La herida (2013): ¿Cómo aprende a vivir una persona a la que no han sabido querer?

La herida (2013) Película - PLAY Cine

¿Me quieres? Necesito que lo hagas, pero no te voy a dejar





La personalidad disfuncional de Ana

Durante los angustiosos 95 minutos de La herida, acompañamos a Ana -interpretada por una magnífica Marian Álvarez-. Nos involucraremos en su forma de sentir, de relacionarse, de sufrir. De vivir, al fin y al cabo.

Ana elige destruir todo a su alrededor, sin que ella misma corra una mejor suerte.

Nos preguntaremos reiteradamente el motivo por el cual Ana, a sus 28 años, elige actuar de la manera en que lo hace: destruyendo todo a su alrededor, sin que ella misma corra una mejor suerte. Desde luego, si pudiese elegir otra manera de vivir… muy probablemente lo haría.

Esta rigidez conductual y claramente disfuncional está condicionada, probablemente, por la manera de establecer las primeras relaciones en la infancia (mamá-papá-niña).



Adentrándonos en la herida

¿Cómo aprende a sentirse querida una persona a la que no han sabido querer? ¿Cómo aprende a quererse alguien que no ha llegado ni siquiera a formarse una identidad cohesionada e integrada?

La herida, buen título para nombrar el origen de todo (¿o no?) el sufrimiento de la protagonista. Podemos señalar cuáles podrían ser algunas de las causas de la herida: abandono, abuso, ausencia de límites, sobreprotección, incapacidad de los padres para responder a sus necesidades emocionales o, simplemente, un rechazo a su propio crecimiento….

Los padres actúan durante la infancia como dadores de identidad. Le proporcionan la estructura que permite al futuro adulto definirse a sí mismo, diferenciándose del exterior y de los propios padres, manteniendo una integridad propia. Cuando este hecho no ha podido llevarse a cabo, la autoimagen se torna inestable. Y también las relaciones, que suelen estar marcadas por una intensa impulsividad, como forma de evitar la angustia propia del propio vacío.

La sangre expresa aquello que no puedo poner en palabras. Mi sangre habla por mí.

Se produce una búsqueda desesperada del otro, con el objetivo de promover la (falsa) sensación de un Yo integrado. El resultado es una dependencia total del objeto externo. Una dependencia insoportable, pues la pérdida del otro conllevaría la aterradora pérdida de sí misma. Esta situación se traduce en una demanda constante de atención y control hacia el otro, junto con agresiones al exterior que compensan las necesidades que sienten hacia esa persona.

Ana se balancea de forma repentina en sus relaciones desde la idealización a la devaluación, coexistiendo ambas en ocasiones, y alejando a cualquiera que haya querido acercarse. No tiene elección. Las relaciones potencialmente significativas, e incluso curativas, se alejan. Entonces solo queda la soledad que tanto miedo provoca en personas como ella.

Debido a la inexistencia de un límite definido entre el mundo interno y externo, lo exterior trastoca lo más profundo de sí misma. Y la facilidad de virar de la heteroagresión a la automutilación es extraordinariamente sencilla. Todo ello, unido a la incapacidad de formación ni siquiera de una emoción, lleva a Ana a actuar el propio malestar, sin darle la posibilidad de cualquier elección que suponga una alternativa diferente. Un “estoy bien” se traduce en un corte. La sangre expresa aquello que no puedo poner en palabras. Mi sangre habla por mí. Mis cortes hablan de mí, pudiendo llegar en algún momento a que mi propia muerte hable de mí. Cualquier acontecimiento que sugiera un abandono, desencadenará en Ana una secuencia de autodestrucción: cortes, golpes, alcohol, drogas, sexo compulsivo…



Seguir adelante, a pesar de la herida

Angustia, ira y vacío existencial son transmitidas a lo largo de toda la película. La herida te atrapa en su malestar. Tienes la sensación de ser vapuleado tanto por lo que ocurre fuera como dentro de la propia protagonista. Nos imbuimos en su propia vida, nos identificamos con ella. Y dada su particular forma de vivir, no se nos hace extraño pensar en la muerte como una salida, un alivio, una escapatoria, un final que podemos elegir, algo con lo que incluso podemos bromear. Quizá es lo único que lleguemos a controlar, cuando el vaivén de la vida te atropella y tu experiencia parece insoportable, insignificante, vacía. Una sombra te acompaña silenciosamente. Siempre esperando.

Con la necesaria motivación y ayuda, las modificaciones son posibles.

A pesar de las evidentes dificultades que conlleva la cristalización de una personalidad disfuncional, las modificaciones son posibles. Con la necesaria motivación y ayuda, puedes sacar la mejor versión de ti mismo. Expresando tus emociones, llorando, sin golpear, sin destruir ni destruirse, siguiendo adelante a pesar de la herida.



Ficha de la película

País España
Dirección Fernando Franco
Guion Fernando Franco, Enric Rufas
Música Ibon Aguirre, Ibon Rodríguez
Fotografía Santiago Racaj
Reparto Marián Álvarez, Rosana Pastor, Manolo Solo, Ramón Barea, Andrés Gertrudix, Luis Callejo, Ramón Agirre, Patricia López Arnaiz, Mariano Estudillo, Mikel Tello, Paco Obregón, Iñaki Ardanaz, Josu Ormaetxe, Nagore Aranburu
Género Drama
Duración 95 min.
Título original La herida



Trailer

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