verdad es que no podía dejar que el tono fuera predominantemente trágico. Es una tragicomedia, con amistad y tintes románticos, una historia que me tocó mucho.

Leí el guión hace ocho años. Han pasado muchas cosas desde entonces; parecía que unos hindúes querían financiarla, luego no quisieron, aparecieron unos rusos y tampoco se concretó nada.

Hace dos años pensaba: «esto no se hará nunca». Pero me llamaron en junio, y en agosto estábamos rodando.

– ¿Qué es lo bueno y lo malo de repetir reparto?

– Lo bueno es la confianza: sabes de qué son capaces, lo que puedo o no puedo pedirles. Aunque la confianza también tiene su aspecto negativo, porque si tienes que cantarles las cuarenta es más difícil hacerlo con alguien que es tu amigo, que ha estado en tu casa, al que le has preparado la comida, etc.

Con la que más me peleé fue con Patricia Clarkson. Ella fue además de la protagonista, quien había comprado los derechos del cuento y nos había embarcado en la historia, lo cual la angustiaba y ponía muy nerviosa. Durante el rodaje nos gritamos en varias ocasiones, pero seguimos siendo amigas. Es una mujer a la que adoro. No me creo esta especie de paraíso que cuentan los directores de que todo es maravilloso y que los actores piensan lo mismo que el director. Creo que en algunos momentos si le hubieran preguntado a Patricia no habría dicho que yo era maravillosa. Pero esto es lo normal, lo raro es que todo sea genial.

Para Ben fue más fácil. En seguida se puso el turbante y se camufló de sikh, sin que él tuviera nada que ver con su personaje.

Aprendiendo a conducir

– Una vez dijo que «en el mundo caben todas las historias» ¿Dónde colocaría ésta historia?

– Es como darle la vuelta a la historia de chica encuentra chico, con la diferencia de que la chica tiene cincuenta años y el chico setenta. Esto lo convierte en algo totalmente distinto, sobre todo porque uno a esta edad se da cuenta de las consecuencias de las palabras o las acciones; por ejemplo predicar «yo no sería infiel» y luego querer algo con otra persona. En este sentido, él le enseña cosas a ella, pero ella también le enseña cosas a él. Cuando se es joven no se entiende el concepto de trabajar una relación, pero más adelante uno se da cuenta de que o trabaja la relación o acaba más solo que la una.

– En ésta ocasión ha trabajado con la montadora Thelma Schoonmaker, que suele trabajar con Scorsese. ¿Qué ha supuesto para la película?

– Yo conocí a Thelma a través de Patricia. Ambas se habían conocido en ‘Shutter Island‘ (2010) de Scorsese. Cada vez que me decía si quería conocerla, me entraban temblores. Es la montadora más mítica de la historia del cine.

Hablamos sobre el proyecto, y me pidió que le enviara el guión. Yo no podía imaginar que estuviera interesada, pero claro luego te das cuenta de que Thelma está deseando que otra persona que no sea Scorsese la llame para hacer algo diferente, algo que le suponga un mayor desafío.

Nos lo pasamos muy bien en la sala de montaje. El ochenta por ciento de las veces ella tenía razón, pero en el otro veinte me hizo algo de caso. Había días en los que salía de la sala viendo una escena montada de una manera, pero ella lo montaba de otra y le decía «es que en esa toma, ella está un poco rara ¿no?» y ella me contestaba «no no, está muy bien, es muy divertida». Es una mujer que me ha enseñado que no hay que ser autocomplaciente. Hay que cortar y a veces me cuesta.

Para ella, esto ha sido pan comido. Nosotros grabamos cinco semanas con una cámara y Scorsese graba trece semanas con tres cámaras, por lo que ya sólo el descartar el material es un trabajo brutal.

Thelma Schoonmaker

Thelma Schoonmaker

– Habla en la película de la idea de conformarse, pero no de una manera cobarde, si no como una manera de aceptar la realidad, ser valiente y seguir adelante. Para los personajes, ¿la experiencia es un grado o una desventaja?

– No hay nada que sea un grado o una desventaja. Por ejemplo, ahora mismo en el mundo laboral puede llegar alguien con un currículum tremendo, pero no es raro que la persona que debe elegirte opte por otro sin tanta preparación para que no le haga sombra. Muy pocas veces se sabe con certeza qué es peor y qué es mejor.

Ella es una mujer intelectual de cincuenta años con una trabajada carrera profesional. Tiene una casa, un marido y una hija. Cuando le quitan al marido, parece que lo único que le preocupa es la casa. ¿Esto es amor o es mundo inmobiliario? A veces se comporta como una histérica, como una adolescente.

Su marido no la ha dejado por otra mujer más joven, si no porque le gusta otra mujer y se ha enamorado. Eso tan sencillo le cuesta mucho entenderlo. Aunque haya leído muchos libros y haya escrito varias tesis sobre Jane Austen, no acepta las cosas más simples.

Él ha tenido una vida durísima. Es un exiliado político, ha estado en la cárcel, le han torturado, tiene una mujer procedente de un matrimonio arreglado. Hablamos con diversas mujeres que tenían matrimonios arreglados. Algunas decían que eran felices, otras que era un infierno. Te das cuenta de que es como todos matrimonios; hay veces que funcionan y otras que no.

