Háblame (2022), de Danny y Michael Philippou

Pues no está mal, la verdad. Cuando vas sin expectativas al cine, es cuando más te pueden sorprender. En principio, mis vaticinios tendían a ser negativos: imaginaba una cinta con adolescentes derrengados jugando a la güija (o algo similar), con sustos previsibles y acatamiento de cánones artísticos. No se puede prejuzgar por las apariencias, porque te puedes equivocar como me ha ocurrido a mí esta mañana. Sin ser una obra maestra, este film me ha mantenido atento y reconozco que me ha hecho pegar algún brinco que otro en la butaca.

El guion no es muy original: a través de una mano de yeso embalsamada, unos adolescentes invocan a unos espíritus muy feos y, como es de esperar, se les va de madre (y nunca mejor dicho, ya sabrán ustedes por qué). No parece una historia que nos vaya a sorprender mucho; sin embargo, a mi modo de ver, vale más por la forma que por el fondo. La historia es un poco la de siempre: quien juega con fuego, se termina quemando; no obstante, no sé muy bien cuál es la razón, pero hay algo que la hace creíble. Quizá sea porque es un producción modesta y la hace más cercana, porque son actores bastantes desconocidos y físicamente normalitos, o porque no se advierte el postureo prepotente de la factoría hollywoodiense.  

Sophie Wilde (que tiene su fama en las antípodas) interpreta a Mía, la protagonista, es la que lo lía todo. La pobre perdió a su madre, pasó una depre bastante fuerte, desconfía de su otro progenitor y, sin querer queriendo, monta un pifostio de padre y muy señor mío con el jueguecito de la mano. Si me permiten un inciso, no acabo de entender el peinado de Charo que luce, porque la envejece un montón, cuando lo suyo sería aparentar bastante menos edad de la que en realidad tiene. En cualquier caso, la interpretación es buena al igual que la de Joe Bird (Riley), el chavalín joven que lo pasa peor, y la de Alexandra Jensen (Jade), la otra coprotagonista.

Al que le guste el cine de terror, el más allá, el espiritismo y temas afines, esta película le puede entretener y hacerle pasar un rato divertido; pero si somos sensibles a las vísceras y líquidos varios, absténganse de verla. No es que haya un exceso de gore, pero hay escenas muy gráficas. Quien avisa no es traidor.

Los directores (los hermanos Philippou) han surgido de YouTube y han sabido conciliar los traumas y los miedos, y sus consecuentes debilidades en una película de terror que se podría categorizar como clásica. A mi parecer y, repito, sin saber muy bien cómo lo han logrado, estos jóvenes creadores han sabido captar mi atención y por ello debo felicitarles con sinceridad y esperanzado.

Calificación7
7

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Guillermo Pérez-Aranda Mejías

Soy un escritor romántico con matices quevedescos. Disfruto con lo absurdo del surrealismo y me apasiona encarcelarme en mi castiza torre de marfil, donde desarrollo mi creatividad rodeado de música, de libros, de cine y de lo más selecto de la humanidad huyendo así, en la medida de lo posible, de lo más mundano. Roquero trasnochado y poeta de lo grotesco, he decidido, como si fuera un samurái que se destripa por su honor, entregar mi vida por entero al arte.

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