– Si tuviera un cheque en blanco y pudiera hacer la película de sus sueños, ¿cuál sería?

La película que voy a hacer ahora en octubre es una película que llevaba mucho tiempo queriendo hacer, y es quizá la primera vez que voy a mostrar un personaje que siento que soy yo. Está basada en una novela que se llama ‘La librería‘, de una autora que se llama Penélope Fitzgerald, que siempre he admirado mucho. Hay cosas en los personajes que he mostrado que tienen algo con lo que me identifico, pero nunca he podido decir «éste personaje soy yo», hasta ahora.

– El guión viene firmado por Sarah Kernochan, pero tiene mucho de su amor a las palabras. ¿En qué medida has participado en el guión?

Yo no soy del sindicato de guionistas, por lo que no puedo firmar un guión. Sin embargo, en los guiones que no he hecho yo, como ‘Elegy‘ (2008) y éste, he participado, he cambiado cosas, ha añadido cosas. Pero es lo normal.

La película es muy fiel al tono de la historia original, aunque por ejemplo el taxista del relato era filipino, pero hay muy pocos taxistas filipinos en Nueva York, con lo cual se convertía casi en una anécdota. Entonces buscamos una comunidad que fuera más grande, y el cuarenta por ciento de los taxistas de la ciudad son sikh. Además, era más fácil conseguir el apoyo de la comunidad sikh que de la filipina, que no mostró mucho interés.

– ¿Porqué no rueda en España?

Salí de Barcelona hace mucho tiempo, y he lleado una vida nómada. No es que yo hiciera un plan queriendo rodar fuera, son cosas que han ido saliendo. Me fui a Estados Unidos y escribí sobre cosas que ocurrían allí: ‘Cosas que nunca te dije‘ (1996). Luego hago una película aquí: ‘Ayer no termina nunca‘ (2013), y me caen palos por todos los lados. Si es que nunca estáis contentos (risas).

– En una entrevista utilizó la frase de Laurel Tatcher Ulrich; «las mujeres bien educadas y obedientes raramente hacen historia». ¿Cree que de vez en cuando está bien salir de la zona de «confort» para crecer como persona, al igual que el personaje de Wendy en la película?

Yo creo que el confort no es bueno para ningún creador. Yo recuerdo que la primera vez que fui a Los Ángeles me llevaron a casa de un director muy famoso y vi aquella piscina, el servicio, los siete coches en el garaje, y pensé «este hombre no va a volver a hacer una buena película. ¿Para qué quiere hacer películas? Si ya tiene la vista, la palmera, la piscina y el lamborghini».

Cuando te han puesto en un pedestal, y uno se lo cree, ¿cuál es el desafío? ¿Para qué hacer otra cosa? La historia del cine también la escriben esos directores que hacen una película muy buena y por miedo a estropearlo no vuelven a hacer una película nunca más. A mí me da igual, yo los atisbos de felicidad los tengo cuando hago una película, luego me da igual que me llamen genio o que me insulten. Yo ya tengo callo con eso, es una montaña rusa e intento ir en la montaña rusa de los niños pequeños que no sube demasiado.


Aprendiendo a conducir

Crítica ‘Aprendiendo a conducir’ (Learning to Drive)

La directora española Isabel Coixet presenta su nueva película, una cinta que se aleja de su habitual estilo dramático.

Repite con parte del reparto de ‘Elegy‘ (2008), con Ben Kingsley interpretando a Darwan, un taxista sikh que intenta enseñar a conducir a Wendy, una crítica literaria  encarnada por la actriz Patricia Clarkson.

Basada en un relato publicado en el periódico New Yorker, con un guión firmado por Sarah Kernochan y más dosis de positivismo de lo que Isabel Coixet tiene por costumbre, ‘Aprendiendo a conducir’ es una película fresca y natural, con un ligero acercamiento a la comedia.

Además de contar con un reparto excelente, el equipo técnico no tiene nada que envidiar. Por primera vez, Coixet ha contado con el talento de la montadora Thelma Schoonmaker, conocida por ser la montadora fetiche del director Martin Scorsese, además de haber conseguido múltiples y grandes premios en su carrera como editora.

Con ésta película, se puede disfrutar de una historia donde dos personas se encuentran y saben aprender el uno del otro, a pesar de las diferencias. Todo teñido de un tono optimista y cotidiano. Lo que surge entre los protagonistas de ésta historia es tan singular como precioso, queriendo mandar un mensaje esperanzador al público, haciendo ver que las adversidades pueden convertirse en una nueva oportunidad para crecer como persona.

El carácter de Wendy junto a la paz de Darwan los colocan como dos polos opuestos que viven en mundos diferentes, pero que persiguen un mismo fin. Los dos actores protagonistas consiguen construír una relación entrañable y conmovedora para el espectador. Con el marco de un Nueva York lleno de vida y luz, se puede disfrutar de una comedia ligera sin demasiadas pretensiones, que habla de las maravillas de atreverse a conocer lo que hay fuera de nuestro círculo. Una apuesta refrescante para los aficionados al humor sencillo y a las historias que te hacen sentir mejor.

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Lara Noguera

Estudió comunicación audiovisual y un máster en desarrollo de videojuegos, es una dibujante aficionada y amante de la música.

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